El Mundo, que desató los demonios borbónicos con la entrevista de Miguel Ángel Mellado a Pilar Urbano, sobre la deslealtad constitucional del monarca, suelta ahora la legión de ángeles, via Victoria Prego y Suárez Illana, futuro posible conde o duque de no sé que por real merced. Mi memoria por un ducado. Mentes bífidas podrían pensar que la Prego ha contraprogramado al Mellado; pero yo creo que no, que eso obedece al espíritu de neutralidad y contraste de opiniones encontradas, propio del Mundo. Buenas razones aduce Suárez, hijo y taurómaco de pro, para decir que Pilar Urbano miente. Pero la periodista, intachable y pura hasta hace unos dias, tampoco carece de ellas; o de lo contrario es una gran fabuladora a la que esperan dias de gloria en el paupérrimo panorama de la novela española, tan necesitada de nuevos valores. Para entender a este país basta con analizar el contradiós que ha montado la Urbano y el recontradiós de sus contradictores. Este es un país monárquico hasta la médula y a quienes sueñen con un referendum entre Monarquía y República, yo no se lo aconsejo, yo que tú no lo haría forastero. El Borbón ha conculcado algún mandamiento democrático. Pero el Rey, por la Constitución, es inviolable y estas cosas tardaremos en saberlas.Todavía no sabemos quién mató a Kennedy, ni cómo murió la infortunada Marylin Monroe, más importante que los Kennedy, blindada en principio por el célebre Happy Birtday to you en el Camelot de Jackie Kennedy o de Jakie Onasis, que con ambos nombres fue conocida la reina de la Casa Blanca. No sabemos, salvo que hubo 200 muertos y cientos de heridos, qué ocurrió en los trenes de Atocha el 15M y dudamos todavía sobre la bomba de Mateo Corral hace un siglo más o menos; así que no pretendamos saber qué ocurrió con el "golpe de timón" del 23F. El mundo, España singularmente, es puro teatro.
Así que vayamos al teatro. Nace una nueva sala, El Umbral de la Primavera y eso es buena señal; el teatro resiste pese al IVA asesino y caníbal que quiere acabar con él. El vigor de las salas alternativas es poderoso y creciente. Alternativa era, es, considerada La Tribueñe de Irina Kourbeskaya y ahí esta triunfando en el Español y con otros dos frentes abiertos, y en gira o en bolos, Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama y Bodas de sangre. Puede que no tarden en reponer alguna obra, marca Irina que, a través de la escuela rusa de Vajtangov, ha tenido la virtud de enlazar a Lorca, Valle y Chejov. Vajtangov es el precedente del realismo mágico de Gabriel García Márquez; este creo yo es el sello de la sala Tribueñe.
Y el sello de MBIG, de José Martret, en la Pensión de las Pulgas ¿cuál es?. El desvelamiento al espectador de la gran galería de brujas y personajes siniestros, la sombría alma de un asesino en desacuerdo consigo, uno de los pilares de la dramaturgia trágica shakesperiana: Macbeth. Hay una concesión innecesaria a la "modernidad": MBIG son las siglas de una razón social y comercial, Mc Beth International Group, que organiza eventos, entre ellos la visita a los lugares donde se desarrolla la acción de la tragedia de Macbeth. Pero la complejidad de este planteamiento, y las nuevas formas de interpretación requieren mayor detenimiento y concentración. Lo haré muy pronto; de momento señalo su interés incuestionable, la conciencia mala y maldita de Lady Macbeth, su lujuria de poder, Macbeth y el miedo a la culpa, el fantasma sanguinolento de Banquo. Intimidad de las pequeñas salas, 20, 30 espectadores, que impone, por fuerza, unas nuevas formas de interpretación. Aquí está una de las revoluciones del teatro alternativo. Y puede que en MBIG más acusada que en otras.
Shakespeare es un autor trágico, autores jóvenes se inclinan por la tragedia. España es un país trágico. Y el Monarca y Adolfo Suárez son personajes de tragedia, por encima del esperpento y la bufonada del tejerazo. Me temo que también Adolfo Suárez, hijo, posible futuro título nobiliario, empieza a ser un personaje de Shakespeare. La desmemoria de la Urbano no apunta contra Suárez ni su significado histórico, ni contra la democracia; no confundamos las cosas.
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