Cristina Cifuentes ha dicho que en Madrid la corrupción se ha acabado. ¡!Bieeeeeen!!!. A mí esa decisión de limpiar hasta el fondo los Establos de Augías, me parece requetebién. Tarea de Hércules. Ella ha dado al pregonero los trapos sucios del sucios del Canal, gesto de limpieza democrática que, de paso, se ha llevado por delante a Esperanza Aguirre. Hace muchos años yo le ví a la Espe un gran gesto democrático cuando apenas había democracia: dar hospitalidad en el Conde Duque a la pintura de un rojo, el más rojo de todos los pintores, Juan Manuel Diaz Caneja. O sea que de gestos no me voy a fiar. Pero a doña Cifuentes la he visto en el teatro y eso me da una cierta confianza.
Una tarde en el Ambigú del Pavónkamikaze la tuve
al
lado acompañada de un fornido guarda
espaldas que me miraba como si en mi bastón de cojo escondiera un sable o un fusil. Fue el dia en que Ana Wagener hacía La voz
humana, de Cocteau. Al finalizar la representación dio cortésmente
las buenas noches y se marchó seguida
del fornido guardaespaldas que no le quitaba ojo a mí bastón.
Del Arco, Aitor e Israel han convertido el Ambigú en un lugar
sagrado del teatro de Madrid. Allí he visto a Clara Sanchís y el asombro de su Virginia Woolf, ahora en el Español; a la citada Wagener y a María Hervás y su Efigenia quinqui, lumpen revolucionario, enamorada
y canalla. Irene
Escolar ha echado el telón a Blackbird en la sala grande. Se acaba
así la experiencia inusual en el teatro
español de verla en sesión contínua, sesión doble con la Hervás y su Efigenia.
Durante unas semanas ese doblete ha sido lo más atractivo de la cartelera
teatral madrileña.
A mi juicio no es la mejor
interpretación de una actriz soberana. No es su mejor papel porque la violencia que se ejerce sobre ella
es superior a la respuesta que es capaz de dar su personaje herido. Prefiero El cojo de Inhisman, El público, De
hombres y ratones. O La Chunga. Puede
establecerse una línea interpretativa que va desde las Gutierrez Cava, Nuria Espert, Aitana Sánchez Gijón y concluye, de
momento, en ella.
Con María Hervás, su compañera de
doblete, no se puede establecer esa línea canónica o de escuela. Esta se mueve con especial fortuna en monólogos que, a la vez, dibujan varios personajes: monólogos poliédricos;
dirigidos por G. Hinojosa, que le
tiene cogido a Hervás su mejor pulso. En Efigenia María está “cumbre”, que
decimos los taurinos (si me permite la expresión otra buena actriz, antitaurina,
Natalia
Millán, la de La mentira ).
A la virgen sacrificada el
público femenino la percibe como un
alegato en favor de la mujer ultrajada,
no como símbolo político. Una amiga me asegura habérsele saltado las lágrimas
cuando con ira contenida, Ifhi dice,
“usar y tirar”; o “follar y tirar” no recuerdo bien; como se usa un clínex:
“eso, y cuando se siente madre, la verdadera naturaleza, creo yo de Efigenia. Me la
imagino a Efigenia rodeada de críos que
es acaso lo que más le gustaría, como me gusta a mí , dice mi amiga que nada tiene que ver con el teatro. Si algún dia me traiciono, y aún eres mi amigo, mándame a hacer puñetas”. Lo malo es que nunca he sabido ni creo
El hecho es que, durante unas semanas, en el
Pavón se ha vivido un auténtico acontecimiento
teatral: Irene Escolar y María Hervás en sesión contínua, como en los cines de
mi niñez. No estaría de más que se retomase la iniciativa.
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