Las once de la noche del martes
Horroroso dia para andar por Madrid; lluvia fuerte y taxistas maldicientes. Llego pronto al café de Gijón donde he quedado para almorzar con Amado Jiménez,el mandamás de cultura de la Comunidad de Madrid. En esa hora que media entre mi llegada y la aparición de Jiménez me ha pasado de todo, menos recuperar la vida libeertaria y un poco golfa de hace siglos del Gijón. A la entrada me he chocado con un político en declive, poeta no lo fue nunca; y aunque se arrimaba todo lo que podía a las chicas de la farándula, nada se le pegó del teatro; anda todavia por los arrabales del poder, tiene cierto mando quizá por las cloacas del Psoe, via sindicalista, pero en el fondo es ceniza y escombros; la cara se le está cayendo a cachos. Después de esta descripción, que nadie me pida su nombre; piedad con los vencidos aunque conserven algún poder crepuscular. Mi viejo "amigo" esquiva el encuentro y dobla la esquina de la calle Prim. Quizá tema que le pida algo o le recuerde algo; quizá piense que voy a demandarle alguna prebenda o privilegio por viejos tiempos. Se equivoca; yo a las gentes, y mucho menos a los políticos, nunca les pido nada para que luego no me atraquen; en cualquier caso, si algo pedí alguna vez siempre devolví más: sin aspavientos gesteros.
Tras este encuentro esquinado -lagarto,lagarto - Pepe Bárcenas, el camarero ilustrado y escritor, me da una buena notica: "al fondo hay un amigo tuyo". Miro y el amigo es Curro Vázquez; y con él Alejandro Talavante. A Curro le hice quizá el mejor libro de toros, de todos los que he escrito: Curro Vázquez, sombra iluminada. A Talavante le he escrito algunas letrillas, aunque él no lo sabe; se las ha cantado María Toledo y es probable que Talavante ni se haya fijado en las letras, anónimas por otra parte. A mí, en Las Ventas, María Toledo me cantó uno de mis poemas por bulerías de soleá y ni me enteré; sólo tenía ojos para ella. Curro y Talavante se van a México a inaugurar la temporada en DF el domingo; yo me voy a cosas de teatro con la Unir. Amestoy y María Luengo temen que me escape a la corrida y deje lo de Bergamín y MaxAub, después de pagarme el viaje. Palabra que no; llego a un acuerdo con Curro y Talavante; la Unir les invita al estreno de La sangre de Antígona y ellos me invitan a la corrida del Domingo. Trato hecho.
Llega con puntualidad casi inglesa Amado Jiménez; elegante y con paraguas; cosmopolita bajo la lluvia y una viaje memoria de trotamundos ministerial. Reconoce el Gijón, una lejana juventud. Me sorprende su conocimiento de la noche madrileña de los años 60. Me sorprende su disimulada melancolía de viejo rokero del Gijón. Llega Aquiles Tuero, el de la Opera, un asturiano que lleva 30 años en Nueva York. Viejo amigo y por eso me lee; dice: "de teatro, todo. De toros lo que me aconseja Rubén Amón que dice que eres el más sabe de toros". No creo que Amón diga eso, pero yo sí afirmo que de Opera sabe más que Ulises. O, al menos, lo escribe. Solo me falta ver a aparecer a Paco Rabal, a María Asquerino, Luis Gómez El Estudiante, torerísimo como siempre, De golpe....todo un mundo que vuelve.
Mientras escribo suena el teléfono, las 11 de la noche. Me llama desde Valencia Juan Manuel Mompó. Más de una hora de telefono. Toros, siempre toros; y esta vez un emocionante viaje que ha hecho a Roma. Conoce mis entradas de blog sobre el Papa Francisco... Seguiré mañana. La comida con Amado Jiménez, los encuentros con Curro, Talavante y Aquiles., esta llamada de Juan Mompó dan para mucho. Corto y cierro y repaso los temas con los que pensaba cerrar este artículo: el libro de Manuel Cerdán sobre las claves de la voladura de Carrero que acabo de recibir, Dario Fo y la tigresa, de Julián Ortega, el jubilo terminal de Valery Tellechea y José Pedro Carrión . Javier Magano y su hora lobuna...Bueno, será luego. Habrá segunda parte..
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