Entré en el Amaya a ver el remake de La curva de la felicidad, sin saber quién era Sergio Fernández, el Monaguillo y salí convencido de que es un buen actor, capaz de dar al entrañable personaje de Eduardo Galán y Pedro Gómez, una conmovedora dimensión. Esta pieza pertenece al grupo más amable y divertido de la producción, ya notable en número y calidad, de Eduardo Galán: la comedia costumbrista que, entre bromas y veras, pone al descubierto elementos primordiales del ser humano, del hombre en particular: el amor, el sexo, la libertad, el machismo restrictivo....La gente se rie con las peripecias de estos cuatro personajes, que podrían ser las suyas, que lo son en realidad; y con la fresca y naturalísima interpretación del ya citado Monaguillo, de Jesús Cisneros, Antonio Vico y Josu Ormaetxe: solos con sus fantasmas de seducción y soledad rondando sus vidas de una asombrosa vulgaridad cotidiana. Habrá que escribir más sobre la realidad agridulce de La curva de la felicidad, sobre esa metafórica curva del estómago y la llamada crisis de los 40 años que atormenta a algunos seductores y seductoras.
Pero a mí de lo que me gustaría escribir DE VERDAD, sería de Ultima edición, la otra parte del espejo en la obra de Galán, la de Maniobras, por ejemplo, la menos amable, que aún no ha llegado a Madrid sin que uno alcance a dilucidar las causas de ese retraso: el sistema, esa abstracción en la que se encubren muchos despropósitos del mundo teatral y de otros mundos. Ultima edición es una profunda cala en el periodismo de estos dias; el periodismo como contrapoder, a menudo convertido en apuntalamiento de un poder sectario, partidista, amordazado. Los "misterios" de la redacción de un periódico, los trepas, las víctimas. En definitiva, Última edición como la vida misma.
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