martes, 4 de marzo de 2025

 MARGALLO; In memoriam

HUMOR, AMOR, TALENTO Y COMPROMISO.

Mi penúltima visión de Juan Margallo, está marcada  como no podía ser de otra forma, por el humor. El padre intelectual de todos nosotros, José Monleón, nos invitó a el y a mí a una mesa redonda en Bellas Artes para hablar de teatro , censura y represión en el franquismo. Paternalmente nos recomendó que no fuéramos muy críticos con Felipe González.  Naturalmente , ante la consternación del aguerrido director de Primer Acto, la biblia del teatro para muchos pusimos a Felipe González, "desleal al socialismo" a parir. Al fondo de la sala abarrotada estaba Petra Martínez, la otra mitad de Margallo, la compañera eterna, sin la cual resulta imposible entender  a Juan, . En un momento determinado, un joven entusiasta se levantó y empezó a alabarnos, "vuestra lucha , vuestros riesgos...debisteis pasarlo muy mal....Os debemos un homenaje....". Margallo y yo nos miramos. Alguna manta de hostias, con perdón,  había habido en los sótanos de la DGS ....alguna caida sin más trascendencia. A mí me tocó en desgracia el infame y abyecto,  Pacheco, por nombre de guerra Billy el Niño, pero tampoco fue para suicidarse. A Juan , no sé si cayó alguna vez, dando por sentado sus problemas de censura y acoso contra su grupo de teatro. "La verdad, contestó Margallo, es que lo pasábamos muy bien. Un tiempo tuve que irme con mi grupo a Europa, cómicos de la lengua, por esos caminos de dios, a zonas donde residián obreros emigrantes españoles...". No sé qué dirá Javier....; pero yo creo que nos divertíamos mucho." Yo confirmé:

   -Tienes razón; con Franco vivíamos mejor.

   -Eso no lo sé..Habria que preguntárselo a los represaliados...pero   contra Franco  nos reíamos más.

   Algunos nos tacharon de frívolos, y no les faltaba razón. No era nuestra intención frivolizar el franquismo, sino minimizar nuestras dificultades de ácrats quizá un poco irresponsables 


sábado, 8 de febrero de 2025

 

Luis María  Anson REPUBLICANO

 

Luis María AnSON, un monárquico de toda la vida, ha vuelto a sorprender al personal al pedir al Partido Socialista Obrero Español que impulse el advenimiento de la III República.   Sabe Luis María que eso sólo  puede lograrlo la voluntad del pueblo español, o sea  un referéndum sobre Monarquía/República; pero sabe también que los mecanismos del poder pueden manipular democráticamente la conciencia de las gentes y el resultado de las urnas.  Lo que en tiempos se llamaba pucherazo y ahora no sé cómo se llama. No sé si la declaración de principios ha tenido lugar en la taberna Garibaldi, de Pablo IglesiAS o en algún otro sitio. No me , fervorosamente la llegada de Podemos que venía para romper el bipartidismo perverso  y asaltar los cielos.  Además, quien se sorprenda es que no conoce  a Luis María Anson su antifranquismo protegido desde el baluarte del ABC verdadero. Anson es un monárquico juanista, un monárquico de don Juan, que aceptó la alteración de la línea sucesoria en favor del hoy Emérito expatriado don Juan Carlos de Borbón.  Pero siempre permaneció leal a don Juan; ahí está su libro y los viáticos con que cierta nobleza española aliviaba las estrecheces de Estoril y el propio Anson canalizaba.

No era  infrecuente verlo en las salas alternativas, vestido de traje y corbata entre la “canalla” de barba, vaqueros y minifalda. Con Anson  he colaborado en algunos proyectos teatrales que han marcado la escena española. Por ejemplo el Premio Valle Inclán que patrocinaba CocaCola, bebida que nadie del  riguroso jurado bebía, pues éramos más del cava seco  y del vino.  Siendo un clásico, a Anson le atraen  las vanguardias. Por ejemplo,  se volcó entusiastamente con Angélica Liddel , que fue la ganadora, creo recordar, de la primera edición. Fue una noche recambolesca, pues la posible o el posible ganador debía estar presente en la cena de gala, circunstancia a la que entonces la extravagante rebelde Angélica se negaba. Pero esta otra historia que no viene a cuento sobre el republicanismo de un monárquico recalcitrante como Luis María Anson,  que prometo contar otro dia.

miércoles, 29 de enero de 2025

 

Un óbituario tardío, Hevia

Llamadme Ismael.

Enfrascado en asuntos triviales y frívolos, pese a mi voluntad, me llega tarde la noticia de la muerte de un amigo. Un "tabernero"  como le gustaba le llamaran la gente de confianza y sin abusar,  cuando estaba en  entre poetas, algún periodista y pintores. Un hombre.  Los  pintores que le pagaban en cuadros comida y mantel, también sin abusar.  Pablo Pombo, un pintor  "maldito" hasta que le redimió el amor y la paciencia  atormentado, volcánico y un poco baudeleriano, era su preferido.   Pablo  era asiduo al restaurante Hevia, en el corazón de la "milla de oro" de Madrid, en los altos de la calle Serrano  frente a la Embajada de Estados Unidos. Apartado del ruido de la metrópoli, lejos de Madrid,  supongo que  el restaurante Hevia sigue allí. En Hevia los asíduos, al menos los asíduos como yo, no necesitábamos elegir menú. Lo dejábamos en la mano de Ismael. Tras la primera copa de vino tinto en la barra, Rioja o Ribera de Duero, y no raramente clarete de Cigales que era y sigue siendo mi preferido, el condumio.  Una mesa al fondo que atendía el propio Ismael no por falta de camareros, sino por placer y charla  Llamadme Ismael,  aunque él no tenía nada de arponero ni cazador de ballenas ni capitán Akaf. Era el capitan de la milla de oro. Descansa, amigo.