domingo, 27 de abril de 2014

LO ALTERNATIVO, AUGE Y GOZO EN MADRID

Tiempos atrás nos quejábamos de la penuria de la cartelera madrileña. Ahora nos quejámos de su riqueza, de la exhuberancia de su oferta, de su riquísima pluralidad de la cual  los buenos aficionados, y mucho menos los críticos, pueden disfrutar por una ley física y metafísica; imposibilidad de asistir a todo. Sigue el ciclo sobre Ricardo Morales en el Cdn a la par que El triángulo azul, el estigma de los españoles en Mathausen. Funcionan los festivales de Cam.  El circuito llamado convencional -privado o institucional- no decae. El circuito alternativo, potente y renovado, sorprende con nuevos montajes y nuevas salas. Ayer tenía que haber hecho doblete en  El Umbral de Primavera para ver, otra vez, La realidad, con Fernanda Oraci y luego, de segunda sesión, los versos de Sylvia Platz, a tres voces, dirigidos por Jesús Cracio que siempre es una garantía.

En Guindalera, otra poeta; Emily Dickinson por la siempre exquisita y sugerente Maria Pastor: poética dramática de dos grandísimas poetas: la Platz y la Dickinson. Les llegará el turno y  nada hay que me atraiga más en estos momentos. Mientras un comentario a una de las obras más atractivas del momento condenada a los lunes en el vestíbulo del Lara: Las heridas del viento, de Juan Carlos Rubio. Deja heridas el viento. Y el tiempo. Heridas de difícil cicatrización. Y deja la huella de un excelente autor que empezó a acreditarse con Humo, con Arizona...Las heridas del viento  es anterior a las dos citadas y la dirige el propio autor, tras un periplo triunfal por los caminos del mundo en otras manos. Estas heridas dejan tambien  una interpretación modélica de Kiti Mánver; un hombre enamorado de otro hombre de  otra honda sentimental, aunque nunca se sabe. Daniel Muriel, el hijo que indaga en el pasado de un padre viril y, en apariencia intachable, se está haciendo un excelente actor a fuerza de medirse con grandes intérpretes. Si difícil era darle réplica a Ernesto Arias y a Paco Leoz, en Dionisio una pasión española, más difícil todavia estar a la altura de una colosal Kiti Mánver. El vestíbulo del Lara es testigo del prodigio.

Tito Vilanova.- In memoriam. Tenía cara de póstumo  y de "descanse en paz". Tenía cara de buena gente y al parecer lo era sin resabios. Me caía bien, mucho mejor que Pep Guardiola el cual llora ahora su muerte, tras algún episodio de innecesaria recordación. También llora la muerte de este deportista ejemplar con aire de mártir,  Mourino, que una vez le metio, literalmente, un dedo en el ojo en un mal arrebato del portugués. Hechas las pertinentes indagaciones, como en todo lo referido  al irascible técnico, se ha comprobado que el mal de Tito Vilanova nada  tenía que ver con el dedo del ex entrenador del Real Madrid.  Al despliegue extraordinario de todos los medios, uno esta modesta oración fúnebre por el que fue triunfal entrenador del Barcelona.

   

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