viernes, 11 de octubre de 2013

MIGUEL HERNÁNDEZ ESTRELLA DEL COSSIO

A  petición del personal recobro el tema Miguel Hernández, perito en lunas y perito en toros el el Cossío. Hoy sabemos  que fue una estrella anónima  de la gran enciclopedia, la biblia de los toros; vivió de ello unos años y le salvó la vida, aunque luego la perdiera de cárcel en cárcel. Me recuerda la promesa un tuitero a la salida de Master Class, en el Canal, conmovidos todavía por Norma Aleandro.

 En los estrenos de estos dias aún saltan chispas de mi crítica a Agélica Liddell: división de opiniones con más pañuelos a mi favor. Me dicen: "con Angélica te ha pasado lo mismo que con José Tomás, del cielo a los infiernos". Bueno, de acuerdo....Sólo que a mí no me ha pasado nada. Y no les he condenado a ningún infierno, si acaso sólo al purgatorio. Reconozco el tirón y la mística de ambos, pero no me gusta que hayan pasado de la pureza de una conciencia ética a la trampa de una conciencia financiera.Y me alegrará que Israel Elejalde y Luis María Ansón, máximos fans de Angélica, continúen la cruzada empezada. Yo tenía ganas de hacer un breve ensayo comparativo sobre Angélica y Rodrigo García; pero Wendy, lo último de esta mujer furiosa, me ha quitado las ganas a favor de Rodrigo García.

Volviendo a Miguel Hernández y al Cossio y las posibles biografías de toreros que escribió para la enciclopedia, la historia es sabida. En una conferencia en Murcia me arriesgué, por un análisis  estilístico mio (poco fiable) y por una endeble rumorología oral, a aventurar  posibles autorías miguelhernandianas: Tragabuches, Lagartijo, Antonio Reverte y Espartero. Desde entonces algunos colegas han dado por cierta mi hipótesis y, sin citarme y sin encomendarse a Dios ni al diablo, lo han lanzado por ahí. Que conste que no asumo el riesgo. José María de Cossío se negó siempre a dar datos concretos, aunque es evidente que las 250 pesetas que le pagaba al mes, Miguel Hernández las tendría que sudar en aquellos años prebélicos.

 Recopilaba datos, redactaba breves reseñas y era un plumilla para todo. Cossío fue la salvación de Miguel Hernández, un pastor ilustrado en los clásicos y tocado por la gracia poética; y más tocado aún, cuando llegó a Madrid en alpargatas,  por la genial Maruja Mallo, la pintora que se ponía el mundo y los hombres por montera. Miguel Hernández, acostumbrado al plácido amor de Josefina, se embraveció en las tormentas de Maruja.  Razones para pensar que Tragabuches, Espartero, Reverte y Lagartijo puedan ser de Miguel Hernández?. A falta de datos concretos, me atrevo a aventurar algunos rasgos temáticos y estilísticos; el romanticismo bandolero de Tragabuches que, tras tirar por la ventana  a su compañera y degollar a a su amante, se echó al monte; se convirtió en uno de los 7 Niños de Ecija; Reverte es la melancolía del fracaso, un gran torero aniquilado por las enfermedades y las cornadas; Espartero es el héroe popular muerto por un miura; y Lagartijo es el triunfo, la gloria, la perennidad del arte. A mí, de ser ciertas estas  suposiciones es la biografía que menos personal me parece de Miguel.

 El poeta oriolano ya había inciciado su transformación ideológica hacia el Partido Comunista y en esos años prebélicos de violencia,  los sentimientos de peligro, de muerte presentida, gloria amenazada y de sangre sacudían su vida y su poesía. Mientras, Josefina su novia casta y pura, era barrida por el vendaval erótico de Maruja Mallo, una aparvadera desbocada. El catedrático José María Balcells afirma que Hernández entró en el Cossío por recomendación de los amigos, pero que don José María apreció pronto sus conocimientos taurinos aprendidos en capeas y tientas con su amigo  Carlos Fenoll que quería ser torero.

Lo irrefutable es que José María de Cossío le quitó el hambre a Miguel Hernández en Madrid con sus 250 pesetas al mes y que, concluida  la guerra, logró que le conmutaran la pena de muerte intercediendo ante Franco y sus parodias de tribunales. De poco sirvió pues enfermo, el peregrinaje carcelario y la criminal falta de cuidados médicos y alimentarios acabaron  con la vida de Miguel. José María de Cossío hizo lo que pudo. Reconozcamos su generosidad y su importancia en la vida de Miguel, un grandísimo poeta mártir. Pero eso es otra historia.    

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