sábado, 16 de agosto de 2014

VANDALISMO LEGAL EN SAN MARTIN DE FRÓMISTA


Antonio Machado no estuvo en Torre de los Molinos, mi aldea de Palencia. De haber estado, nunca hubiera podido escribir sobre Castilla aquello de “oh tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas, de campos sin arado, regatos ni arboledas”. Torre de los Molinos es un vergel, un oasis en una depresión de la Tierra de Campos. Tiene una gama infinita de verdes, desde el verde mar intenso al verde amarillo, oro viejo en sus álamos, olmos y  chopos; y la plata  mate de alguna variedad de álamo, de una vega alimentada por  las aguas de Carrión.

 Si entras a Torre de los Molinos por el Oeste, por la parte de Paredes de Nava, descendiendo desde el Alto Corralillo, te das de bruces, de golpe,  con la alamedas, las olmedas y las choperas y la variedad de arbustos de las márgenes del rio, ese río que cantó el gran Francisco Vighi, que se suicida en el Pisuerga  por no entrar en  Valladolid: cosas de nacionalismos palentinos. Si entras  a Torre por el lado de Carrión de los Condes, viniendo de Frómista y Villalcázar de Sirga, la aproximación  es más plana y menos súbita. El camino desde San Zoilo  es  todo todo verde hasta que en un recodo, ¡zas! aparecen las 30 casas, unas de adobe y otras encaladas, y el aire de fiesta y de concordia de los emigrantes que celebran el dia de la Virgen de Agosto con una comida de fraternidad y solidaridad.

Unas  300 personas unidas por la melancolía del destierro y la diáspora y por el júbilo del regreso y del reencuentro fugaz y transitorio. Pero es mi hermana Elisa, mi hermano José María toda  la innumerable  familia que los rodea y la vida me regaló, los que me mueven los recuerdos más calientes. A todos dedico  la única salutación que me es posible: “somos los hijos de la emigración; fuimos charnegos en Barcelona, maquetos en el Pais Vasco, gatos en Madrid, españoles heroicos y hasta el límite de la razón  en Alemania.   La emigración ha levantado este país llamado España. Orgullosos debemos estar. El llamado “milagro alemán”, algo le debe a la penuria de los españoles. El progreso industrial de Euzkadi y de Cataluña no hubiera sido posible sin la inmigración del resto de España, sin maketos y charnegos. Como prófugos de las penurias y necesidades,  estamos agradecidos a los países de acogida. Por eso podemos mirar con la frente bien alta a Jordi Pujol, el latro,  y decirle que España no roba a Cataluña, algunos amamos la Catalunya que nos acogió y le dimos mucho a cambio; no fue hospitalidad, sino conveniencia mutua. Usted, señor Pujol, sí ha robado a la patria que ha presidido; y de paso ha robado al resto de los españoles. Amén, Salud y forza al canut”.

Paso, por culpa de  una especie de inercia lírica poética, por San Martín de Frómista. San Martín es la lírica suprema del románico, lo más perfecto y armónico, la poesía de la matemática,  frente al románico militar de la fortaleza templaria de Santa Maria de Villalcazar de Sirga. En la plaza de San Martín, a 20 metros de tan perfectísima arquitectura, alguien está levantando dos viviendas; el andamiaje es una bofetada en el rostro de los visitantes. Hay polémica en el pueblo y empieza a haber denuncias. Al parecer,  esta agresión al Patrimonio Artístico Nacional cuenta con la autorización burocrática del Patrimonio. O sea, el Patrimonio contra sí mismo. Pero la última palabra la tiene el señor alcalde que, a lo que se ve, hasta ahora no ha dicho ni mú.

En el frío de un anochecer a  16 grados centígrados, un grupo musical, aterido, ensaya un concierto de música medieval, al lado mismo del estrafalario montaje. Mi consejo es que, antes de ponerle una bomba,  se consulte con la Benemérita Guardia Civil; la voladura ha de ser controlada para no dañar el templo, la más refinada  orfebrería de la piedra eterna. No queremos amateures ni exaltados. Primero que hable el señor alcalde. Luego ya veremos. Trato de explicarme esta osadía edificadora por una cuestión de amor a la Iglesia más perfecta, no ya del Camino de Santiago, sino de la cristiandad. Los dos hermanos que edifican su vivienda a dos pasos del templo, lo aman tan desesperadamente que quieren  tenerlo siempre presente: al acostarse y al levantarse, al desayunar y al merendar. Par ellos no hay más horizonte, que el pórtico de San Martín. Esa deber ser la clave: un exceso amor.  

Y ahora a ver cómo me las arreglo para no faltar a las Corridas Generales de la Aste Nagusia bilbaína. Cosas de Camino y su derivaciones, me llevarán a la frontera con Portugal. Este lunes  Javier Aresti me había invitado a presentar el apartado de la corrida de Alcurrucén. En tiempos, invitado por Luis Lezana, presenté la corrida de Cebada Gago. No podré estar; pero donde sea y como sea, ya me echará una mano el Murga, por mejor nombre cervantino Cide Hamete, para ver las corridas por el Plus y escribiré de ellas. Es decir, escribiré de Bilbao.  Y, a lo mejor, tengo la suerte de que Nekane ilustre con sus retratos alguna croniquilla. A ver cuándo puedo llegar a Bilbao. Hoy pasaré de los rejones -Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández-. El rejonazo  me lo ha dado el andamiaje de la plaza de San Martín.  Y lo dicho; ningún acto vandálico sin  asesoramiento de la Benemerita del tricornio. Aunque para vándalos, el Patrimonio, los dueños de las viviendas proyectadas y el señor Alcalde si no pone remedio. Lo ideal es una voladura controlada y levantando acta de la misma ante las autoridades.

 Proyectos derivados de este viaje a Palencia y su confines por el este y por el norte: un libro sobre Gómez Manrique, señor de Amusco.  Jorge Manrique, el poeta del amor cortesano y el de las Coplas,  tenía un tío, hombre importante en los orígenes del teatro de España.

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