De como Miguel Angel se atribuye paternidad de la Alfarera
En Teatro del Barrio, convocados por Famélica, de Juan Mayorga me encuentro con Emilo Torné, Calambur, editor que más
bellas ediciones ha hecho de mis libros y una de las personas que más ha confiado
por mi poesía. Solo por las ediciones que diseña, maqueta y dibuja EmilioTorné,
merece la pena escribir. No hay libro más hermoso que Los toros furtivos, relatos de la clandestinidad taurina, con
permiso de Natalia Millán, el cual ,
además, lleva un prólogo escrito a mano, de Pere Gimferrer. Natalia Millán no debiera condenar los toros sin
leer este prólogo y sin ver una corrida en mi compañía, este libro Un dia será
joya de bibliófilos, lo es ya. Me recuerda Emilio que hace meses le prometí un nuevo poemario; prometido queda y
refrendado con los últimos compases de A
las barricadas y de La internacional,
de Famélica.
Siento una extraña
emoción cuando escucho otra vez la canción partisana, Bella Chiao, Bella Chiao por boca de Palmiro
Togliatti, Gramsci y Rosa que, supongo
debe de ser, Rosa Luxemburgo. Con
emociones distintas y distintas incertidumbres este himno de la Resistencia
partisana me ha perseguido todo el verano. Anteayer, en Teatro del Barrio, una punzada en el estómago como si fuera una
maldición a punto de cumplirse. Una extraña maldición sin saber por qué ni
por qué no; las amenazas sin rostro son las peores, porque un dia el
rostro concreto aparece y te encuentras desarmado. Seguidores de mi diario me
piden que le ponga de una vez puta vez nombre a la Alfarera Prodigiosa. Su
nombre es ese, el que la marcará para siempre. Me preguntan por qué nunca la he
descrito físicamente: sus ojos, su pelo, su cintura, sus labios, su nariz. Muy
sencillo; porque el misterio debe prevalecer. Es conmovedor cómo este personaje
cuyas formas nacieron de una fantasía de
Boticheli y Miguel Ángel, invención de
una mente calenturienta como la mía, ha calado en la gente
Ahora nadie sabe si es un personaje en busca de un autor, o
soy yo el autor pirandeliano en busca de
un personaje que se le fue de las manos.
Nació libre y libre morirá. Y ustedes, amigos lectores, habrán de conformarse con el Pequeño Nicolás, al cual traigo hoy a
la palestra. Boticcelli y Miguel Ángel
se atribuyen orgullosos la paternidad de la maga del barro y el alfar. No me
importa compartirla con ellos. Ambos genios me saludaron
a la salida de Famélica. Admiran a Juan Mayorga, del que dicen que es un autor digno del Renacimiento. Llego a casa
y Ana me aisla un montón de mails,
tuits, guasapt….Los genios y sus ayudantes no aciertan. Aventuran casi 50
nombres y ni por esas. Miguel Ángel me ofrece una estátua más bella que la de
David a cambio del nombre de mi amiga. O un grupo escultórico, la Alfarera y yo
abrazados. No hay trato. Que se la hagan a Juan Mayorga que ha escrito, creo
yo, la mejor obra de su vida por el momento; un modelo de teatro político, las
zonas obscuras del estalinismo, la luminosidad de Marx y Engels. Pronto
haré la crítica.
Elogio del pequeño
Nicolás
El pequeño Nicolás,
vuelve a sus enredos y sus trapisondas. No sé por qué, acaso por el lodazal y la
picaresca en que sigue chapoteando la política española. No me resisto a publicar el soneto que le dedico
en mi libro Nuevos sonetos de la
Impostura, de próxima aparición, me dice la editorial.
(A un pequeño espía y
gran impostor)
Impostor de impostores, Nicolás,
Un muchacho sagaz y veinteañero.
Gloria a tí perspicaz aventurero
Que has sido entre mangantes
el que más.
Allí por donde vuelas o do vas,
Más puto eres que el puto putañero;
Más pícaro, tenaz y pinturero,
Más insolente, borde y mandamás.
Cortesano muy listo,
audaz ignaro,
Celestino de un turbio
Ballarín,
Muñidor de patrañas y de pliegos.
De claro en turbio o de turbio en claro,
Todos temen al diestro saltarín,
Rufián de ninfas, lázaro de ciegos.
Estrambote doble.
Correveidile, cómplice de juegos
Correo de la tribu cortesana,
Marmitón de cocinas y
de fuegos,
Vela y grumete en
naves desnortadas.
Doncel de Ballarín
investigado
Fámulo expendedor de coartadas.