martes, 28 de abril de 2015

ESPERANZA D,ORS; ANTES ABUELA QUE ESCULTORA


Pequeños gozos sentimentales

Recibo una foto de Darío, un niño de poco más de un año, un niño guapo que tiene una hermana también  guapa que se llama Olaya. A través de esta foto pueden descubrirse algunos secretos y misterios de la naturaleza. La naturaleza  es bella; es el hombre  quien la hace bárbara e inhóspita. Crecerán Darío y Olaya y dentro de unos años acaso no se reconozcan en estas fotos.  Darío tiene pinta de actor, posa instintivamente como actor; cautiva con  insolencia inocente de actor el ojo de la cámara; la cámara se hace cómplice de Dario. Se llama Darío Diaz Amestoy. O sea que no sería extraño  que llegase a ser actor.
La foto de Darío me la manda su abuela Esperanza D,Ors, una gran escultora, una artista telúrica de mitos y de héroes. Esto es  secundario al hablar de Darío y de Olaya; la condición de abuela se impone a cualquier otra consideración; lo de escultora pasa a segundo plano. Le ocurre igual a mi hermano José María. Tiene una nieta también guapísima que se llama Alejandra. Mi hermano, con solo mirar al cielo adivina el agua y la ventisca, el cierzo y el pedrisco. Esa condición de hombre enraizado en la tierra y en los vientos es don de  los campesinos de Castilla: ver crecer la yerba, poner las frutas en sazón, darle a los  huertos, con el riego,   el verde exacto. Ya nada le importa; sólo la risa, los balbuceos, los trompicones  y la maldades de Alejandra.
Darío será actor, tiene toda la pinta: un galán seductor más cerca de los gozos del comediante y su paradoja que de los sufrimientos del Método, seguro. Su abuelo Ignacio Amestoy  es actor, aunque en menor medida, muchísimo menos,   que autor; Amestoy es uno de los imprescindibles de la generación de la Santa Transición;  Ainhoa, madre de Darío, es  actriz, aunque no sé en qué grado de comparación con lo que tiene de autora y directora. Mira, Darío;  yo quise ser actor y en mi pueblo, Torre de los Molinos, una aldea de Palencia, llevaba buena carrera. Mi madre, una campesina sabia, dirigía comedias y lo hacía muy bien. Si había un papel de muchacho ese era para mí. Y una vez me dio un protagonista, San Tarsicio, mártir romano de la Eucaristia; aún me duran los cardenales que los cafres  paganos de mi pueblo me infligieron.

Cuando llegué a Madrid, en vista de que no tenía porvenir como actor, me hice crítico de teatro; para acercarme al misterio, para descifrar el lenguaje sagrado del misterio. Imposible, Darío; el misterio es el misterio y acaso sea mejor no descubrirlo nunca. Basta quizá con tener un padre y una madre, un abuelo y una abuela. Y una hermanilla chica, como Olaya. Con el tiempo recordarás, por encima de todo, las caricias de la abuela y no sus colosales esculturas. Ser abuelo debe de ser algo importante. Yo ni lo soy ni los conocí. Y por eso dicen que, a lo peor, fui un niño desgraciado. No lo creo, pero algo me falta seguramente. Cuando seas actor ignoro  si yo estaré todavía en esta cosa de la crítica; pero cuenta conmigo. Serás el mejor actor del mundo, lo prometo. 

lunes, 27 de abril de 2015

PRIMO DE RIVERA Y ALBERT CAMUS, UNA IDEA COMÚN.

Bibesco; la princesa roja.
Confieso que entro en los asuntos, políticos o no, más por curiosidad intelectual que por ideología. Si no, cómo podría haber llegado a  emparentar una frase de Albert Camus con otra   de José Antonio Primo de Rivera fundador de la Falange?. Escribió Camus: “no admitimos más aristocracia que la del trabajo y la inteligencia”. Proclamaba José Antonio: “sólo hay una nobleza, la del trabajo”. Por curiosidad intelectual, cuando empecé a despertar a la política, me atrajeron   causas y culpas de la evolución de la Falange, hasta culminar en la nazificación a manos de Serrano Suñer. Por curiosidad y  humor negro logré explicarme la aversión a la Unificación  por parte de Hedilla: "carlista es un mamífero marsupial y trepador  que  ataca después de haber comulgado".
Definición sin duda sesgada.
Releía estos días un librito viejo, un incunable, podíamos decir, sobre los intentos de asesinar a Franco, todos fallidos como se sabe: Objetivo, matar a Franco. Forma parte de una primorosa colección, Historia secreta del Franquismo que publicó Ediciones 99. Mientras Franco puteaba, estricto sensu, a la Falange, algunos falangistas disidentes del rebaño franquista planeaban ejecutarlo. No pasó de conjuraciones de café. Pero, como posibilidad, se planteó. Al menos eso contaba Alcázar de Velasco en su vejez y cuenta este libro de Armando Romero Cuesta.
Ahora van a hacer un musical sobre José Antonio y la princesa Bibesco, Mi princesa roja. Lo escribe y lo va a dirigir Alvaro Sáenz de Heredia, excelente currículo en cina y televisión, sobrino,  de José Luis  Sáenz de Heredia, pero en otra onda, me parece. Era el tio un  buen cineasta, abducido por Franco, para el que dirigió Raza, de la que  fue guionista   Ramón de Andrade, o sea el mismo Franco con pseudónimo. Su fe franquista se impuso, creo yo,  a su fe cinematográfica y por eso le  salió el filme que quería Su Excelencia. Fue premiado por el Caudillo con el encargo del filme conmemorativo de los 25 Años de Paz,   Franco, ese hombre, que tampoco defraudó al general. Ignoro lo que pueda salir de este musical sobre los amores de José Antonio y la Princesa Bibesco; pero en el aspecto sentimental tiene buena pinta; la belleza de esta Mata Hari roja que enamoró al Fundador, resulta fascinante.

Si yo fuera falangista de los de verdad, no de figuración y atrezzo -no soy ni lo uno ni lo otro- pediría el procesamiento de Franco por falsificación de la Falange y por complicidad  pasiva en el fusilamiento del Fundador. Tampoco estaría de más poner en práctica el  arrogante desafío de este  con el que empieza el libro citado: “Si os engañamos, alguna soga quedará en vuestros desvanes y algún árbol en vuestra llanura; ahorcádnos sin piedad”. !Joder!, si eso  se hiciera ahora, pocos demócratas falsarios de esta  pútrida democracia quedarían vivos.

jueves, 23 de abril de 2015

TEATRO. CARLOS HIPÓLITO, PREMIADO. LA LEYENDA PEPE ISBERT

 Carlos Hipólito, premio de lujo.
Vuelvo a Albacete. Por culpa de Carlos Hipólito,  los Premios Pepe  Isbert y la Asociación de Amigos de los Teatros Históricos, Amithe, o sea Javier López-Galiacho. Carlos Hipólito ha sido distinguido por El crédito, de Galcerán, trabajo también  galardonado con el Valle Inclán. Hipólito, una luminaria del teatro español cada vez con más luz. Como dijo Manuel Galiana al entregarle el premio, Hipólito no parece tener techo en ninguno de los géneros que aborda: drama, comedia, tragedia. Mario Gas lo puso a cantar en Follies y no me extrañaría que su destino fuese la Escala de Milán.  También ha sido premiada la Hemeroteca de ABC, historia viva del teatro español.
Teatro Circo: un monumento. Vuelan fantasmas de trapecistas en triple  salto mortal; trotan ecuyeres magníficas; sollozan en  sordina  rugidos de fieras, melancolías de payasos,   amores contrariados. En todo circo hay siempre un amor maldito y un riesgo de autodestrucción. Y el holograma de una mujer que me fascinaba, Pinito del Oro: la diosa  del trapecio y la silla.
 Teatro Circo de Albacete, el único, o por lo menos el más bello, de España; La Asociación Amithe funciona  gracias al viático de  los Arcos, firma de cuchilleros ilustres, que nada tiene que ver con el Arco de Cuchilleros de Madrid, cuevas de Luis Candelas el bandido generoso. Un Ayuntamiento ilustrado protege las iniciativas de López Galiacho que junta en su persona la pasión del teatro y la pasión de los toros. Todo bajo la advocación de José Isbert,  más recordado por una frase en Bien venido Mr. Marshall que por su genialidad de actor: “yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación os la voy a dar”. Debieran ponerla como lema bordado en oro,   en su despacho todos los alcaldes de España. De  ensalzar   la memoria y el genio de Pepe Isbert se encarga Amithe con los premios de su nombre. Y como memoria de una saga un nieto, Pepe Isbert, que iba para galán de postín y por infortunios  de la suerte se quedó varado.
 Para amenizar la gran gala de entrega  llevaron   Los toros  a escena, una idea que hace años puso en marcha el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, última edición.  Aunque lo haya escrito yo, es un buen espectáculo. Lo digo sin rubor porque este es mi blog en el que solo mando yo y por eso  muchos lo llaman una Una voz sin amo. Tres actrices,  tres personajes: Isabel Blanco una guiri glamurosa; Sabela Hermida una tabernera castiza  y Esther Alvarado  una periodista sabeora. El baile arrebatado de Raquel Valencia,  grande de la Quimera en la que  todos grandes; con la  guitarra de El Persa. Y la batuta de David de Loaysa, en dirección y espacio escénico. Improvisó  un cameo para Galiana y por  poco lo convierte en protagonista; virtudes de los grandes como Galiana. Antorrín Heredia más desgarrado que nunca  hasta el exceso. Con razón se dijo que el jazz y el flamenco, más que música, son lamentos de dos razas oprimidas: los negros y los gitanos.
 Y un torero en escena, toreando de salón, enamorando guiris en competencia con un cantaor excesivo. Con tal pureza lanceó  Sergio Serrano que, desde los altos  del andamiaje,  se oyó  una voz: “sitio para Sergio en los carteles de las ferias”. Sergio Serrano  le ha hecho ese toreo, insolente  de tan puro, a los samueles, a los adolfos, a los cuadris. Cinco veces abrió la Puerta Grande Albacete, una tras otra,  y ahora no le dan a comer ni una rosca. Misterios del sistema que impera en el toreo. Su espejo es Diego Urdiales. Un modelo a seguir. Diego ha sufrido y sigue sufriendo. Y, siendo el torero más puro del momento,  aún le cuesta entrar en los carteles. Tanto le cuesta que, en muchos, no entra
 Tuve ocasión de conocer por la mañana a Sergio Martínez, otro torero albaceteño del que con más gusto he escrito. Rompió las Ventas más de una tarde y luego la puta espada le rompió la faena y le astilló la puta Puerta Grande.  Me lo presenta un crítico joven y beligerante: Lorenzo del Rey. El saludo de Sergio Martínez me conmueve y, por sí solo, justificaría  una vida de cronista: “cuando mis hijos quieran saber quién fu su padre como torero les enseñaré sus crónicas”.

 Albacete. Inolvidables tardes de toros en la Feria, la mejor de todas las ferias de Septiembre; noches interminables de mus en el Callejón con Miguel Ángel Cuevas; en las Rejas, madrugadas taurófilas y sosegadas; el buen yantar y el buen beber. El Callejón es la catedral; Las Rejas es una ermita. Rodolfo ha recuperado  viñas malditas sobre campos de metralla, los refugios y los búnqueres de la guerra. El vino,  diálogo de la paz. Albacete en el corazón. 

lunes, 20 de abril de 2015

TEATRO DE LA GUERRA DEL 36.MAX AUB EN EL LABERINTO

Dignidad


Dignidad es una palabra en desuso, mejor dicho es una práctica en desuso, pues de palabras vacías está llena la vida política y la vida en general. Ha tenido que venir una obra de teatro, siempre el teatro, para remover las conciencias y mostrarnos que vivimos en el reino de la indignidad: España. El teatro o es agitación o no es nada; o es muy poco. Dos amigos, uno la estrella rutilante de un partido  enfilado al poder; el otro, su sostén político, su amigo de siempre; uno hace política de despacho y demagogia inocente, o sea honrada;  el otro hace  política de cloacas. El líder, abrumado, abandona la carrera. Mas  no llegará  a la cita con el periodista caníbal dispuesto a “publicar todo lo que le echen con tal de vender más ejemplares”. Unos sicarios se lo quitan de en medio sin contemplaciones. El amigo fontanero, el de las cloacas, hereda su discurso de regeneración política y su puesto. Y todo seguirá igual.
 Ignasi Vidal ha escrito un texto implacable, con una tensión dramática irreprochable,  rotundamente interpretado por él mismo y por Daniel Muriel. No sé qué tiempo le queda a  Dignidad en la cartelera de los Teatros del Canal. Pero una obra así  debiera ser eterna, al menos mientras dure esta democracia putrefacta en la que creo mucho menos que Ignasi Vidal. En un ejercicio de erudición histórica el autor trae a colación lo que entre los senadores romanos significa la Dignitas y qué ocurría cuando esta se perdía: la cicuta y abrirse las venas. Había vergüenza. Y dignidad. Pero está visto que en la actualidad, o acaso siempre, esos  son sentimientos de   pobres. ¿Tienen vergüenza los Ratos, los Bárcenas, los Orioles, los Rajoys, las Cospedales, Griñanes, Chavez  y tantos otros?. Ni lo sospechen.
Mas Aub y El Laberinto Mágico.

Llevar a escena este colosal corpus narrativo de Max Aub se antoja empresa poco menos que imposible. Salvo que quede en manos de Ernesto Caballero y José Ramón Fernández. Caballero, director del Cdn, puso en marcha marcha hace tiempo el Laboratorio Rivas Cherif, taller de investigación teatral. José Ramón Fernández es el autor español de más sólida encarnadura  maxaubiana. El laberinto mágico es la epopeya de la incivil guerra del 36; un friso monumental de muertos, de vivos, de fantasmas muy reales y de realidades inaprensibles al que una veintena de intérpretes dan cuerpo táctil y comprobable.  Los autores lo consideran aún en proceso de elaboración  escénica. En una semana de exhibición en el Valle Inclán,  con un público de carácter consultivo, Ernesto Caballero y José Ramón Fernández han ido pulsando opiniones, explorando  conjeturas, descubriendo o restringiendo posibilidades. A mí me parece que El laberinto mágico está ya encauzado,  salvo los inevitables y necesarios reajustes de rodaje y perfeccionamiento; una obra de teatro es siempre territorio abierto.   A este mágico y feroz laberinto le falta nada, o muy poco, para su definitiva confrontación con el público generalista.

viernes, 17 de abril de 2015

TEATRO; TEATRO. PATEO EN EL BARRIO DE LAVAPIES.

El temido meneo.
Tiemblen los malos  cómicos: el meneo ha vuelto; el pateo temido y ya desterrado de los estrenos hace años. En la Sala El Umbral de Primavera, en el corazón de Lavapiés. Y como gran corifeo, como confalonero  de la revuelta, quién iba a decirlo, el gran José Pedro Carrión, jubiloso y terminal. Y con él una luminosa y agresiva Valery Tellechea, una JAU (Joven Actriz Agraviada). Sólo por escucharla, por verla en un  discurso   demoledor contra la   impostura, merece la pena ir al Umbral de Primavera. Lo demás, todo, lo pone José Pedro Carrión; aguanten hasta el final ciertas depresiones, sólo por verlo en el parlamento crepuscular de Cyrano, uno de los hitos de su deslumbrante carrera. 
En un momento de Júbilo Terminal, Carrión reclama el pateo como legítima expresión del descontento. No había lugar, pues el público seguía feliz las palabras no recuerdo  si de un malvado Ricardo III, el jorobado saco de iniquidades; o de alguna otra deformidad shakesperiana. Y , obedeciendo al estímulo de Carrión, se desató una  horrísona tempestad sonora  condenatoria. Era como música celestial para Carrión, para Tellechea, para los que pateaban el suelo de la sala y para un servidor de ustedes. No se lo tomen demasiado en serio: otro truco del teatro embaucador, un efecto escénico.  Hace unas semanas, en este mismo blog, nos enzarzamos Peris Mencheta y yo en una discusión sobre tonos y semitonos. Y acabamos reclamando, ambos a dos, huelga y deserción de los estrenos cortesanos y lameculos, y  vuelta al  pateo, el meneo justiciero. Tuvimos muchos seguidores y otros que, naturalmente, abominaron  de la iniciativa.  
Júbilo Terminal es una diatriba contra el teatro degenerado, una diatriba de amor y de desesperación: lo nuevo contra lo viejo. Es desoladora, pero .....es teatro. Es también un canto de gloria, con un José Pedro Carrión en plenitud y una Vallery Tellechea adorable y temible a partes iguales; sacerdotisa herida del amor a la farándula y JAU, joven actriz ultrajada. "Rosario dinamitera/ sobre tu mano bonita/celaba la dinamita/ sus atributos de fiera" (Miguel Hernández). No se lo pierdan en la Sala Umbral de Primavera, en el corazón de Lavapies cerca del Teatro de Barrio, la Mirador, Teatro del Arte, Valle Inclán y Francisco Nieva, que antes fueron el inmortal Olimpia; Teatro del Arte y otra sala, justo enfrente, cuyo nombre no recuerdo, donde guerrea La  Intemerata. Y alguna más que me olvido. Si alguna vez me pierdo, buscadme  en Lavapies, de callejas empinadas y fogosas; hasta donde me permitan mis piernas hartas ya de patear el mundo y poco aptas ya para el pateo teatral. El tiempo nos hace cabrónamente virtuosos. Agustín Lara, en un legendario chotis, quiso hacer a Maria Felix "emperatriz de Lavapiés". Hoy el barrio más castizo de Madrid es el reino del teatro, su territorio insurgente y magnífico. Territorio comanche para desavisados.


Creonte; el veneno del poder.

Basado en Los hermanos enemigos, de Racine Eterno Creón es un proyecto que podría ser fascinante, que lo es, si los resultados estuviesen acordes con la ambición. Comienza con una denuncia del capitalismo salvaje, de la economía manejada por robots que pudieran ser peores  que los brokers y financieros de Wall Stret, sujetos siempre a error. Sería un estado superior del capitalismo y del imperialismo, sujetos al control de un ente privado, que no previeron ni Marx ni Lenin. El liberalismo puro es más contrario a estos grupos privados que al propio Estado.
Mediante el uso del vídeo se mezclan Edipo Rey, de Passolini, la mitología erótica de Silvana Mangano, los bombardeos de Gaza (me parece) y  la inquietante tragicidad de Carmen Mayordomo, Yocasta demediada entre  Eteocles y Polinices, sus dos hijos. Y con este revoltijo de cortes cinematográficos y grabaciones de la  función, primeros planos de líderes de la actualidad: Merkel, Obama, Sarkozi…… Creón es el eje de la función, su médula ideológica y escénica; es más que un muñidor al servicio del poder; es la esencia del poder, el artífice que maneja astutamente los hilos del poder.  Sabe Creón que reinar no es llevar una corona y ocupar el lugar más alto sagrado del Estado. Reinar es dominar a quien gobierna. Eteocles y Polinice, reyes alternantes en un bipartidismo imposible diseñado por Edipo, son unos títeres en manos de Creón. Yocasta (Carmen Mayordomo) lo sabe; de ese conocimiento nacen algunas de las escenas más tensas de la obra.

Manuel De, el director, propone Eterno Creón como un juego, el teatro como complicidad activa entre actor y espectador. Y lo explica, de vez en cuando, parando la acción, explicando lo que hemos visto o vamos a ver. El público  no lo percibe como  juego, sino como ruptura de un ritmo que quiebra la intensidad de la acción; o al menos así  lo percibo yo.  El tango entre Creón con  camiseta del Barsa y Yocasta con uniforme del Madrid no lo percibo de ninguna manera. De ahí que  este montaje multidisciplinar me parezca confuso  aunque impecable en su planteamiento.

miércoles, 15 de abril de 2015

CONCHA VELASCO Y LA GRANDEZA DEL VALLE INCLÁN

El galardón a Concha Velasco, buen estreno de Antonio Garrigues Walker como presidente del Valle Inclán. Garrigues es el  sucesor de Nuria Espert que, por poco se asfixia en el primer plato de la cena, no por culpa de su amigo Garrigues, sino por culpa de un langostino que se le atravesó. Antonio acudió solícito a la mesa donde Nuria cenaba con Lluis Pasqual y volvió diciendo que Nuria estaba bellísima.
Las deliberaciones de un Jurado son  secretas, no como los consejos de ministros que se filtran nada más salir al pasillo.  Este es un Jurado serio,  más  asambleario que  presidencialista, lo cual honra a Luis María Anson. Y esta es una crónica de sociedad, extramuros de la sala en la que el Jurado cena aislado del resto. Con ello recupero un género periodístico  que abandoné al convencerme  de que nunca podría ser Carmen Rigalt.
El premio, la escultura de Victor  Ochoa y el talón de 50.000 del ala, se mantiene gracias al patrocinio de Coca Cola, como en los primeros años se mantuvo gracias a la Fundación Feima. A los dueños del Teatro del Arte les ha salido un hijo actor,  Fede Rey, que con Jaime Reynolds y Aixa Villagrán, deslumbra en Luciérnagas.  Algún dia lo veremos de candidato al Valle. Sería de justicia, pues sus padres, Jesús Rey y Lucia Bouzas, iniciaron esto y se mantuvieron hasta la V edición en la que los relevó la Fundación Coca Cola.
Ascendido al Olimpo Marcos de Quinto, en tiempos de tribulación sigue patrocinando el premio Coca Cola. Juan José Litrán me presenta a Jorge Garduño, sucesor de Marcos, acompañado de Rosalva y de Jorge Baselga  presidente de la Fundación Banco de Santander. A ver si el Santander toma ejemplo y empieza a patrocinar cosas de teatro; loable su colección de autores importantes del XIX y XX, Cuadernos.  Marcos y yo planeamos durante mucho tiempo un espectáculo sobre los Beat y Ginsberg.  Yo sigo con Ginsberg, al margen de Marcos, que lo habrá olvidado en la Metrópoli del Imperio. En el Jurado del Valle seguíamos hablando de ello. Con  José Nuñez Cervera, presidente de la Fundación, hablo de toros. Es uno de los pocos ganaderos con encaste Juampedro al que respeto.  

Un mal momento de Nuria Espert
Nuria Espert se atragantó con un langostino. Hay que tener cuidado con estas cosas. Haro Tecglen murió de un  hueso  y no de las obras de Buero Vallejo como dijo un desalmado. Yo mismo, si no mastico  con cuidado lo paso mal. Testigo es Zutoia Alarcia que contempló espantada cómo casi la palmo   en Casa Dori con un trozo de carne. Zutoia hizo una Ulalume, de Alfonso Sastre memorable, con un excelente equipo dirigido por Pérez de la Fuente en estado de gracia:  Zutoia Alarcia, Chete Lera en la más alta ocasión que vieron “sus” siglos y un sorprendente y polimorfo Camilo Rodríguez;  Artiñano diseñador de vestuario, y debut espléndido como escenógrafo de David de Loaysa, recién salido de la RESAD.
 El mismo estado de gracia le deseo a Pérez de la Fuente en el inminente estreno de Pingüinas, de Fernando Arrabal. Espero  que Pingüinas sea mejor que Dalí versus Picasso. Echo de menos  a Natalio Grueso que programó Hécuba y recuperó para el Español  a Concha Velasco, cincuenta años ausente. Quizá por eso doña Ana Botella, alcaldesa cesante,abrazaba eufórica  a Concha Velasco. Me sorprendió escuchar a doña Botella que admiraba a Pedro Cuartango, una referencia inexcusable del articulismo culto español;  siempre pensé que en el Mundo  no pasaba de Salvador Sostres.
Celia Freijeiro recuperó su trono de  Princesa de la noche del Valle. Ha estado a punto de decir, al leer la nomina de candidatos, que dónde están las salas alternativas. La creo capaz aunque  contuvo su reproche.  Celia es de una belleza sobrenatural a la que  añade un toque de elegantísimo descaro que rasga el velo azul de la divinidad. Puede ser la pesadilla de un canalla y, a la vez,  el sueño de un místico.  Condujo el acto con un desparpajo infinito. Sedujo a todos, incluido Arturo Fernández, el bueno, no el empresario trincón. He comprometido a Celia a decir versos de Miguel Hernández en las Ventas el dia 20 de mayo en la inauguración de Nekane, Las caras del toreo. Si el tiempo no lo impide  y el rodaje de series de televisión o alguna película le dejan.

Perplejidades justificadas.
Un jurado que, a las primeras de cambio, elimina a Ignacio Amestoy, José Sacristan y José Ricardo Morales no es de fiar. Y si en el segundo envite ese Jurado sin piedad  se carga a Santiago Sánchez, Sanchis Sinisterra y Lluis Pasqual, menos de fiar aún. No hay escapatoria. No se tiene en cuenta famas ni presiones populares de un público caliente y nada neutral. Pasqual  había venido desde Barcelona acompañado de Nuria Espert que está haciendo allí  un Rey Lear que no veremos en Madrid. Amestoy acaba de estrenar un monólogo, La confesión de Loyola, en la Iglesia de la Congregación de los Jesuitas.

En la final, tras la última votación leida por Celia Freijeiro, dos nombres: Marta Portillo  y Concha Velasco. El Jurado en pleno al estrado, a dar la cara.

Antonio Garrigues frente al micrófono. Respira hondo; desdobla lentamente la papeleta; pausa. Más pausa mirando al público, respira otra vez:  !Concha Velasco!. Gran ovación.

Concha Velasco estuvo sembrada al agradecer  el premio.  Elogió a todos, pero se la notaba  contenta de ser ella la elegida. Al que más elogió fue a Arturo Fernández. Y a Ernesto Caballero, tercero en discordia. A Arturo le  aplaudía con entusiasmo  Tina Sáiz. Y Silvia Marsó que va arrasando en una gira de las de antes con El zoo de cristal. En cierta medida este eterno galán de 86 años, candidato al Valle por el cura de Enfrentados, se sintió el rey de la noche. Nada mejor que verse  querido por la gente de la profesión. Y admirado. 

lunes, 13 de abril de 2015

LA CONFESIÓN DE LOYOLA. IGNACIO AMESTOY

Euzkadi en el corazón de Madrid

La curiosidad por un texto de Ignacio Amestoy, La confesión de Loyola, me ha metido de nuevo en un templo: la Iglesia de la “Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres provincias vascongadas”, a un tiro de piedra del Español, que tanta gloria le ha dado a Amestoy, autor imprescindible  de la Generación de la Transición. No será menor la que le proporcione este monólogo dramatizado por un actor tan solvente cono Manuel Hernández director de la Escuela de la Unir.
Desde que dejé el Seminario de San Zoilo, allá en la prehistoria, solo entro en una Iglesia a escuchar gregoriano, admirar prodigios de arquitectura y filigranas de vidrieras. El otro dia entré para escucharle  a Manuel Hernández, este  texto abrumador y exhaustivo sobre Ignacio de Loyola, la  confesión que rindió  durante tres días en Montserrat en 1522. En San Zoilo, donde corté mi carrera de seminarista, sitúa Pérez de Ayala  su novela A.M.D.G. (Ad majorem Dei gloriam), texto demoledor e inmisericorde. Yo empecé a la inversa de Ignacio de Loyola, salvadas las distancias; pasé de una vida de penitencias  a una vida disipada, dentro de un orden perfectamente cuantificable. Tampoco voy a tirarme el nardo de la disipación  y la mundanidad desenfrenadas.
Esta Congregación de Vascos  no son sacerdotes, son civiles que tienen un cura para algunos oficios y honran la memoria de Ignacio, el fundador de los jesuitas. Como gustaba de decir este converso genial y apasionado, y recoge Amestoy en La confesión de Loyola, pasó de soldado del rey a soldado de Cristo. Fue un astro, un seductor en la corte castellana; alanceador de toros, rendidor de damas y doncellas. Y recortador, arte taurino muy propio del País Vasco Francés, en la plaza de Azpeita. Cultivó todas las artes que seducían a las damas de la Corte. Fue un devoto   en el arte de amar,  el gozoso Ars Amandi, y luego, metido en la senda religiosa, un  militante contrareformista, igual de fervoroso. 
Conviene matizar lo de soldado de Cristo, para que no haya equívocos con algunos episodios de la reciente historia española. Nada que ver con los Guerrilleros de Cristo Rey, expresión violenta del fascismo parapolicial en el franquismo crepuscular; ni con los más recientes Legionarios de Cristo, metidos en  escándalos de distinta índole  y expresamente condenados, me parece,  por el Papa de Roma.

 Ignacio Amestoy ha dedicado a la historia vasca numerosas obras, desde Doña Elvira, imagínate Euskadi, hasta La cena sobre la cuestión de Eta; le faltaba la figura estelar de Ignacio de Loyola, al que  me gusta definir como torero y pecador antes que fraile, pues toreador fue y  gozoso oficiante en el altar de Venus, antes de fundar la Compañía de Jesús, precursor en cierta medida  del Concilio de  Trento. Amestoy tiene una rara y apasionada facilidad para redefinir a personajes que con frecuencia han quedado  fuera de foco o, lo que es peor, desenfocados. Con La confesión de Loyola se abren los actos del tricentenario de esta Congregación que desde hace tres siglos habla vasco en el corazón de Madrid.

domingo, 5 de abril de 2015

NUEVO POST. EL TRÁGALA DE FERNANDO VII Y EL TRÁGALA DE AHORA

La Soledad, de San Lorenzo.
Sábado. Hablo con Salvador Távora. Minutos antes de que la Soledad entre en su templo. Por  Salvador y la Cuadra, amenazada de extinción, rompo la clausura   de estos días.  De la procesión de la  Soledad  nunca hemos sacado nada práctico, sino la liturgia, el mito, el sentimiento popular lejos del folclore. Un año planeamos una Salomé legendaria liderada por Victoria Vera, la mítica Nausicaa de Por qué corres Ulises, y por la gran actriz Ana Marzoa;  vimos pronto que esa Salomé  estaba tan condenada como la cabeza del Bautista.  Este año íbamos a  hablar de la Argentinita, que escribí a medias  con Diana de Paco Serrano. María Távora, la nieta,  vuelve a bailar Carmen y sueño con verla bailar Argentinita.   Manuel Grosso me pone al teléfono la saeta que cantan desde el balcón donde cantaba Vallejo. Su mujer, Isabel Moreno, es el mejor presidente/a  de La Maestranza, y me facilitó  más de una crítica: cuando la  ponían a parir yo decía lo contrario. Yo tenía razón. Todos estarán en estos momentos cerca de la Puerta del Príncipe.
 La fuga de Madrid.
Me fui de Madrid porque sufrí un apagón. Juan Manuel Mompó, amigo leal de Valencia, se alarmó  por mi ausencia del blog; es que me ha dado un apagón. Nekane  trató de explicar  mi retiro cenobita : “te vas de novicias con el Marqués de Bradomín”. Bradomín y yo sólo iríamos de novicias con los Sonetos Lujuriosos del Aretino bajo el brazo. Y  el marqués feo, católico y sentimental, no está para esos trotes.   Diez días sin teléfono, sin tuiter, sin blog sin correo electrónico, sin periódicos. Con el Mundo y las críticas de  teatro me apaño con  las reservas de obras vistas en una semana frenética.
 Presiento otra semana frenética, la del regreso. Imprescindible en la Sala Tu, el jueves, poética dramática de Sigfrid Monleón/Isabelle Stofell: La tristeza de las flores, de Mariano Peyrou. Ocasión  de preguntarnos qué cantan los poetas de ahora. Solo sé lo que canto yo; pronto Sonetos de la vieja y la nueva impostura.
La vuelta a la realidad me abruma. Selecciono. Huí  tras la gresca de Trágala en el Español y regreso con gresca y reivindicación. A Iñigo Ramírez de Haro, autor de Trágala y diplomático de profesión,   Margallo le ha destituido de su cargo en Serbia.    José María Torrijos, un cura  liberal, aunque menos que Blanco White le aprieta las tuercas a Iñigo en su blog El Karavansar. El cuñado de Esperanza Aguirre  llama a una concentración delante del Teatro Español. La inmunidad diplomática no supone la inmunidad teatral, pero aquí se mezcla todo.  Trágala es la última obra  programada con doña Botella, que Natalio Grueso le dejó a Pérez de la Fuente, cooptado por la misma.  Vería más lógico que, si a Ramírez de Haro lo ha destituido el ministro de  Exteriores, la protesta se hiciera ante el Palacio de  Santa Cruz.

Garrigues, el buen liberal.
Espero en Abc otra tercera de Garrigues Walker guía y faro de la liberalidad en un país café de inquisidores. Véase  ministro Margallo versus Ramírez de Haro.  Benavente defendía las corridas de toros por su efecto disuasorio de males mayores: “si no sacrificásemos toros en el ruedo, seguiríamos quemando herejes”. De Garrigues se espera que  saque  a la palestra su teatro. Mal haríamos sus amigos en no empujarle al precipicio.
 Las caras de la Fiesta.
Nekane me envía el catálogo de su exposición en Las Ventas; 50 retratos a los que he puesto prólogo.  Me gustan todos, aunque me fijo  emocionado, en  la difunta Pilar Miró. Admiraba a José Miguel Arroyo y   pensábamos en un corto sobre él. Me gusta el texto que he escrito para Nekane, Teoría del retrato.

La confesión de Loyola.
Ignacio Amestoy convoca  para el sábado en la Iglesia de los vascos, próxima a Santa Ana, a una lectura dramatizada    de La confesión de Loyola.  El fundador de los jesuitas, torero y pecador antes que fraile. Toreaba, corrida caballeresca, y recortaba toros en Azpeitia. Pero lo de torero yo lo digo por lado: seductor de damas y doncellas de alta cuna y de baja cama. Aprovechando la afición taurina de Ignacio de Loyola le diré a Nekane que lo meta en la exposición de las Ventas.

Señorita Gaviria y su antiguo reino.
Sus desvelos  por su antiguo reino y las manos que tratan actualmente los huesos de su gente. Bien, gracias. Sin respeto por recuerdos y huellas indelebles, la señorita Sandra  se ha quedado con el personal nada más llegar; Rosa, sacrificada e indispensable. Y la doctora Viernes (Freitag) tan samaritana  como siempre, el tiempo que le deja  la preparación de un megaproyecto.  Acariciando una chaquetilla de torero, la señorita Gaviria es el avatar más fascinante de la tribu tuitera.

De pintores, toros y teatro.
Otro avatar también fascinante,  Pétalo de Sal llama para una corrida de toros en San Isidro. Verónica Parizzi es el alma argentina de la sala Umbral de Primavera en Lavapiés. Confirmado. Iré con ella y acompañante, dominado por el  espíritu de mi colega en la divinidad el poeta Teuco Castilla. Y de Fernanda Orazi, una de las pocas pasiones escénicas que me van quedando. Antonio Piedra,  director de la Fundación Jorge Guillén, también reclama festejo isidril. En el tendido 1 cerramos  el año pasado la cesión del  Legado Javier Villán.    En Palencia  dieron en llamar a aquello, el “contubernio de las Ventas”.

Cierra  López Galiacho, para  la Sociedad Amigos de Teatro Históricos de Españde,   una función de Los toros a escena tras haber incendiado Salamanca, en una tarde espectacular, y reventar  el Liceo, flamencos y toreros pretenden incendiar incendiarán Albacete y el Teatro Circo. Palabra de torero. Galiacho es autor del libro De frente, en corto y por derecho; una aplicación de la ética del torero a la praxis empresarial

En la Caneja, monográfica  de  Félix de la Vega sobre teatro a la que he puesto prólogo y textos.  También me gusta lo que  he escrito. De Murcia  llega Carlos Pardo a  la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes con una exposición. De él no he escrito nada, pero lo escribiré. A Pardo lo protege el talento infalible de Pepe Lucas que me bendice como  el mejor crítico taurino. Nada que objetar. Hay días que estoy encantado de haberme conocido.

Noticia de dos escritores viajeros.
Veo que Alfonso Armada ha aprovechado estos días para escribir en su blog Frontera D. Hay que leerlo. De momento me quedo con un verso memorable. “Nuestra dócil muerte, nuestra explicable cobardía”. Ojalá la cobardía fuese siempre explicable. Admiro los libros de viajes de Armada, pero admiro más su teatro  y me debe el cumplimiento de una promesa: un estreno antes de que termine el 2015.
De otro viajero insigne Javier Reverte apenas me llegan noticia. Supongo que sigue tras la huellas del Algabeño,  un torero famoso por su condición de matón al servicio de Queipo de Llano durante la Incivil Guerra del 36.