lunes, 28 de abril de 2014

ESPLENDOR DE LA FARÁNDULA Y UN CRISTO CABREADO

Dentro de unas horas se sabrá ya el ganador del VIII Premio Valle Inclán, el más importante de la cristiandad, e incluso de la morería, farandulera. El Premio Valle (El Cultural-Mundo) es el resultado de la pasión de Luis María Anson por el teatro y de la generosidad de la Fundación Coca Cola con la cultura en general; ambos unidos, pasión y economía,  dieron como  resultado  un galardón al que hoy, esta misma noche, aspiran comicantos y comicantas  de reconocido prestigio: lo mejor de un año pródigo en acontecimientos teatrales como fue el año de gracia y de desgracia de 2013. Los nombres están en los papeles y en las ondas, en los digitales y en la mente de todos. Es el esplendor del teatro, sus glorias en una noche de emociones, pues las votaciones llegan en directo al público de los salones del Teatro Real, y allí están las ilusiones y las desilusiones: los ídolos que caen y los que se alzan hasta la finalísima implacable y cruel como  el voto implacable y cruel de 15 jurados sin piedad. Estos hombres y estas mujeres premiaron en anteriores ediciones a nombres tan retumbantes como Juan Echanove, Francisco Nieva, Nuria Espert, Carmen Machi, Miguel del Arco, Juan Mayorga, Angélica Liddell...  


Pero en teatro  no todo son esplendores y grandes premios. Hay también penurias y dificultades; muchos de los que  hoy están en la cumbre de esta noche pasaron por esas dificultades. O sea que !arriba los corazones!. Me cuenta Eduardo Galán que su obra Ultima edición gusta en las provincias, pero no halla hueco en Madrid. Ultima edición es una obra sobre periodismo; como podía serlo por ejemplo la película legendaria Primera página.  Sobre periodismo y política, que siempre van unidos.  La prensa y su degradación al servicio del poder. La prensa puede y debe ser un contrapoder; pero  en democracia, y más en una  una democracia  putrefacta como la española, hay muchos poderes; con lo cual la prensa pierde su naturaleza moral de contrapoder absoluto. Siempre está al servicio de alguien. Esa parece ser la tesis de una obra dura  valiente que Eduardo Galán me envió hace tiempo para que la leyera.  El meollo de Ultima edición no es solo la cuestión de si hay o no hay libertad de prensa. Habla también de la corrupción de la prensa, sin la cual la corrupción política no medraria; habla de la lucha por el poder dentro de las redacciones. Habla de la tiranía de las tiradas y del poder coercitivo de la publicidad institucional o privada. No la he visto montada y ya se sabe que una cosa es el texto y otra el resultado de un montaje, sujeto siempre a fuerzas  dispares y aleatorias. Le digo a Eduardo Galán lo que le dije entonces: "oscuro se presentaba el reinado de Witiza". Última edición es una obra valiente. Valiente y necesaria que no encuentra teatro en Madrid.

Salgo para el Teatro Real para las primeras controversias, juegos de manos, estrategias y conciliábulos, pues soy uno de los 15 justicieros que tiene que ayudar a un triufo y contribuir al fracaso de los demás candidatos. Fracaso muy relativo, pues estar entre los 12 seleccionados es ya un triunfo grande y clamoroso. Esto de ser jurado es  divertido y tiene sus tintes de aventura y riesgo.  Es, sobre todo, una prueba de  conciencia. Lo peor,  no poder premiar a todos. Y antes,  no poder seleccionar a muchos más.
Un amigo me urge para que escriba sobre   El profeta loco,  de  Eduardo Velasco,    en el Galileo, un dia a la semana. Hoy no tengo tiempo, pero lo haré. Demasiado poco para aventura de tan alto voltaje; y de tan alto riesgo. Cristo, cabreado se baja de la cruz y empieza a desmontar toda la parafernalia que los mercaderes han tejido en torno de él. En la Iglesia, en el periodismo, en política, se necesitan Cristos cabreados que la emprendan a latigazos con impostores,  ladrones y corruptos. También tengo que hablar de !Ay Carmela!,  con Jacobo Dicenta  y Elisa Matilla.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario