viernes, 18 de octubre de 2013

CARTA A ELENA SALAMANCA

Admirada Elena;
Bien quisiera decir querida Elena, pero el escaso trato que hemos tenido no me autoriza a ello y no soy  persona de tomarsee licencias que no le corresponden. Te debo una explicación. Lo que tomé por exabrupto tuyo es impropio, obviamente, de tí. Pero en mi respuesta había cierta coña marinera que, eso es cierto, descubría mi tendencia a atribuirle a la taurinada, no a los honrados aficionados,  muchas perversidades. Si Elena Salamanca reacciona tan coléricamente alguna trastada le han hecho los taurinos para que se ponga como tan  tarasca, me dije.. Quien invoca a Hitler, genio del mal, para atacar los toros, es naturalmente una nazi y aquí no valen las metáforas; esa humanista animalista es una nazi y lo más probable es que, el olor de los hornos crematorios no le arrugue la nariz como se la arruga la sangre de los toros y el humo de los altares. Algo parecido le ocurría al mayor carnicero del III Reich, Hmmler; Invitado en el 42 a una corrida en las Ventas salió vomitando y maldiciendo la crueldad de los españoles. Quien dice que sería hitleriana si Hitler hubiera hecho con los aficionados lo que hizo con los judíos es, por naturaleza y por ideología,  nazí. Y tiene de cabecera Mein Kampf. Más le valdría  tener el Cossío y los poemas de Miguel Hernández o de Alberti, como tenemos seguramente tú y este servidor.

Achácalo todo, amiga Elena,  a la confusión de mi torpeza (llevo en esto apenas mes y medio) y a la turbación de mi admiración, que una cosa lleva a la otra y más en los tímidos como yo; veo tu nombre en un Twiter y se me borran todos los demás. Y así, interpreté por tuiteo lo que era un retuiteo, pues  es sabido que el gato lleva al rato (ratón) y así sucesivamente, según la retahila cervantina. 

Y de tí paso a un gran actor Israel Elejalde al que aconsejo que no confunda el culo con las témoras ni la gimnasia con la magnesia. Me explico, admirado amigo: lo de Wert y Montoro es un delito de  lesa democracia y respecto a ellos, se callarán los políticos pero muchos no nos hemos callado ni nos callaremos. Lo de un señor que quiere imponer el catalán en Gijón es la soplapollez de un desesperado sin contratos. Defendí a Pepe Rubianes y llegué a pedir la dimisión de Gallardón, Alicia Moreno y Mario Gas. ( ver El MUNDO de aquellos dias). Pepe Rubianes era muy buen actor. En la cuestión catalana tengo una deformación insalvable: haber compartido diálogo con Espriu, Pére Quart, Josep Benet, Joan Brosa, María Aurelia Capmay, mi querida Montserrat Roig (innolvidable viaje a Leningrado),  mentes muy críticas con el resto de España; pero no estúpidas.  Por lo que respecta a Wert y Montoro, por mi parte, leña al mono hasta que hable inglés.

Y acabo esta carta, que empieza en toros y  concluye en teatro,  con un saludo a Fernanda Orazi. Te ví ayer en la Cuarta Pared,  en primera fila y no te quitaba ojo, como no se lo quitaba tampoco a Marianela, Alicia y Estefanía; Javivi, sin restarle méritos, confieso que me motiva menos;   en tí yo no percibí esa maldita indisposición  que, dices, casi te saca del papel. Vos sos grande siempre. Otro dia hablaré de Messiez, de Marianela Pensado, actriz que me fascina, y de todo el espectáculo; Palabras, que en definitiva,  es lo mío y rimas, que también es lo mio,  aunque Becquer me resulte un poco empalagoso. Todo sea por librarnos de la peste: la peste bubónica y la peste de los políticos.
Acabo de ver El rey tuerto, un milagro de teatro político en estos dias: un milagro de teatro a secas. Este texto, decía alguién a la salida, marcha solo. Vale, pero ese texto hay que escribirlo, dirigirlo y hallar un actor como el que hace de madero antidisturbios; así marcha "de solo" El rey tuerto. 

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