sábado, 31 de octubre de 2020

 

 Javier Reverte, grande del periodismo. Adios urgente

Ha muerto Javier Reverte, una vida plena, que como Pablo Neruda podía decir “confieso que he vivido”. Su último libro, una trilogía sobre la guerra del 36 y Modesto, como antítesis del Campesino y de Líster, aún tiembla en mis manos por la relectura constante.  La brutalidad de la represión franquista, el retrato descarnado y sangriento de Cañero y del Algabeño, rejoneadores que alanceaban rojos a campo abierto. No es solo un escritor de viajes, con ser eso mucho, es poeta y novelista y como tal, reconocido por premios importantes. Con él viví, bebí, conspiré. Y escribí, dibujado por Celedonio Perellón, un libro divertido y hoy agotado; El libro del mus, para demostrar que, aunque habíamos quedado los últimos en un campeonato de 28  parejas, éramos grandes jugadores. Lo siento amigo, el último órdago lo has perdido: esta vez la cosa no iba de farol.

Fue corresponsal del diario  Pueblo en Londres y en Paris, creo recordar, y en la capital francesa se convirtió en el altavoz de Santiago Carrillo y en cierta medida su portavoz. Era el Pueblo de Emilio Romero oportunista y abierto que daba mucho juego a los comunistas en un periódico que avizoraba ya horizontes democráticos. Su libro más conocido, Trilogía de África, le consagró como el mejor escritor de viajes, título que no le importaba compartir con su amigo Manu Leguineche. Y en el cual narra cómo capturados por soldados y piratas sin escrúpulos, le salvó su simpatía y su don de gentes. Para mí, la novela Lord Paco, también es digna de recordación. Su narrativa se asienta fundamentalmente en el vigor del verbo y no en la exactitud de la adjetivación, elemento estilístico sobre el que discutíamos siempre y seguimos debatiendo hasta la última vez que hablamos por teléfono hace pocos meses. Se va un gran escritor, un escritor incontinente y prolífico; un luchador por la democracia en tiempos difíciles;  un viajero que no dejó de pisar ninguna parte del mundo, desde el Nilo hasta el Amazonas, donde contrajo unas fiebres que a punto estuvieron de acabar con su vida. Hasta luego, hermano.

viernes, 30 de octubre de 2020

Pablo Lozano in memoriam; un caballero del toro

 

 

Ha muerto Pablo Lozano, “la muleta de Castilla”; forjador de toreros, sobre todo. Dentro del toro era una figura respetada y admirada: se lo ha llevado por delante el marrajo del coronavirus.  De los Lozano fue el que menos traté. Tenía para las relaciones públicas la misma falta de disposición que tengo yo. Sin embargo, todo el mundo sabía que era una viga maestra que apuntalaba la fecunda saga. Tuve más trato con Jose Luis, inteligencia pura; cordialidad que nunca ponía mala cara ante una crítica adversa, pero capaz de discutir todos sus puntos; tanto los favorables, a la contra, como los desfavorables, también a la contra. Pablo Lozano, me parece recordar, era hombre de campo, veedor de toros para lo cual tenía, al parecer, especial sagacidad. José Luis era la diplomacia y Manolo Lozano, al que más traté de los hermanos, en mi época de crítico del Mundo, se había apartado totalmente de la burocracia taurina. A éste, yo lo veía en las Ferias, especialmente en Pamplona que nunca se perdía y en cuya plaza de la Misericordia entraba siempre comiendo un helado; lo veía en compañía de Javier Aguirre y de Esperanza Roy, la gran vedette de las piernas de oro, la ¡!gran actriz!!!, de quien había sido novio y con quienes mantenía una amistad leal. Una vez que le hice a Esperanza una crítica de teatro muy favorable, Manolo me llamó emocionado. Tuvimos el proyecto de publicar su apasionante biografía, pero se quedó en proyecto.

A Pablo Lozano siempre le consideré de la raza noble de los tratantes que con un apretón de manos sellaban un trato inamovible. Como torero no llegué a verlo y tengo que dar por buena su leyenda. De la última generación de los Lozano, frecuento las redes, que me ponen a parir por mi defensa de los toros, aunque hace siglos no veo una corrida, con Fernando  que continúa ligado, me parece, a cuestiones taurinas. Y, de vez en cuando, cambio impresiones con Pablo, gran escultor desplazado, tengo esa mala sensación, por los asuntos de toros. Para mí, sería de lamentar que se perdiese un escultor a cambio de un taurino. Por lo demás, la pandemia  que se ha llevado por delante a Pablo Lozano,  va a cambiar, está cambiando ya,  muchas cosas. Todo es provisional menos la muerte. Requiescat in pace.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Dos retratos con historia

 

Isabel Fernández Almansa Caneja

Me preguntan, conocedores sin duda de la obra y vida de Caneja, cuál ha sido el destino de dos retratos de Isabel Fernández Almansa, su esposa (in Memoriam) y heredera; una cabeza a carboncillo, obra de Baltasar Lobo, el gran escultor zamorano, y otro de cuerpo entero, obra de Javier Clavo. Ambos eran propiedad de Ana Merino Herrero, periodista, a quien testamentariamente, se los legó Isabel. Muerta esta, Ana Merino Herrero decidió donarlos a la Fundación Caneja para que estuvieran cerca de la obra de su marido, a ser posible expuestos. Un sencillo papel, redactado a mano y firmado por Rafael del Valle, dejó constancia del hecho, “he recibido de Ana Merino Herrero etc.etc.”.  La política expositiva de una Fundación obedece generalmente a necesidades de espacio más que a criterios personales. Los propios fondos de Juan Manuel, su antología que reúne lo mejor de su obra, están sujetos, creo, a esa exigencia rotativa. En mi libro Caneja, una mirada del siglo XX (editorial Akal) dejo constancia de la distribución del resto de la obra canejiana en Madrid, Valencia, Palencia y León, me parece recordar

Me preguntan también cuánto Javier Villán debe a Palencia y cuánto Palencia le debe a él, “si es que Palencia le debe algo”, matiza el preguntador. A Palencia, gracias a mis padres que en Torre de los Molinos   me trajeron al mundo, le debo el privilegio de ser paisano del judío carrionés  Sem Tob, el de los proverbios,  y del también carrionés don Iñigo López de Mendoza, el de las serranillas.  Y paisano de los Berruguete, de Jorge Manrique el de las coplas, de Gómez Manrique, señor de Amusco, tío de Jorge.  Y del escultor Victorio Macho, revolucionario en su tiempo, autor del Cristo del Otero que señorea y bendice la gran planicie de Tierra de Campos. Le debo también a Palencia, un paseo con mi nombre al lado del rio Carrión, cerca de una calle dedicada a Juan Antonio Bardem que en la ciudad castellana rodó unos planos de Calle Mayor. El paseo me lo puso Heliodoro Gallego, cuando fue alcalde. Me siento suficientemente recompensado, estando en el callejero al lado del director de Muerte de un ciclista.  

Contribuí, eso es indiscutible, bajo orientación e iniciativa desinteresada de Isabel Fernández Almansa, a que los mejores cuadros de Juan Manuel Caneja, quedasen en la Fundación, que pilota un canejista fervoroso como el historiador Rafael del Valle, y pone en marcha en el día a día, la eficacia vigilante de Rubén del Valle.  La Fundación es hoy el eje cultural de la provincia. El “pulmón cultural”, como se me ocurrió denominarla, cuando iniciábamos los trámites de su constitución, lo cual   suscitó el cachondeo del ingeniero metido a novelista Juan Benet. Sin embargo, en Madrid 1950, este escribe una memorable página sobre Caneja.  Por fortuna, el galgo, como le llamaba Isabel a Benet, se desentendió pronto del asunto.  Juan acompañaba a Isabel a visitar a Juan Manuel al penal de Ocaña, aunque el verdadero amigo de Caneja era Paco Benet, su hermano, que vivía en París y organizó la fuga de Cuelgamuros de Lomana y Sanchez Albornoz.

viernes, 23 de octubre de 2020

ELOY ARENAS, RETRATO A PUNTA SECA

 

Eloy Arenas, retrato a punta seca.

  Continúo con este artículo una antigua sección de diario de Javier Villan,   bien aceptada en tiempos  por  seguidores fieles,  Retratos al vitriolo o al pastel;  se la dedico a Eloy Arenas,  después de haber dedicado la primera del retorno a las aventuras otoñales y  amorosas de Enrique Ponce y a las desventuras de una mujer muy admirada por mí, Paloma Cuevas su esposa. Naturalmente, el retrato de Arenas debe ser al pastel.  10 años llevaba Burundanga en la cartelera sin faltar nunca a la cita. Algo insólito en una cartelera como la española de extremosa fugacidad.  Algo de esa continuidad se debe sin duda al talento empresarial de su productor, Pedro Larrañaga, pero sin duda lo único imprescindible en teatro es el actor; y el público claro; o sea, alguien que  habla y alguien que escucha. La pandemia ha alterado muchas cosas.  Nada es seguro hasta saber qué pasa con la posibilidad de nuevos confinamientos.  Eloy Arenas es un gran actor, un gran cómico en el sentido amplio y genérico de la palabra, que define a la farándula. ¡!Cómico! ¡!!Actor!!! Y es también un gran autor. Tengo en mis manos su texto inédito Me enamoré de tu violín. Es la historia  de un violinista que tras un fracaso amoroso sufre el bloqueo inconsciente de su capacidad de hablar y de escribir;  sólo puede comunicarse a través de su violín. Eloy Arenas, además de gran actor, es buena gente, circunstancia ésta nada desdeñable en los tiempos que corren. En escena, al menos en lo que yo le visto siempre, Eloy es apoyo y no rival del compañero; premisa irrenunciable desde la tragedia griega y la comedia romana. Sin conflicto no hay obra teatral posible, pero el conflicto personal entre actores puede arruinar una función.  Hasta el genial y arbitrario José Bòdalo, que hacía su papel mientras escuchaba por una radio de bolsillo  los partidos de fútbol, dejó constancia de esta solidaridad. Cuando yo hacía teatro aficionado aprendí algo de esto;  Maxi Rodríguez profesor de Instituto en Getafe, me pidió que hiciera el protagonista de El rey se muere, de Ionesco. Acepté sin vacilaciones; en el fondo a mí me hubiera gustado ser torero  o ser actor; dar la vuelta al ruedo en las Ventas o la Maestranza o salir  a saludar aunque fuera en un teatro de pueblo, en el María Guerrero o el Español, mejor. Esas eran mis grandes aspiraciones y, sin embargo, ¡perra vida! me he quedado en crítico; la solidaridad, respeto al espacio del otro, es lo que he aprendido de Eloy Arenas, sobre todo en sus últimas intervenciones con Ramón Paso/Azorín. PasoAzorín es la última revolución que perdura del teatro español partiendo casi de la nada, salvo de la tradición.  Conocido es el axioma de don Eugenio D,Ors, “lo que no es tradición es plagio”.  

miércoles, 21 de octubre de 2020

LOS TOROS EN EL LENGUAJE COTIDIANO

 

Lenguaje taurino en la vida diaria

Dedico este breve artículo a los animalistas, en especial a aquellos que se duelen de la crueldad de la lidia del toro mientras comen   chuletillas de cordero lechal y chuletones de buey. Oí en la radio el otro día que se está tramitando una ley para que,  en los mataderos de animales,  la muerte sea, además de eficaz, limpia e indolora.  Defiendo la licitud de las corridas de toros, como fuente de lenguaje cotidiano abundantemente nutrido de términos y giros taurófilos. He aquí algunos.

Miura”.- Persona violenta y agresiva. De la divisa de miura era el toro que mató al Espartero, llamado Perdigón,  y el que mató a Manolete, este de nombre Islero. “le dije que se callara y se puso como un miura”

“Estar para el arrastre”- Estar cansado o con mala salud; alude al toro muerto arrastrado al desholladero por las mulillas

“De Puerta Grande”.  Asunto o empresa resuelto con éxito. Por la puerta grande de una plaza sale a hombros un matador cuando ha triunfado. El colombiano Cesar Rincón abrió la Puerta Grande de las VENTAS cuatro corridas consecutivas, cosa que nunca había ocurrido. En memoria yo publiqué el libro “Cesar Rincón, de Madrid al cielo” (Espasa Calpe)

“Hasta el rabo todo es toro”. Quiere decir que mientas un asunto no está resuelto del todo y en todos sus detalles, no puede darse por concluso.

“A toro pasado”, resuelto un asunto, pasado el toro, todo parece fácil y sin peligro. Todo el mundo conoce las soluciones.

“Ponerse el mundo por montera”. Vencer todas las dificultades, no arredrase ante nada ni ningún peligro.

“Dar la puntilla". Apuntillar al toro ya postrado en el suelo con un cuchillo llamado puntilla. Liquidar  un asunto, engorroso o no,  de forma abrupta.

“Parar, mandar y templar”. Dominar y conducir la embestida del animal. En la vida cotidiana, controlar la situación. Puede añadirse la expresión taurinísima “cargar la suerte”. O sea, recrearse.

“Las cornadas del hambre”. Antiguamente los toreros eran de extracción social modesta, gracias al toreo escapaban de hambre.  Hoy salen de las Escuelas taurinas. La frase, “más cornadas da el hambre” se atribuye  a  Espartero que, paradójicamente, murió corneado por el toro Perdigón.

“No tener un pase”. Se dice de una persona, cuya conducta no se atiene a las normas elementales de convivencia”.

“Fueracacho”. Esta fuera de cacho, de dice del torero cuando al provocar la embestida tiende a colocasse en el sitio inadecuado. En la vida cotidiana, ponerse en una situación inadecuada para realizar un acto que requeriria otra conducta.

 

 

 

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

 

Estampas palentinas

Cangrejos y el arte del retel.(Publicado en Diario Palentino)

El cangrejo de rio es un manjar exquisito, da igual la forma en que se cocinen. Mi madre no los guisaba, con pequeños trozos de chorizo, que era lo más habitual.  Los cocía vivos en agua hirviendo y salada, por lo cual la moderna progresía la habría condenado a la hoguera por maltrato animal. Y luego vertía sobre ellos una salsa de ajo majado en mortero o almirez, con pimentón, aceite y perejil. Esa muerte, aunque casi instantánea, debía de ser sin duda dolorosa, con dolor de cangrejo, claro. Si la cola quedaba extendida era señal de que el cangrejo estaba muerto antes del hervor y se desechaba. En mi pueblo de Torre de los Molinos, en los numerosos arroyos que surcaban su vega, se pescaban a retel; y mi prima Julia y su marido Miguel, y su hijo en Villoldo, los sigue pescando así. A veces también los pescábamos a mano, metiendo la mano en la hura donde se escondían, pero a mí me daban miedo las culebras   que podía haber dentro. Ahora que lo estoy escribiendo, aún se me pone la carne de gallina, cosa que con cierta retranca me recuerda Arturo, el de Villoldo. Mi hermana Concha tenía fama de cangrejera y dominaba el rito, pues pescar cangrejos a retel es un arte que no está al alcance de cualquiera. Por ejemplo, a mis hermanos Arturo y José María, o a mi hermana Elisa, jamás los vi tocar un retel.   El cebo preferido de los cangrejos es el de su hábitat; el pez o la rana. Y a los huesos de asado de los días de fiesta, tampoco les hacen ascos.  

 Lo normal es pescar cangrejos para consumo propio, pero a veces, se hacían intercambios, o se vendían al pescadero  que traía el pescado en bicicleta desde Palencia; dos kilos de cangrejos por un kilo de pescadilla, por dos de sardinas o por tres de chicharros  o de aguja.  Los chicharros eran comida de pobres, pero hoy se cotizan como besugos en Navidad. Ni que decir tiene que el pescadero siempre salía ganando, pues contaba con clientes que se disputaban la preciosa mercancía de cangrejos que él conseguía a precios muy favorables. 

La mejor hora  es  la hora de la tarde entre dos luces,  desde  la caída  del sol  hasta las diez de la noche más o menos. Pero si sale la luna, se jodió el invento;  a los cangrejos no les gusta la luna y se retraen.  Los cangrejos unas veces pican, es decir entran al cebo, y otras no.  Con el cierzo pican más, ignoro por qué. Además, el cierzo ahuyenta a los mosquitos, plaga del anochecer tan perturbadora por el zumbido como por la picadura.

 Un número razonable de reteles, legalmente limitado, es el de diez o doce. Si te descubren con más, la Guardia Civil puede o podía multar, igual que si no se respetan las medidas del cangrejo capturado, un mínimo, creo recordar, de seis o siete centímetros.  La distancia entre retel y retel debe ser de cuatro o cinco metros y el tiempo entre alzada y alzada de diez a quince minutos, aunque depende si en ese tramo del arroyo, y a esa hora, hay muchos o pocos cangrejos. Hubo un tiempo en que casi desaparecieron los propios y hubo que repoblar con cangrejos americanos, creo, que salían de paseo, devoraban las hortalizas de la vera del arroyo y eran muy ásperos de comer. Su pinza era durísima, más que la de los autóctonos, dolorosa  también la de éstos,  si,  al lavarlos antes del guiso, hacían presa en los dedos. A veces cortaban hasta hacer sangre.

sábado, 10 de octubre de 2020

Frente a fantasmas

Imagen imborrable de mis padres



Nos han cerrado  la boca con una mascarilla,  y nos han quitado el beso y la palabra. En las calles, procesiones de fantasmas, mascarillas sin alma. Si nos quitan el beso y la palabra nos han quitado   la vida y su sentido. Al principio fue el verbo, la palabra. Luego, vino el beso del pecado y la libertad. Y luego, la pandemia. Sin boca, sin labios. Los fantasmas ya no son seres de blanco y sombra que arrastraban cadenas lúgubres por las estancias de castillos sombríos y encantados. Una procesión de fantasmas invade las calles, mis calles que ya no son mías ni de nadie, mis calles que son una amenaza blanca, sin dueño ni dueña. En tiempos cantábamos “tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera camino de cualquier parte”. La calle es mia,  gritaba un Fraga Iribarne energuménico en el tardofranquismo; la calle es nuestra, demostraban a cada hora los policías, los llamados “grises”, cuando disolvían a golpes las manifestaciones que buscaban la democracia, “enterrada  bajo los adoquines”, como escribió, creo, Ignacio Amestoy. A mí me acompañaba el refuerzo moral de mi padre. El señor Francisco adusto, austero y generoso,  sin entrar en política, me inculcó un pensamiento: “hijo, que siempre puedas mirar a la gente a la cara, sin tener que bajar los ojos”. Los comunistas estábamos callados porque Santiago Carrillo desmovilizó el PCE, el PARTIDO.  Pese a todo, aquellas aventuras tenían, a veces, destellos humor. En una pared alguien escribió, “muerte al cerdo de Carrillo”. Y alguien escribió al lado; “cuidado Carrillo; te quieren matar el cerdo”. A mi madre, en Torre de los Molinos, (Palencia)  fueron a contarle que a Paquito,  o sea yo, le habían sacado en la tele al lado de comunistas muy famosos  y contestó rotunda: “pues si los rojos son como mi hijo no serán tan malos”.

!!El Partido!!! No había otro, !!el partido!!. Psoe dormitaba en somnolencia pasiva   o estaba de vacaciones. Por eso, cuando volvieron con el lema electoral “cien años de honradez”, alguien apostilló “y “cincuenta de vacaciones”.  La calle es de todos y no es de nadie. La calle es de los que la transitan con una pancarta de libertad. Como en aquella canción de Labordeta, “habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos un letrero que ponga LIBERTAD”. La calle es de las procesiones en Semana Santa, implorando perdón al Cristo coronado de espinas, flagelado y mártir; y de las rogativas en tiempos de sequía, implorando lluvias; aquellas rogativas de madrugada en las que, antes de irme al Seminario Conciliar,  contestaba mecánicamente el sonsonete  del cura párroco y con capa pluvial. Cuando aprendí los primeros latines, ya supe qué quería decir aquel “ora pro nobis”. Yo iba de monaguillo con roquete y le daba al cura el hisopo cargado de agua bendita que extraía del calderillo de metal. ¡Oh tempora, o mores!


viernes, 9 de octubre de 2020

Lenguaje taurino y sociedad

 

Lenguaje taurino en la vida cotidiana

Dedico este breve artículo a los animalistas, en especial a aquellos que se duelen de la crueldad de la lidia del toro mientras comen   chuletillas de cordero lechal y chuletones de buey. Oí en la radio el otro día que se está tramitando una ley para que en los mataderos de animales la muerte sea, además de eficaz, limpia e indolora.  Defiendo la licitud de las corridas de toros, como fuente de lenguaje cotidiano abundantemente nutrido de términos y giros taurófilos. He aquí algunos.

“Miura”.- Persona violenta y agresiva. De la divisa de miura era el toro que mató al Espartero, llamado Perdigón,  y el que mató a Manolete, este de nombre Islero. “le dije que se callara y se puso como un miura”

“Estar para el arrastre”- Estar cansado o con mala salud; alude al toro muerto arrastrado al desholladero por las mulillas

“De Puerta Grande”.  Asunto o empresa resuelto con éxito. Por la puerta grande de una plaza sale a hombros un matador cuando ha triunfado. El colombiano Cesar Rincón abrió la Puerta Grande de las VENTAS cuatro corridas consecutivas, tres en San Isisidro, creo recordat, y una en la Feria de Otoño cosa que nunca había ocurrido. Se aceptan rectificaciones. En memoria yo publiqué el libro “Cesar Rincón, de Madrid al cielo” (Espasa Calpe)

“Hasta el rabo todo es toro”. Quiere decir que mientas un asunto no está resuelto del todo y en todos sus detalles, no puede darse por concluso.

“A toro pasado”, resuelto un asunto, pasado el toro, todo parece fácil y sin peligro. Todo el mundo conoce las soluciones.

“Ponerse el mundo por montera”. Vencer todas las dificultades, no arredrarse ante nada ni ningún peligro.

“dar la puntilla”. Apuntillar al toro ya postrado en el suelo con un cuchillo llamado puntilla. Liquidar  un asunto, engorroso o no,  de forma abrupta. Al apuntillador también se le llama cachetero

“Parar, mandar y templar”. Dominar y conducir la embestida del animal. En la vida cotidiana, controlar la situación. Puede añadirse la expresión taurinísima “cargar la suerte”. O sea, recrearse.

“Las cornadas del hambre”. Antiguamente los toreros eran de extracción social modesta, con el toreo escapaban de hambre.  Hoy salen de las Escuelas Taurinas. La frase, “más cornadas da el hambre” se atribuye  al  Espartero que paradójicamente murió corneado por el toro Perdigón.

 

 

 

 

 

 

domingo, 4 de octubre de 2020

 

Villarramiel y la diplomacia pellejera

Ignoro si la expresión que da título a esta columna es aplicable o no a la que actualmente practica la diplomacia española o la diplomacia interna entre partidos. En cualquier caso, se debe a Eloy Ibáñez Bueno, diplomático, creyente, dialéctico, natural de Villarramiel y palentino residenciado en Madrid.  Villarramiel es un pueblo de la provincia de Palencia de larga y realenga historia. Y se le conoce por su curtido, por ser en tiempos el pueblo de los pellejos. Con Eloy Ibáñez Bueno,   tuve hace siglos una conversación que se publicó en mi libro Palencia, paisajes con figura, patrocinado por la Casa Regional de Palencia en Madrid,   que a la sazón presidía  Lorenzo Durántez, de Riveros de la Cueza, de donde era mi padre, localidad  cercana a Torre de los Molinos donde nací yo. Fue una de las entrevistas más intensas y enfrentadas, en el mejor sentido de la palabra; Eloy partía de un liberalismo cristiano y humanista y yo de un marxismo también humanista; él, un creyente; yo, como buen exseminarista, un descreído. Eloy Ybáñez me ha reconfirmado recientemente sus creencias religiosas, al condolerse del óbito de un gran hombre de teatro, mi amigo Gerardo Vera, diciéndome que la muerte es suceso transitorio y habrá un reencuentro; más o menos. A Eloy se debe la afortunada expresión “diplomacia pellejera”, siendo como es diplomático y del pueblo de los pellejos

 A ese libro sobre Palencia, Antonio Gala, que me cedió el título de una serie suya de tve,  lo calificó de histórico, ejemplar y…atroz:  “modelo para entrevistadores  sin piedad”.  Eran, son, 21 entrevistas con 21 palentinos universales; entre ellos Diaz Caneja, Mariano Haro, Ramón Carande, Diez Hotlheiner, Gabino Alejandro Carriedo,  Nazario Aguado, Paco García Salve, (cura obrero en los suburbios de Barcelona, creo recordar) Tomás Salvador, burócrata de la policía en la comisaría de Via Layetana (Barcelona) y autor de una novela de gran pulso narrativo, Cuerda de presos; Tomás Salvador estaba dolido con Palencia y pensaba que, en Villada, su pueblo, no lo querían. No podía faltar en ese libro  Marcos de Celis, lo cual no fue bien recibido en un sector de la sociedad palentina. Pretendí entrevistar también a José Antonio Girón de Velasco,  el León de Fuengirola, que de vez en cuando lanzaba rugidos apocalípticos. Pero se negó, aduciendo que  “estaba salvando España” (sic) y que “no podía  perder el tiempo con un periodista sospechoso (sic) como yo”.

El libro nunca se presentó en Palencia, pese a las buenas intenciones de la librería Alfar. Me vine desde la Coruña, donde pasaba vacaciones, conduciendo Ana de un tirón,   para presentarlo  en el Instituto y los bedeles no quisieron darme  las llaves. En vista de lo cual, opté por irme a Torre de los Molinos a jugar al mus.

Quien quiera ampliar su conocimiento de la historia de Palencia, su geografía y sus gentes,  encontrará muchos datos en ese libro, que ilustró el pintor Francisco Alcaraz. Creo que se descatalogó, pero en la Casa Regional de Palencia en Madrid, si ésta sigue existiendo, debe de haber ejemplares.  Se lo recomiendo a los ilustres académicos de la  Fundación Tello Téllez de Meneses, que, para explicar mi ausencia de  ese ilustrísimo sanedrín,  cuyo ingreso nunca solicité  y  nunca solicitaré,   han aducido que no tengo una obra específica sobre Palencia. Incierto; toda mi obra está aromatizada de “palentinismo” pues bebe, o procura beber, en Gómez Manrique, señor de Amusco e iniciador del teatro español; en su sobrino Jorge Manrique y, más recientemente, en el vanguardismo poético de Francisco Vighi, italiano que siempre se consideró palentino y casado con Julia Arroyo que vivió en Macintos. Tengo, además, un libro titulado Crónica viva del Camino de Santiago, (Edit Luis Vives) del que se vendieron cerca de ocho mil ejemplares y en el cual hay  incuestionable  presencia de Palencia.  

Bien; solo quería decir que Villarramiel, la patria  de Eloy Ibáñez, es el pueblo de los pellejeros y curtidores y  en él se sacrificaba a los burros matalones, pura ruina, para curtir su piel, su pellejo, deteriorado por las mataduras.  Esta es la idea, ignoro si del todo exacta, que muchos tienen de Villarramiel, adornada por la posibilidad o la leyenda,  de que la carne de burro se convertía en cecina que yo nunca probé. En cuestión de cecinas, siempre preferí la cecina de vaca que preparaba mi madre y, en su defecto, la de mulo que tampoco estaba mal. Lo de diplomacia pellejera de Eloy Ibáñez  está, pues,  muy bien traído.

viernes, 2 de octubre de 2020

 

Soneto imperfecto y de urgencia a Javier Lafuente

Has muerto destrozado por el mal,

Lo que llamamos cáncer, la epidemia

De siempre, hoy llamada pandemia,

Que a todos nos destroza y cada cual

Resuelve a su manera; lo fatal,

Es no resolver aquello  que te apremia

Y a ti, amigo, hoy la muerte te premia,

Hurtándote al dolor, nunca  trivial.

Descansa en paz, amigo y compañero.

Eras fuerte  callado y generoso.

Sin grandes luminarias, luminoso;

Sin alharacas, tu perfil señero

Te aureola de paz y de guerrero.

jueves, 1 de octubre de 2020

VERSOS PARA NURIA ESPERT

 

 Sonetos a Nuria 

A raiz de mi necrológica sobre  Gerardo Vera,  Nuria se ha conmovido. Y me ha conmovido a mí. No es la primera vez que nos ocurre.  Hace años,  creo que con motivo de recibir  el Príncipe de Asturias,  PedroJ  me pidió, como crítico de teatro que yo era,  un artículo sobre Nuria Espert. Se había dicho todo lo que había que decir sobre la Espert; loas, églogas, laudatios, tópicos, exageraciones, ditirambos. Imposible  no repetirse. Le pregunté al Jota si podía hacerlo en sonetos; me miró perplejo y dijo “no es normal que un periódico diario publique versos,  pero si eres capaz; falta hora y media para el cierre”. No me dijo más, aunque  supervisó las pruebas.

Un soneto le coges a la primera o no le coges. Yo he escrito crónicas de toros en romance, pero eso es  cosa fácil, eso está chupao si al otro lado del teléfono están las secres  que tenía el Mundo. Yo dictaba las crónicas por teléfono. De vez en cuando, Maestranza o Las Ventas,  Andrés Amorós en el ABC y yo en El Mundo, parecíamos competir en romance aconsonantado,  sin demasiadas pretensiones. Me puse a ello y en esa hora y media que quedaba para el cierre, me salieron estos sonetos que hoy he recuperado para mi blog,  no sin dificultad.

 1.- “Tejedora de sueños, hilandera

 del copo, de la flor y de la llama;

la que enhebra la aguja y se proclama

diosa de la farándula y santera.

De Eurípides la voz; santa y ramera,

Dulcísima en silencio, rie y clama

En papeles de fámula o gran dama

A la que el astro sol arde y venera.

 

La que al verso somete, la que amansa

Tempestad de palabras en espumas

La que nunca flaquea ni se cansa,

Volando entre las nubes y las brumas.

Sacerdotisa, en vez de restar, sumas;

Y en ti el sueño se mece y se remansa”

 

2.-Sartre pone en tu boca la emoción

De puta santa. Brecht y el ángel bueno

De Swan, te mira dúplice; y de pleno

Hamlet te da venenos sin perdón.

Genet es tu criada y te venera;

Lope te esconde al alma en el almario

Y conserva tu amor en su sagrario

Miller te besa y libra de la hoguera

Lope es tu amante infiel y libertino,

Mientras Victor García, estrafalario,

Te hace sufrir su Gólgota y Calvario.

Victor, el maldito y cruel, el genuino

De quien eras sostén   y relicario.

 

Estrambote desorganizado

Eres sacerdotisa o eres diosa,

Eres la religión o el oficiante,

Eres mujer o esa suprema cosa

Que se llama teatro eternizante.

Altar y sacrificio y camerino

¿de dónde vienes, Shakespeare o Cervantes?

Cuál es tu origen ¿Lorca o Siglo de Oro?

Cuál es tu fin, quién te vio errante,

Desnudarte tu pie,  y tu  cintura

De cortesana dulce, impura, orante.?