martes, 26 de julio de 2016

FESTIVAL DE OLMEDO. Y OTRAS COSAS DE INTERËS


El virus de Cervantes.

Un fantasma, un virus peligroso recorre España: Cervantes, la Cervantina. Según Ron Lala. Cervantes o libertad.  Volví a caer  en esa virus que ya me había infectado  en Madrid. Y me quedé en Olmedo  expuesto otra vez  al contagio.  España, bajo esta poderosa influencia se hace más libre, más culta y  más honrada. Debiera serlo, pero no es verdad. España está podrida,  termino cervantesco que significa estar harto,  hasta la coronilla, hasta los güevos; Olmedo o  la resurrección.

 Mi paso por el Festival de Mérida fue complicado por la imprevisión y sobre todo por un nefasto Alejandro Magno. Fue una parada acaso inoportuna camino de Almada donde me esperaban los honores del premio Carlos Porto.

 Mérida fue pudo ser  mi tumba,  Almada fue la exaltación y Olmedo es la placidez de un pueblo con casas blasonadas. Una especie de resurrección. He visto cuatro funciones estupendas: la ya citada Cervantina, El burgués gentil hombre, de la inmortal Morboria. La hostelera, una versión futurista de CulturArts, El mágico prodigioso, de ElViajeEntretenido para niños.

 El baneario y el masaje tailandés.

María Diaz ha dispuesto todo para ver los espectáculos y para  la reparación de mis maltrechos huesos castigados por un verano inclemente: masaje deleitoso, relajante, regenerador, en penumbra; no es el masaje tradicional tailandés, que por otra parte, tampoco es lo que ustedes piensan. En esto de los masajes, la imaginación pervertida confunde con frecuencia la inocencia de la realidad.

El caso es que entré en Olmedo rumiando en mi cerebro una frase leida hace poco quizá en una novela   de Mary Higgnis Clark, “¿cómo  se las han arreglado dos personas tan excepcionales (mi madre Rosario y mi padre Francisco)  para concebir una criatura tan mediocre como yo?”. Y salí recitando a Manuel Machado: “Yo soy de aquellos hombres que a mi tierra vinieron, soy de la raza mora vieja amiga del sol, que todo lo ganaron y todo lo perdieron. Tengo el alma de nardo del árabe español” Acepto, una vez más, ser el sobreviviente de muchas batallas y todas perdidas. Y luego: “besos, pero no darlos,  que la vida me traiga y la vida me lleve y que nadie me obligue el  camino a seguir.” Versión gozosa del devaluado carpe diem.

Las funciones empiezan a las 23,00 horas y eso en un  balneario da para mucho.  En tres días redacto los primeros capítulos de la Serie de Verano de El Mundo, Un personaje y una actriz.  En los festivales uno se entera de muchas cosas; cotilleos, rumores, alguna maldad perfectamente calculada. Por qué falló tal espectáculo, con qué productores o productoras conviene no embarcarse, proyectos que no saldrán nunca. Esto no importa demasiado. Yo suelo hacer 100 proyectos al año y me sale uno, dos; o ninguno.

 Mein  Kampf
La gastronomía del Asador, El Caballero de Olmedo, al lado del  balneario, no me permite arrancar de nuevo con Lager, el monólogo de Awsvitz. Tengo en mis manos  Mein Kampf  y me produce náuseas No merece la pena estropear por Hitler la perspectiva de un lechazo.

 A la entrada de la corrala me saludan unos aficionados a los toros que  me instan a volver a la crónica taurina. No los reconozco, no recuerdo quienes son, pero María Diaz se asombra. Y aprovecha para ligarme a un proyecto muy interesante sobre Maribel Atienza, la torera de la trenza,  que acabó aburrida de tanto machismo cafre.  La única vez que logré meter a Paco Umbral en las Ventas se cabreó, “vámonos, aquí solo te conocen a ti”. Iba, por supuesto,  de broma, pero con un fondo de verdad: el ego de Paco Umbral. Todo el que se dedica a una actividad pública tiene un ego, por supuesto; sin él no pintaría, no se subiría a un escenario, no escribiría. Sobre todo, no escribiría en un periódico. En un periódico, y más en el Mundo, tienes noticia de que te ha abandonado un lector y te suicidas. O te mata el redactor jefe.

 A vueltas con Los Gondra.

Aunque en teatro no hay nada matemático, Borja, Josep María Mestres y todo el CDN, se deprimirían si Los Gondra, Una historia Vasca, no rompiera la taquilla y tuviera encima malas críticas. Los egos van por ese lado, no hay vuelta de hoja. Mi primer libro de versos, La frente contra muro, en un periódico de la época  lo resolvieron con esta crítica: “libro lleno de defectos y sin ninguna virtud”. La crítica me la suda; pero aquella se me quedó grabada como una cicatriz en el alma. Y entonces aún no tenía ego.

Via mail, Borja  Ortiz de Gondra  me comenta encantado el tuit del Café Gijón que ha revuelto también el Cdn. Retoca Los Gondra; “podría convertirla en una novela con los nuevos datos que mi familia me está dando”. Está muy satisfecho del reparto femenino Sonsoles Benedicto, María Hervás, Solaguren.  Supongo que también del masculino. La Ainara  terrorista de María Hervás ahí está el detalle.

María Diaz es el ángel custodio de mis aventuras teatrales en Olmedo. Lo sabe todo, pero está obligada a secreto y no creo que se preste a ayudarme en el libro Mi vida de teatro.  Me lleva  a  comer lechazo tal que “solo  se puede comer en Olmedo, en el Asador” enfrente del hotel, pasada la pasarela. Veremos. En las fiestas del pueblo mi madre la señá Rosario hacía un lechazo entreasado famoso en  toda la comarca; el secreto, cazuela y horno de barro. Y un poco de agua sobre la carne con un ligerísimo  aliño. Y manojos de sarmientos  como combustible. No había bastantes rebaños para abastecer las demandas. Y como mis padres eran gente honrada, no admitían más encargos de los que podían atender. Aunque en la aldea había gente que se nos ofrecía a asar los lechazos como si fueran de nuestra casa.
30 años de Morboria.
Me ha gustado la clase magistral que hacen en El burgués gentil hombre  sobre  gastronomía, nueva cocina, y famosísimos impostores del arte de buen comer: en la línea de Boadella y Ioglars. Todos tienen muchas estrellas Michelin.

Rompedora La Hostalera, y una deliciosa Mirandolina de   Paola Batalla,  implacable vengadora de todas las mujeres. Un toque sorpresivo de Genovés: un guiño a los partisanos con la canción del guerrillero;  Bella Chiao.

Prodigioso, la redundancia es intencionada, El mágico prodigioso, de la compañía ElViajeEntrenido. Muy bello y muy musical. Júbilo  para los niños y reflexión y gozo para los mayores; poesía y magia, el mito de Fausto.   Gran belleza óptica. Quedan más cosas que contar de Olmedo. Otro dia.

Vuelvo a lo inmediato, lo urgente inmediato: Un personaje y una actriz. Están listas o casi listas,  Nuria, Concha, Blanca Portillo. Me fascina escribir de actrices. Son una fuente de conocimientos y de enigmas. Le prometo al redactor jefe  que llegaré a tiempo para completar las siete elegidas.

Vuelvo a Lawrence Durrel y  su célebre trinidad sobre lo que puede hacerse con las mujeres: “amarlas, sufrir por ellas o convertirlas en literatura”. “Durrel era un coñazo, me dice Umbral; hay más posibilidades”; pero Umbral nunca me las quiso exlicar explicar.

Nota adicional: Olmedo, los clásicos renovados. Y un pueblo entero en la fiesta del teatro: casi 8.000 espectadores

jueves, 21 de julio de 2016

EL SUEÑO DE AVIGNON Y EL PREMIO CARLO PORTO


 

El refugio 
De regreso de Almada en el refugio inexpugnable de Colmenar Viejo: el texto principal que apuntalan intertextualidades gozosas y pasajeras. Y a la viceversa. Breve descanso de dos días. Luego, a Olmedo. Y cierro el círculo de festivales de verano. No habrá descanso en este infierno de calor. Preveía un verano tórrido y celérico, pero no tanto. De celérico puede convertirse en colérico.   

Paralizada  la reescritura de mi monólogo Lager. Necesito manejar a fondo Mein Kamp y la biblia del nazismo me produce náuseas.  Intento volver  a Rilke, el poema necesario. Me aburro, y el poema necesario resulta absolutamente prescindible.

Incertidumbre sobre la Utopia. Mi Ítaca no existe.

Pilar de Miguel me envía un texto inédito  sobre Manuela Carmena. Prometo leerlo. Luego me dice que espere, que ese texto no es el genuino; tiene que darle la vuelta. Vale. Pero supongo que caeré a la tentación de leerlo. 

Llevo reflexionando unos días sobre la amistad, la lealtad. Sobre el encontronazo  con alguien a quien le reproché, en plan confianza, que no me hubiera felicitado por el premio Carlo Porto. Bueno,  lo mandé  a la mierda cuando me dijo que pasaba de premios y de egos hinchados. Y reconozco que eso de mandar a la mierda a alguien está feo. Dias antes había mandado a la mierda a Gramsci y su teoría de la inteligencia y la voluntad. También está feo.

Mi ego; pudiera ser. En cualquier caso mucho menor que  los miles de egos que he alimentado y sigo alimentando. Con esto me quedo y con alguna gratitud que nadie me arrancará del corazón: “ gracias por verme, en todo,  mejor de lo que yo me veo y en realidad soy”.  Teoría personal: en tiempos de tribulación,  contra la autoestima devastada  el ego y el orgullo de quien somos. Cuando elogio, aunque sea en privado,   acierto más que cuando vilipendio.  Solo me he equivocado conmigo mismo. Con Los Gondra, justo hasta levantarse el telón. Después, naturalmente, dios dirá. Por supuesto.

Serie. Actrices  para Agosto.

Llamo a Borja Ortiz de Gondra para que firme los oríginales suyos que tengo. Destino, la Fundación Jorge Guilén, con el resto de mi legado epistolar y fotográfico. Interesa especialmente el original de Los Gondra. Una historia vasca.

 Empiezo la redacción de una serie veraniega sobre actrices: El personaje y su actriz. Siete capítulos para el Mundo durante el mes de agosto.  No se trata de elegir a siete actrices estupendas, que también, sino siete actrices  en el momento clave de su carrera; aquel personaje  que las marcó para siempre y les dio sello; el que a ningún amante del teatro se le puede borrar de la memoria.

Premio Carlo Porto.

 En Almada me han entregado el premio Carlo Porto. Solo alcanzo a ver  uno de los espectáculos centrales de la programación, El feo, de   Marius von Mayenburg…… Lo vimos en España, en Teatro del Arte hace unos años. Hoy mismo sale la crítica en el Mundo. Descubro una estupenda actriz María Joao Falcao. No es frecuente que  a estas alturas me impresione una actriz que en sus ojos lleva  toda la teoría del teatro: expresividad máxima, natural.  Por este descubrimiento, el  premio ya merecía la pena.

 La gloria de un escenario.  

Nada hay  más grande que salir a un escenario; es el lugar sagrado, el centro del universo. Me tiemblan las piernas entre cajas; pero entiendo  la gloria del aplauso que eleva a los cielos el ego de los artistas. Sin eso, sin el aplauso del público  no hay arte  que valga. Me gusta el papel que me han asignado: el de  Javier Villán, es el mejor conozco. Me acerco al  proscenio sin bastones, como si los focos me prestasen una extraña fuerza. Tiemblo, pero enseguida ya no hay quien me pare. Desaparecen las inseguridades, los miedos,  con un micrófono en la mano soy una amenaza. Me controlo; cuatro minutos de discurso. Y parte de ellos se lo llevan el requiescat por  Monleón que acaba de morir, y los aplausos y las carcajadas del público.

 Digo   que mi modestia (falsa) no puede desautorizar al  jurado, afirmando  que  el premio es inmerecido. (Carcajadas). Luego, breve teoría sobe el teatro esencial. Me cuesta dejar el escenario, me quedaría allí eternamente. Debo de ser, en el fondo, un proyecto de mal actor  que se quedó en crítico. No lo sé

Viaje demoledor

Aunque más demoledor, supongo, para el escenógrafo David de Loaysa que se prestó  a llevarme en su coche. Un alto en Mérida para ver un desafortunado  Alejandro Magno. En Madrid, en el pequeño interludio después de Almagro,  Ortiz de Gondra remata aspectos de Los Gondra,  dirigida por Josep María Mestres; cerrado, al parecer, un reparto de lujo. Respira tranquilo. Adolfo Marsillach decía que cualquier actor español cambia un estreno en el María Guerrero por un capítulo de una serie de televisión. Novedad; el propio Borja   forma parte del reparto haciendo de sí mismo.

Jueves 23,50 en el teatro romano.

En un momento, en los primeros escalones de la orchestra, minutos antes de que empiece  la representación, se me presenta ante los ojos, a pocos metros, “el sueño de Avignon” que, según mi turbulenta imaginación, acaso no fuera en Avignon.

 De pronto, en una imprevista acción teatral, se escenifica algo que había visualizado dias atrás. Extraña exactitud. Sólo me equivoqué en el color del vestido; lo imaginé granate y era negro. Debe de ser cierto que tengo un don adivinatorio, profético. Y que algunas personas  hallaban  consuelo en esas imprevistas premoniciones.

 A punto estuve de ir a Avignon, desde Almagro, estimulado por unos  amigos devotos de Angélica Liddel, pero hace tiempo que soy reacio a la falsa transgresión de Angélica, a sus convencionalismos con  tinte de subversión.  Para saber la decadencia  de la Lidell  no  necesito el don profético. Me cuentan que la crítica no ha tenido compasión;  igual de cruel ha sido la izquierda, la derecha, el centro y la periferia. Con esto ya tengo el cuadro de Avignon completo, aunque mi don profético me avisa que Avignon puede ser una fantasmagoría.

 

Rodrigo Francisco , director del Festival, me ha presentado a Helena Probs, no se si austriaca, italiana o argentina. Habla a la perfección los tres idiomas. Allá por los años de plomo en Italia tuvo que marcharse a la Argentina.  Es una millonaria, protectora del Festival, presidenta de la Share Fundation. Ambos se marchan a Avignon. Yo prefiero volver a Madrid. 

 

 

martes, 12 de julio de 2016

ELEGIA POR VICTOR BARRIO, !!TORERO!!


SONETO FÚNEBRE.

Directa al corazón la puñalada,

El filo del  pitón, el asta fiera,

La espuma de la sangre en la rivera

De la vida mortal, envenenada.

Victor Barrio es historia congelada;

Es estatua de nieve en la frontera

De un lance en que no pudo su cadera

Profetizar la sombra de la espada.

 

Espada fue el pitón y la embestida;

Veneno fue el aliento y el acaso

del ebrio toro airado e inocente.

En Teruel fue la vida detenida.

Y, antes que al zénit, sucumbió  al ocaso

Un torero en sazón, parco y valiente.

lunes, 11 de julio de 2016

ALMAGRO.(II) CONCHA VELASCO Y SU DISCURSO DE MADRE.



Lo que más me ha marcado del Festival.

 

1)     Por encima de todo el discurso con que Concha Velasco agradeció el premio y respondió a la maciza y entrañable Laudatio de Ignaco García Garzón. La Velasco se  ha ganado ya ese la excelso de las elegidas. Dijo: “El teatro es el gran amante, el gran amor inmenso  que nunca te defrauda. Gracias a él he podido ser madre, abuela, reponerme de la infelicidad y los contratiempos. Veo a Samuel mi nieto aquí en primera fila pensando “qué abuela más importante y más guapa tengo. Eso me lo ha dado el teatro”. La Velasco, gozos y tribulaciones del amor; infierno y cielo.

2)      En paralelo, quiero destacar los discursos de los políticos que con su ingenio amenizaron un acto de esquemas rígidos y habitualmente plúmbeo: alcalde de Almagro, presidente de la Diputación, Consejero de Cultura Castilla la Mancha; y el ministro de cultura, señor Méndez Vigo con muchos títulos de nobleza; un crack. Cuando lo echen de la política podría entrar en la tropa de la farándula. O pedirle asilo político a su amigo, Psoe, presidente de la Diputación, otro crack.

 

3)     Jornadas de periodistas.

Concluyeron los debates de las Jornadas de Críticos organizadas por  la Unir y coordinadas por Ignacio Amestoy y Marga del Hoyo que sustituía a Gabriel Antuñano enredado con asuntos de los Festivales de Almada y Avignon; lo veré cuando vaya a recoger el premio que me han otorgado en Lisboa. Jornadas de  intensa dialéctica. Marga moderó con temple, tolerancia  y firmeza, escuela Amestoy, la segunda mesa. Amestoy había moderado la primera. Temario amplio, desde los clásicos estricto sensu, hasta la modernidad;  nuevas técnicas. Límites de las adaptaciones y las versiones. Pareceres distintos, opiniones divergentes; un amplio espectro de nombres y espero no olvidarme de ninguno; en cualquier caso, tómese como debilidad de mi memoria no como exclusión consciente; Ignacio García Garzón, Javier Vallejo, Liz Perales, Raúl Losánez, Daniel Galindo, Julio Bravo, Esther Alvarado, Prado, Catalán Deus y el que suscribe. Invitado de honor, Borja Ortiz de Gondra que estrenará a primeros de año Los Gondra. Una historia vasca, dirigida por Josep María Mestres. Borja no fue un convidado de piedra; participó en las discusiones y respondió a cuantas preguntas quisimos hacerle.

Respecto al poco afecto que Marsillach profesaba al Siglo de Oro, pese a ser fundador de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y que yo expuse como apoyo de alguna de mis tesis, lo cuenta él mismo en su ácido libro de memorias, Tan lejos, tan cerca.

 4.- Compañía Nacional de Danza.

Don Quijote suite y Minus 16  es posiblemente el  más brillante espectáculo del festival. Apoteosis de la belleza, del ritmo de la danza clásica que desafía la ley de la gravedad; lírica geometría de los cuerpos, escritura en el aire: magisterio de José Carlos Martínez que ha escogido fragmentos de Las Bodas de Camacho: Quiteria y Basilio. Como remate, una pieza de ballet  contemporáneo. Extraordinario, magnífico, portentoso…Perdonen los adjetivos; pero como no soy crítico de danza sino de teatro, tengo que recurrir a la exageración abstracta para definirme.

Y vuelta  a casa

Última noche, sábado. Hay que romper la monotonía de la plaza, como si el Corral fuese el único cobijo, el padre protector  que nos ampara a todos.  Ha empezado la desbandada y cada mochuelo a su olivo.  Por eso me pongo en manos de Eva y de José Luis, ángeles custodios a los  que, para desplazamientos, me ha encomendado la organización del Festival. Terraza dentro de un parque, brisa benéfica; un oasis lejos del horno de la plaza abarrotada. Una brisa benéfica junto  a una fuente de altísimos chorros. De madrugada, regreso al Lope de Vega (apartamento). Antonio, el dueño, está empeñado en cambiarme el próximo año al Tirso de Molina. Él sabrá por qué.

 

 

viernes, 8 de julio de 2016

ALMAGRO (I); ACTRICES. Y CONCHA VELASCO


Mapa sentimental y laboral del verano, que no siempre se reflejará en este diario.

Manuela Carmena ya tiene quien le escriba. Pilar de Miguel, colega de antiguas peripecias periodísticas, me  envía su texto sobre Manola. Prometo leerlo.

Garrigues Walker me manda una tercera de Abc en la que analiza los populismos de derechas y de izquierdas. Un liberal lúcido, un poeta, un autor dramático. Sigo proponiéndolo como un notable que podría formar gobierno si los corruptos e ineptos políticos del censo no se ponen de acuerdo.

Dos poetas espontáneos y jóvencísimos me envían sus libros de poemas inéditos.

Elvira Giménez, me manda recuerdos de Marco Cicala, periodista amigo que me ha hecho “famoso” en Italia; y de Luca Caioli, el escritor que más sabe de Lionel Messi.

María Hervás me anuncia el envío de su libro, Deseantes y otros proyectos; propone un encuentro para comentarlos. Veremos. Hervás anda siempre prófuga de sí misma. Es una actitud que conozco por propia experiencia, en mi prehistoria. Empezará  pronto los ensayos de Una historia vasca, de Borja Ortiz  de Gondra.

Maria Martinez y Frida Moraleda me proponen  recuperar en las redes nuestra aventura cervantina. Son el rayo que no cesa.

María Diaz sospecha  que no doy importancia a los fastos del Orgullo Gay. Acaso tenga razón; acaso yo considere saldado mi compromiso,   con aquellos manifiestos en los que los héteros firmábamos “yo también soy maricón, yo también he abortado”.

Xabi Puerta y Zutoia Alarcia me implican en la gran operación Alfonso Sastre que planea el Cdn con motivo de la puesta en escena de Escuadra hacia muerte. Otra vez el realismo, lo que hoy quizá menos interese del exiliado de Hondarribia. Propongo una inmersión a fondo en el mundo de Los hombres y sus sombras; en su poesía, el ensayo y  la narrativa.

El verano es una amenaza. La reescritura de Lager, los infiernos de los campos de exterminio nazi, me ha vuelto del revés.

 Consigo que Fede Rey, un actor del que espero grandes cosas, se adhiera al proyecto de Lager que protagonizará Zutoia.

Avanzo en el texto de los Toros a Escena  para Ramón Fontseré, David de Loaysa y Antorrín Heredia  encargo urgente de Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la lengua.

 

 Almagro. Festival.

De nuevo el apartamento Lope de Vega; al lado el Tirso y en la primera planta Cervantes y Calderón de la Barca.  En esta compañía parece  imposible escribir mal. Se hará lo que se pueda. La escritura es un don que no está al alcance de cualquiera. Mi escritura, además, está contaminada por la crítica de teatro.

 El ejercicio de la crítica tiene un riesgo. Mejor dicho dos; uno de estilo, de capacidad adjetivadora; Valle Inclán decía que el periodismo “avillanaba” el estilo; no me preocupa. Por mi apellido, mi estilo debe de estar ya bastante avillanado. El otro riesgo es de índole personal.  Por unos adjetivos aplicados al  personaje, nunca al actor que lo encarnaba, en el numanticidio de Pérez, se organizó  en las redes un auténtico linchamiento; se pidió que me expulsaron del periódico el Mundo y se publicaron cartas acusándome de homófobo y otras bobadas.

Una amiga, joven y  estupenda actriz, llama al teatro “la gran zorra, capaz de todas las putadas y todas las delicias”. No estoy muy versado en las delicias de las zorras, y menos en sus putadas, pero me lo creo.

Almagro puede ser una de esas delicias fascinantes. Durante un mes, Almagro es todo teatro; vive y respira por el teatro. Llegada al mediodía con  lluvia refrescante, encuentro en comida de fraternidad con los colegas periodistas. Y Elvira Giménez como como introductora de embajadores.

 Ignacio Amestoy, factótum de la Jornadas de críticos en las que discutimos de todo sin aclarar nada. Cuando se   escriba la historia del teatro de este país, Ignacio Amestoy figurará con letras quizá no de oro, material fungible al fin y al cabo, pero  sí indelebles: como autor y como gestor y animador cultural.

Gran Fiesta en el Corral, que arruinó la lluvia, y premio para Concha Velasco, Reina Juana, memorable interpretación sobre la prisionera de Tordesillas. El acto se  trasladó  al Teatro Municipal. Natalia Menéndez, gran sacerdotisa y maestra  de  ceremonias. La laudatio a cargo de Garcia Garzón. Y sucesivas laudatios, como corresponde, de  los intervinientes. Humor, conocimientos y hondura de políticos: ¡sorprendentes!. Humor a raudales de   Beatriz Carvajal. Conmovedor e ingeniosísimo discurso de la galardonada, con hijos y nietos alrededor: “el  teatro, el gran amante, que nunca me ha abandonado; el que me ha permitido, ser madre y ser abuela”. Este acto, del que como otras veces, estaba dispuesto a huir por aburrimiento, me clavó a la butaca. Merece otra crónica pormenorizada. Mañana.

sábado, 2 de julio de 2016

AMOR Y REVOLUCION; FRIDA KAHLO, TROTSKY


Frida Kahlo en la cripta del Gijón

El café de Gijón ya no es lo que era, aunque empieza a recuperar el viejo aroma. Aparece por allí hace 50 años Frida Kahlo, como me cuentan apareció el otro dia, y se arma la de dios es cristo: legiones de poetas y de pintores a sus pies; pero ya no hay legiones de poetas ni de pintores que sepan quién es Frida Khalo ni ponerse a los pies de una dama. Llegó, se tomó un vino en la barra y se bajó a la cripta a almorzar. Y no pasó nada. Hay quien dice que no era Frida, la amante de  Trotsky, la esposa de Diego Rivera; hay quien dice que era Sara  Moraleda que venía de México para retomar los ensayos de Don Gil de las calzas verdes y volver a Alcalá con el   El amante liberal, de Emilio Gutiérrez Caba. Pudiera ser. Dias antes Moraleda había colgado en las redes una foto ante  la casa donde vivieron  Diego y Kahlo,  caracterizada de Frida  con absoluto desparpajo. ¿A quién aspira Moraleda, a Trotsky o a Diego Rivera?. O a  los otros amantes  que tuvo Frida? Frida Moraleda iba e los Teatros del Canal a despedirse de Albert Boadella con el que trabajó en Ensayando a don Juan.

 Pregunté a Pepe Bárcena  si esa rara  mujer iba llena de clavos y de hierros lacerando su cuerpo. Si se había pasado de  copa, recordando su viejo lamento “bebí para ahogar mis penas, pero mis penas aprendieron a nadar”. O si había dicho que era desdichada y que nació "estrelladísima", con mala suerte.  No se acordaba, pero estaba seguro de que su porte no era el de una inválida con más de 30 operaciones quirúrgicas en el cuerpo. Frida o el dolor, Frida y el milagro de su existencia. Frida y Trotsky, amantes hasta la extenuación. Venganza contra el indio Rivera. Me fascina esta polaridad: la revolución permanente y el dolor permanente.

 La última  vez que estuve en México puse en marcha una leyenda que nadie se creyó: Alfaro Siqueiros, el muralista estalinista, había ametrallado la casa donde vivía Trotsky, por orden de  Diego Rivera rabioso de celos. Trotsky escapó a las balas, pero no pudo escapar tiempo después al piolet de Ramón Mercader. ¡!Malditos, malditos, malditos!!. Esta  historia de celos no es creible; en ese mundo de artistas y revolucionarios, los cuernos eran moneda áurea y legendaria.

Además, los celos son un sentimiento ajeno a mi universo sentimental. Empiezo a tener recelos de la poesía de María Hervás que baila con lobos, huracanes y sirenas sin cola y vomita lágrimas a compás. O suspicacias  de los elogios que he dedicado en mis críticas a Frida Moraleda, diciéndome que esas alabanzas bien podía habérmelas dedicado a mí mismo, puesto que casi nadie me elogia. Pero se me pasa enseguida. A la Kahlo, le hubiera enseñado el poema  Itaca, de María Hervás: pero Moraleda me convenció a tiempo que Frida, cuya poesía me interesa menos que su pintura, en el Gijón era una impostora. La genialidad de Kahlo como pintora reside en que jamás hace literatura de su dolor: pinta su  propia realidad,  su  vida, que es lo que mejor conoce. Su poesía son sentencias, aforismos, lemas sobre el dolor y sobre el amor. Carece de la estructura del poema rio que es Itaca,  aunque en las cartas  a Diego Rivera demuestra su auténtica fibra amorosa.

 Ignoro por qué, Moraleda celebra que me interese la poesía,  que  no conoce, de la Hervás,  a la que, me parece deducir, profesa verdadero afecto:  “fue, creo, la pingüina que más huella dejó en todas las pingüinas”; “un espectáculo imposible, por culpa más de Arrabal, quizá, que de Pérez de la Fuente”, concluyo. Pero Frida Moraleda es ya más Moraleda que Frida y prefiere no meterse en berenjenales.

 Le he prometido a Hervás que si un dia reúne versos para un libro, que ilustrará ella misma,  yo le pondré prólogo y Borja Ortiz de Gondra el epílogo.  Con Borja va a estrenar pronto Una historia vasca en el María Guerrero. No son tiempos para versos, seguro. Ni para dibujos. Malos tiempos para la lírica, que diría Brecht.

Salutación a Boadella.

Adios a Boadella que no sé dónde se irá y aún no sabe, ni creo que le importe,  quién es su sucesor. Boadella se autodefine como bufón y titiritero; o sea, hacer reir con la verdad crítica y teatralizada. Cuando los generales borrachuzos de La Torna  -Umbral hubiera dicho  “generales borracheros”- querían insultar a Ioglars los llamaban titiriteros. Boadella  fue procesado y encarcelado por esta obra y escapó en una rocambolesca fuga, organizada probablemente por Dolors Caminal. Nada más pasar la frontera, Boadella, se bajó los pantalones y les enseñó el culo a progres y catalanistas. Dolors es una pintura minuciosa,  hiperrealista, de paisajes en los que  predomina una rica gama de verdes; hace tiempo le organicé  una exposición en Orfila, por sugerencia  de Rosanna Torres y de Javier Figuero, que no recuerdo cómo funcionó.  Detesta los abstractos y la vanguardia, como Albert. Y detestan en especial a Tapies, el Tapiolas de no recuerdo qué pieza de Ioglars.

 Dolors Caminal puede ser una heroína organizando fugas carcelarias; pero en las dehesas salmantinas, ante una manada de toros, es menos valiente. El mayoral, Gonzalo Santonja, Boadella, José Ignacio Sánchez, creo recordar, algunos capas y yo nos acercamos cautamente a la manada. Las mujeres permanecieron en los jeep, menos Ana que, por su cuenta hizo buenas migas con algunos ejemplares, a unos 20 o 30 metros. No sé si por superprotección o por machismo, que viene a ser lo mismo, Albert Boadella se echaba alarmado las manos a la cabeza.

 Se marcha de los Teatros del Canal con una proclama   de liberación: vuelvo a ser libre, afirma; vuelvo a ser Albert Boadella. La verdad es que sus amigos, entre los que supongo todavía me cuenta, nunca percibimos que hubiera dejado de ser él mismo. Era el Moliere, el capricho  de Esperanza Aguirre que, en un magnífico juego político y teatral,  se autotilulaba Luis XVI. Si en algún momento puntual Albert no alcanzó la cima a que nos tiene acostumbrados, yo no creo que fuera por cálculo estratégico, sino porque no se puede ser sublime sin interrupción. Aguirre, reconozcámoslo, nunca hubiera dado el juego de Ubú Pujol. Ignoro cómo han concluido estas relaciones nunca fáciles entre titiriteros y políticos.

Cuando me enteré de que se aposentaba en  la capital de España le escribí carta postal y manuscrita, “yo que tú no lo haría forastero”. Conozco a mis clásicos de la meseta y conozco  este corralón manchego que es Madrid. Pero lo cierto es  que en Catalonia se había decretado la muerte civil de Boadella y quizás la física,  como la tala de sus cipreses del Ampurdán: “no a la pena de muerte, excepto para Albert Boadella”.

Hasta pronto, amigo. Nos queda pendiente una comida en la noble taberna  taurina, Casa Dori,  que tú conoces y que te aclaman. Quizá sea posible antes de Agosto. Sé de algunas actrices que serían felices dándote un homenaje tabernario.  Y escucharnos debatir sobre toros y teatro.  Por mí vale, pero que se  encarguen ellas.  A tí te consideran un genio y a mí un par de escalones más abajo: una lumbrera. No me parece mal.

Sara Moraleda te dará, o no, un ósculo de mi parte. Yo no puedo con los sentimentalismos de las despedidas.