martes, 22 de abril de 2014

REQUIEM POR EL DOMINGO DE RESURRECCION EN LA MAESTRANZA.

La lluvía respetó la Soledad de San Lorenzo, pero  el frio nos dejó yertos.. En la plaza de Jesús del Gran Poder esperamos la llegada de la Soledad, la que cierra la Semana Penitencial, la última procesión, las doce de la noche cuando ya toda Sevilla empieza a quitarse el olor a cera y a celebrar un Domingo sin  oscuridades y calvarios. Ya piensa en  los toros en la Maestranza del dia más importante del año. En cambio, el diluvio no ha perdonado el dia y la corrida  más importante del año  fue un desastre: miuras en Resurrección y un mano a mano, sin nada que dilucidar, entre dos jóvenes dignos de todo respeto, pero con pocos merecimientos: Luque y Escribano: Requien por el Domingo de Resurrección en la Maestranza. Sobreviví a la Soledad, como sobrevivo todos los años, gracias a los cuidados del clan Távora, la tribu flamenca y gitana que hace espera para ver a esa virgen especialísima  desde las 9 de la noche, caigan chuzo de punta o relámpagas:  Salvador, el patriarca huérfano y viudo de María, la matriarca, que  se le murió hace poco;   Pilar y Concha, las hijas, gente de teatro y de cine. Y María Tavora, la nieta, una belleza enorme y una bailaora enorme que muestra gozosa un niño guapísimo, un hijo de apenas un año, que la enamora más que el baile:  sus dos vidas. Desde que hace pocos años ví bailar Carmen a María y luego la ví bailar la Traviata  me convencí de que el árbol de los Tavora será un árbol perenne. A ver por donde tira ese bisnieto de Salvador, al que María muestra vestido de Nazareno. Un dia quiero hacer algo con los Távora, algo grande y flamenco, algo del misterio de la gente del bronce. Con Salvador vengo hablando de toros, flamenco, teatro y política hace más de 30 años; en nuestras charlas puede haber desavenencias, pero nunca silencios. El silencio, salvo en la Soledad es como una acusación. Aparece la cruz de guía y dejamos de hablar de Salomé, que es algo que nos turba y preocupa últimamente.

En la Soledad nos reunimos siempre que podemos,  volterianos de distinto pelaje, intelectuales para quienes la Semana Santa no está sujeta a raciocinio; es un don como la gitanería, las saetas, el silencio, la oscuridad,  los cirios y el incienso.  Somos descreidos y volterianos o, por lo menos, agnósticos sin fe. Pero que la entrada, ajustadísima de la Soledad en su templo, tras un posado y una levantada espectacular y precisa,  que no nos la quiten. Ni las saetas que saltan de balcón a balcón, unas dolientes otras con mas esperanza. Es un misterio y los misterios no se razonan. David Loaysa, iluminador y escenógrafo, la vio por primera vez siendo niño y vuelve siempre que puede; este año se ha unido a la tribu nómada de una fe precaria en todo, pero firme en la Soledad. Aunque incierta respecto a Salomé, de Oscar Wilde.    Volterianos y descreidos, como yo mismo o como Manuel Grosso,  pero que no  nos quiten ese rato de rezo laico. Manuel Grosso es hombre de cine, de la raiz honda de la escritura y de la hoja volandera del artículo periodístico.  Esta tribu arbitraria de santeros,  bebedores de vino y creyentes a contraestilo, puede pasarse un año sin saber unos de otros; pero sabemos que nos veremos en la Soledad; con Grosso, su mujer Anabel Moreno, la única mujer, creo, presidenta de corridas en plazas de primera; la  única presidenta de La Maestranza. Le digo que, cuando yo estaba en esto de los toros, la defendía siempre por joder el machismo maestrante. Siempre le exigen más que a los otros presidentes. "Digan lo que digan no lo hago peor que los demás ¿a que no?".   Y ahí está Anabel con dos pares. Sentando cátedra y autoridad.

Sucumbí a la tentación, pese a las amenazas del tiempo, y me quedé a ver los miuras y a Daniel Luque y  Manuel Escribano, que parecen haber tocado techo en la mediocridad. Las figuras han declarado el veto a Sevilla y Enrique Ponce, que sí tiene firmado un ajuste,  está en el hule. Incógnita para el 3 de mayo. Juli y Morante de la Puebla se fueron a Málaga con sus toritos bajo el brazo  y escogidos; en plan machada de un mano a mano que no engañó a nadie. Carlos Crivell titulaba en El Mundo: "sin toros no hay Fiesta". Trato de averiguar las causas del divorcio de las figuras y Canorea; con su habitual precisión y ambigüedad los sevillanos dicen que la culpa puede ser del empresario, que es un fenicio y un comerciante; pero que también pudiera ser de las figuras que creen que la crisis no va con ellos. No sé si Canorea es un fenicio, pero la Maestranza es posiblemente  la plaza más cara del mundo. Pese a  todo, casi lleno. El peso de la tradición. Quién iba a decirles a los ganaderos de Zahariche que un dia del año 2014 lidiarían en Resurrección en la Maestranza. La miurada fue una moruchada pobre y blanda; la corrida fe un petardo. Y la culpa no solo la tuvieron  los toros.   

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