viernes, 19 de mayo de 2017

TEATRO; LA JOVEN COMPAÑIA


 

En teatros del Canal he visto dos espectáculos de distinta índole; uno eterno, Infinita, Teatro con máscaras de la Familia Flöz; y otro más perecedero que puede adscribirse a la corriente histórica de denuncia y realidad social, La edad de la ira, de Fernando J. López, por la Joven Compañía, de Arellano. Me queda por ver Los esclavos de mis esclavos.  

Familie Flöz

Prodigiosas máscaras dotadas de vida propia, parte del cuerpo humano y fundidas con él. Entrañable, enternecedora comicidad de  personajes entre el final de la vida y el principio de la muerte. Sin palabras; pero todo el cuerpo es lenguaje. Cuatro actores Björn Leese, Benjamin Reb, Hajo Schüler, Michel Vogel para una docena de personajes: enfermera, enfermos, viejos,  un pianista inválido que acaba haciendo piruetas sobre la silla de ruedas. Suprema belleza desde el realismo de una residencia de ancianos hasta las transparencias  de fondo que semejan el éxodo o la levedad de la vida. Todo está en Infnita: el nacimiento, la muerte, el sexo, la soledad, la alegría; la intolerancia y los trucos y juegos para vencerla. Prodigios del teatro, máscaras vivas.

Los jóvenes airados

El título lo dice todo, La edad de la ira; y tiene referencias como Al este del Edén, que no existe,  y el mítico James Dean ídolo de los 50 y 60, que a la juventud de hoy le dice poco o nada. La adaptación teatral parte de una novela de Fernando J. López escrita en los años 70, lo cual puede explicar algunas cosas.

Lo mejor, el magnífico elenco, la estupenda interpretación de unos jóvenes a los que es justo citar al completo: Javier  Ariano, Alejandro Chaparro, Jesús  Lavi, Rosa Martí, Maura Montesinos, María Romero, Alex Villazán y Jorge Yumar. El diálogo  es ágil, mientras no cae en extremosos monólogos aburridos, moralistas y revindicativos. O sea doctrinarios, que lastran una  acción  trepidante.

Pero yo creo que Fernando J. López se ha equivocado de siglo. La juventud que él presenta como del siglo XXI es la juventud de los sesenta o sea de  hace medio siglo. Yo no logro identificarla con la juventud de hoy. Hay elementos comunes como la generosidad, el compañerismo, el espíritu rebelde y las inevitables mezquindades….Yo veo en esta obra más los problemas morales y políticos de  mi generación; entonces la homosexualidad, por ejemplo, sí era un lacra secretísima necesitada de complicidades.

 Correcta la escenografía, en dos planos que simbolizan múltiples realidades y excelente iluminación de Juanjo Llorens. En líneas generales un espectáculo estimulante y vigoroso: ciertamente La edad de la ira, aunque sea una cólera en un contexto que no le pertenece..

No hay comentarios:

Publicar un comentario