Tras la batalla de ayer de los victorinos en Las Ventas,
peor que el desembarco de Normandía, precisamente en el dia justo del
aniversario del dia D, llega la posguerra, la calma de una tarde de caballos; pero
la Guerra Fría entre el sistema y los aficionados persiste. Mañana deseo unos
miuras apacibles para la terna, en la que está Rafaelillo, que durante toda la tarde tendrá en áscuas a Pepe Lucas, el pintor volcánico, mediterráneo y murciano. Como se
cuenta por lo menudo en Historias Golfas
del Café Gijón, hubo un tiempo en que
a José Lucas dejé de citarlo en mis crónicas. Hoy, a expensas de lo que
pueda ocurrir mañana con Rafaelillo y Castaño y Serafín Marín con los miuras, lo recupero con todos los honores.
Sabia decisión de la empresa de
Madrid poner una de caballos tras el duro rifirrafe de los victorinos,
la corrida del terror, el salario del miedo como escribe Carlos Ilián en Marca. Un respiro y el domingo, la miurada ausente
muchos años de Madrid; que salgan miuras de fresa y nata, como los victorinos
del interregno, o la vamos a tener otra vez. No hay que engañarse, en esta
trifulca en la que a Victorino Martín el sistema se le ha tirado a la yugular,
se plantea más que los problemas de una corrida: está en juego una
idea de tauromaquia. Tengo yo que llamar
a Luis María Anson, al propio Illán,
a Luis Abril a Fernando Almansa, presidente del jurado, a
ver si al fin premiamos a un ganadero. El Paquiro ha distinguido a
intelectuales como Gimferrer y Vargas
Llosa, a la Junta de Bilbao en la persona de Javier Aresti, a toreros insignes en proporción casi exclusiva y excluyente. Es hora ya de que elijamos a un
ganadero: mismamente Victorino Martín,
si no pega el petardo en Bilbao. En el Valle
Inclán procuramos que estén representadas todas las vertientes de la
farándula, aunque predominan los cómicos y cómicas. Pues lo mismo en el
Paquiro. Hay más días que longanizas, pero convendría que fuéramos pensándolo.
En ausencia de toros está tarde Feria
del libro o Teatro. O las dos cosas. La Trinidad non sancta de toros, libros y
teatro es un buen sostén para andar por la vida. De todos los amigos que
han pasado por la caseta de Almuzara,
136, a que les firme Historias Golfas del
Café Gijón ha habido un encuentro especialmente conmovedor: Javier Ruiz Martín, al que conocí de niño y que,
por esas cosas imprecisas e iluminadas del lenguaje infantil, me llamaba
sobrino. No lo reconozco; y sólo cuando se le saltan las lágrimas al decirme que
Eduardo, su padre, y Andrés, su hermano, han muerto, recupero
a aquel niño y listo de hace cuarenta años. Y recuerdo las
ensaladas de tomate pelado, especialísimas, de Pepita, la madre. Eduardo
Ruiz es un gran poeta de un solo libro, Sobre los unicornios y otras crónicas, que publicó en Colectivo 24 de Enero, una colección fundada por Emilio Sola, Javier Reverte, Pablo Jiménez, Francisco García Navarrete y yo. Todos
tienen un lugar en el archicitado Historias
intelectuales y golfas y a
Javier Ruiz le tiemblan las manos cuando abre el libro, memoria de su padre. Ha salido también escritor,
aunque no sé si también poeta y me trae un libro que recomiendo:
Los 27
papas del cardenal Belluga.- Editorial funambulista. Javier Ruiz Martín lo
ha traducido del latín, partiendo de unas crónicas del cardenal encontradas en
la biblioteca del Vaticano. 27 semblanzas de 27 papas trazadas por el cardenal
Belluga que, consciente de sus debilidades e insuficiencias, se negó a aceptar
el capelo cardenalicio. El Papa Clemente XI le sometió al voto de obediencia y
esa experiencia, de forma mordaz y con una pluma implacable y ligera, es la que narra Belluga, obispo de Cartagena,
a lo largo de estas páginas. 27 Papas, 27 biografías, 27 retratos que
demuestran cómo, bajo la autoridad divina de la silla de Pedro, aquellos seres eran, antes que nada, hombres de carne con sus
miserias, muchas, y sus grandezas,
algunas. Algo así como el poder, la gloria y la cruel contradicción. Javier Ruiz Martín me dedica el libro en el recuerdo de
su padre y en nombre de sus hermanos y su madre. Dios te lo pague. De vuestra
casa del Paseo de la Chopera, hace muchísimos años, salí vestido de ceremonia
para mi boda con Ana.
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