domingo, 22 de septiembre de 2024

 

Dos temas para el blog: Teatro leído;  Inteligencia artificial

Dos aspectos  que, en cierta medida, nunca escapan a la naturaleza del ser humano, han marcado mis preocupaciones estos días. El “teatro leído” y la IA, o sea Inteligencia Artificial. Acuso recibo del texto de la última obra de Ignacio Amestoy, Tacones lejanos, actualmente en el Bellas Artes, al que por causas  ajenas a mi voluntad me resulta imposible acceder, y la IA, la inteligencia artificial, en un cuyo soporte, Rafael Martín Rubio, realiza sus creaciones.  Hace tiempo mantuve una  polémica  pública y sonada con mi querido  maestro y amigo, in memoriam,  Alfonso Sastre sobre la conveniencia o inconveniencia de leer teatro. Llegamos a la conclusión de que, siendo el escenario el lugar natural de un texto teatral, preciso y necesario es leer teatro en un país en que se lee poco y se estrena más poco. Como entonces, sigo considerando el teatro un LENGUAJE SAGRADO y específico al que sólo algunos privilegiados como Ignacio  pueden acceder. A mi modesto entender, el teatro no es una rama de la literatura. Leo con verdadero interés Tacones lejanos, de este miembro de una generación adscrita a la transición democrática, la Santa Transición, que dijera el inmortal Paco Umbral.

Tacones lejanos  contiene   los elementos imprescindibles de un dramón  que la pericia y maestría de Ignacio salva brillantemente: María, 44 años, abogada triunfadora y Victoria, 66 años, presidenta de la todopoderosa empresa Burton SA  de fuerte carácter que tiene, o cree tenerlos,  atados todos los cabos . Las peripecias de dos seres que, al final, se encuentran habiendo estado indisolublemente unidos sin que María  lo sepa. No  puedo ni debo decir  más. Vayan al Bellas Artes. Mi  historia y vivencias en esta sala, con José Tamayo, el “viejo zorro” de la voz rota, que toreaba hábilmente  a la censura imperante, forma parte de mis Memorias, de próxima, o acaso no tan próxima, aparición.  

Inteligencia artificial IA. Libros para COLOREAR

Confieso mi desconocimiento del asunto, aunque en mi azarosa vida me he encontrado con inteligencias que muchos creían luminosas y al resssultó que eran verdaderamente artificiales y artificiosas. Pero esto  es otra cuestión. Por eso, cedo la palabra a Rafael Marín Rubio, que hace primorosos libros”psrs colorear” Textualmente estas son sus palabras sobre el tema.

“crear libros para “colorear” es relativamente sencillo. ; utilizo inteligencia artificial para generar un texto base que luego ajusto y perfecciono. La IA es una herramienta increíble, pero a menudo tiende a desviarse un poco del tema (…) utilizo Inteligencia Artificial para generar un texto base que luego ajusto y perfecciono. La IA es una herramienta increíble, pero a menudo  tiende a desviarse un poco del tema. Utilizo un programa llamado kittel, le proporciono instrucciones mediante   prompts y voy ajustándolo hasta obtener el resultado buscado…?Motivo por el que lo hago?. Creo que es vario: amor a la historia, fascinación por las nuevas tecnologías y, sobre todo, transmitir estas pasiones a mis hijos. Me gustaría despertar en ellos la curiosidad por el pasado y el interés por el futuro”.

Nota personal a pie de página-

“la historia, el amor a la historia, es la clave, creo yo, de que la sala de espera de MaríahgFisioRes, Fisoterapia y Rehabilitación,de la plazaLos Arcos María Hernández, manos de hierro en guante de terciopelo, esté llena de ejemplares de la apasionante revista MUY HISTORIA, aportadas por Carmen Rubio, madre de Rafael. Es una lectura apasionante, de tal manera que algunos  pacientes no sabemos  ya si vamos allí para que nos  arreglen los desperfectos del cuerpo o para leer MUY HISTORIA.

 

sábado, 31 de agosto de 2024

 LORCA.La OTRA MUERTE

Si hacemos caso a Fernando Marías y Juan Bas, autores de un libro fascinante, inverosímil y muchas verdades y algunas fabulaciones, titulado Páginas ocultas de la historia, Federico García Lorca fue fusilado tal como cuenta la historia del franquismo, pero no murió. Quedó alelado con la mitad de su cerebro disfuncional, tuvo otra vida que se truncó definitivamente en 1954, sin saber quién era, hortelano en un convento de monjas que le querían mucho Sor Agueda, sobre por su inocencia, un convento donde   las monjas lo llamaban Manuel.   A  sor Agueda que le salvó la vida cuando se lo llevaron malherido, el  nombre de Federico García Lorca tampoco le hubiera dicho  nada.  La historia que cuentan Marias y Bas, ellos mismos confiesan que puede ser verdad o no, pero yo la creo  verosimil. Lorca fue fusilado, pero no murió en el barranco de Viznar, donde no sé si sigue buscándolo Iam Gibson o no. Hagamos justicia a Gibson que    nunca ha dejado de ocuparse  del tema. Y consignemos que el cuerpo de Lorca, nunca fue hallado.

Los disparos del fusilamiento le afectaron  al cerebro, lo dejaron alelado, pero no lo mataron. La via por la que Marias y Bas reconstruyen La otra muerte de Federico  García Lorca es la periodista Rocío Pérez Sanz, que trabajaba en El Ideal, de Granada, y publicó un artículo sobre el asunto con el que aspiraba a ganar el Pulitzer.. Nadie le hizo caso, su artículo pasó inadvertido, se casó, abandonó el periodismo y se dedicó a cultivar la tierra en las Alpujarras. Accedió, sin embargo, a entrevistarse con Marias y con Bas, a los que una tarde en la taberna de la estación de Granada, hizo partícipes de una historia fantástica; quizá fuera un homenaje  a Rogelio Bermejo, repartidor de pan a bordo de un carro tirado por un burro,  un hombre inculto, mal vestido con una corbata de colorines y oliendo  a coñac,  que se la  transmitió a ella;  Bermejo, repartidor de leche,  encontró un dia a un moribundo en una cuneta con tres balazos, uno de los cuales le afectaba al cerebro. Se lo llevó a a un convento granadino donde Sor Agueda  le salvó la vida y cuidó. Alli,  ocupado en las labores del huerto murió, de un derrame cerebral  en 1954.  En en los actos de homenaje que pasados algunos  años se tributaron a Federico, Rogelio se dio cuenta de que el hombre  que se encontró en una cuneta, fusilado pero vivo,   el hortelano con el se había hecho  una fotografía, era el mismo, o muy parecido, a aquel que aparecía en  televisión, radios, periódicos y revistas. Lo cual le dió autoridad para afirmar hasta su muerte que él había hecho una vez  "algo muy importante por un hombre muy importante".

La otra muerte de Federico García Lorca, forma parte del libro, Páginas ocultas de la historia, Ediciones Destino,  reune otros once relatos, verdaderamente sorprendentes, de los que me ocuparé  otro dia. Fascinantes relatos  que demuestran que la historia no siempre es como nos la han contado


domingo, 18 de agosto de 2024

 

Lorca, poeta maldito.


 Y fusilado

Así tituló Francisco Umbral, in memoriam, uno de sus primeros y más arriesgados libros. Lorca,  poeta maldito en un país carente de escritores malditos o, al menos, de malditos con verdadera naturaleza, como Rimbaud o Baudelaire en Francia. Con todo, y respetando el talento crítico y analítico, inmenso, de Umbral, me atrevería a cuestionar el malditismo de Federico García Lorca. El poeta granadino no era un maldito,  lo convirtieron en poeta maldito las circunstancias malditas de un maldito  fascismo alzado y poco después triunfante. Lorca había rechazado quedarse en Madrid, pensando quizá  que en Granada, en la Huerta de San Vicente, su casa, estaría más seguro. Así pudo haber sido de no mediar un siniestro personaje de la CEDA, Ramón  Ruiz Alonso, que lo denunció y participó en su arresto, resentido porque los Rosales, Luis y Pepiniqui, le habían negado el carnet de Falange por cuyo ingreso, al parecer, Ramón Ruiz exigía un sueldo de mil pesetas. Tuve ocasión de conocer a Ramón Ruiz en Madrid allá por los primeros setenta del pasado siglo XX. Dirigía yo la galería de arte Forma 2, y un dia me encuentro con que los dueños, unos albañiles que se habían forrado construyendo chalets en la sierra madrileña, me lo presentaron como un administrativo  encargado de la contabilidad o algo así. Ese mismo dia se publicaba el libro de Luis Blanco Vila que denunciaba su participación activa en la muerte  de Lorca.  Estaba exponiendo José Diaz; una espléndida tauromaquia de la que había hecho protagonistas  exclusivos a Antonio Bienvenida y Paco Camino, apadrinada por un espléndido texto de Santiago Amón. A Diaz le habían fusilado el padre los franquistas y él y yo decidimos descolgar la exposición con mucho vendido y expectativas de venderlo todo. Ramón Ruiz Alonso decidió marcharse por propia voluntad antes de que yo lo despidiera. Y como una exposición un pintor la hace para vender, Pepe Diaz continuó colgado y vendiendo. Tampoco los dueños le hicieron remilgos al éxito del rojerío y me ofrecieron continuar con ellos, con un sueldo mensual de 2000 pesetas y un 20% de las ventas. Abrieron otra galería muy  dedicada a jóvenes pintores que no hubieran expuesto en Madrid y yo me dediqué a viajar por toda España a la búsqueda y captura de jóvenes talentos.

Pero volvamos a Lorca cuyo aniversario del fusilamiento se recuerda  hoy, horas arriba horas abajo. Lorca,  según algunas fuentes  fiables, reposa en Nueva York, junto a una persona muy amada por él, circunstancia que no estoy en situación de demostrar. No está en Viznar donde Iam Gibson sigue buscándole  o no, no lo sé.  Las hijas de Ramón Ruiz, Elisa  Montes, Emma Penella y Terele Pávez, al principio ignorantes de la responsabilidad de su padre, ambicionaban representar juntas La casa de Bernarda Alba. Pero alguien las disuadió del proyecto, dado su parentesco con el inductor del asesinato. Renegaron del apellido paterno y una, la mayor, se puso Montes, otra Penella y otra Pávez, para mí gusto la mejor actriz y la más radical de las tres, aunque yo era muy amigo de Emma.

Federico García Lorca, por los siglos de los siglos, poeta y autor dramático que revolucionó la escena, es con don Ramón Maria del Valle Inclán, una de las dos cumbres del teatro español de la primera mitad del siglo XX. Y de la poesía. Su elegía Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, resiste la comparación con las Coplas a la muerte de su padre, del palentino Jorge Manrique.