sábado, 16 de septiembre de 2023

 

MARIA TERESA LEON. Flor de melancolías

 

Aprovechando la publicación de MI VIDA CON ALBERTI, el amoroso  y vitriólico libro   de Maria Asunción Mateo rebautizada por Rafael como Altair, la estrella inalcanzable y luminosa, quiero dejar aquí mi visión primera de Maria Teresa León, una historia de melancolías.  Vaya de paso el imponente respeto casi sagrado y admiración, que Mateo manifiesta por María Teresa. Espero que mi arbitraria memoria no me haga traición. Mi primera visión, y la última, inseparablemente unidas van unidas a Casa Pedro donde un mediodía la conocí personalmente, un figón de la calle Factor número ocho, casi  esquina a la calle Mayor, enfrente de Capitanía General. Cuando resultaba imposible hallar mesa en Casa Pedro,los hambrientos  recalaban en Casa Ciriaco, también de buen comer y a escaso cuarenta metros de distancia. En Casa Pedro, en las Cuevas de Pedro, un laberinto ad hoc para clandestinidades, prosoviético sin fisuras, se enseñaba ruso, él no sino unos profesores de su cuerda. Pedro, comunista ortodoxo, odiaba a Rafael Alberti  en aquellos momentos emparejado en Roma con  Beatriz Amposta  a la que también odiaba..  Pedro asaba el lechazo, su plato emblema, como los ángeles asadores y cocineros, si es que hay tales, en un horno justo nada más bajar las escaleras de entrada. Había que reservar mesa con mucho tiempo, pues el lechazo gustaba incluso  a los franquistas que entraban allí tapándose los ojos ante las fotografías que adornaban el local, Marx, Lenin, Pasionaria, Carrillo, Lister…El asado de Pedro se imponía a las ideologías, de las que Pedro nunca abdicó,  y puede que lo librara de algún que otro contratiempo policial.

María Teresa comió asado, muy poco y al cuidado de una  servicial joven que la acompañaba solícita. Luego, cuando nos quedamos solos, cantó asturianadas, que se le daban muy bien, y se acordó de Rafael, “ me ha dicho que no tardará en regresar, le estoy esperando”. En Casa Pedro trabajaba de camarero, Paco Moyano, cantaor de flamenco, granadino también, de la extrema extrema izquierda que cantó una soleá aproximada en honor de María Teresa. Creo que Moyano hizo de chofer de Rafael, o quizá de Marcos Ana, no recuerdo,  en la campaña electoral.

La visión última de María Teresa también está vinculada a Pedro. Un dia la secta cuasi religiosa de los teresianos  y los cantaores Morente, Meneses y Moyano recibimos la convocatoria urgente de reunirnos a cenar en la casa de Vallehermoso, creo, de María Teresa. Estaba con ella Aitana Alberti, su hija,  a la que María Teresa reprochó hubiese puesto servilletas de papel, en vez de las servilletas de hilo y la cubertería de plata que tenían en casa. Era la misma María Teresa exquisita, de formas y gustos refinados a la que se atribuía ir al frente durante la guerra, con una pistola de cachas de nácar,  circunstancia que yo no he podido comprobar. María Teresa de Alberti, siempre enamorada de Alberti. No me extraña que Asunción Mateo temiera siempre no estar a su altura.

A los postres, el impetuoso y visceral Pedro tomó la palabra y  propuso un rotundo Manifiesto de condena a Rafael de los intelectuales españoles, que María Teresa no escuchó, pues estaba hablando con Ana Merino, mi esposa, a la que confundía con una colaboradora que la ayudó en la acogida  en Moscú de los niños españoles, los niños  llamados del 36, entre los que se encontraba Ángel Gutiérrez, al que yo, cuando  volvió a España traté mucho y del que aprendí a ver a Chejov, via Vagtangov, de otra manera. Me negué a suscribir la carta contra Alberti aunque desaprobara su abandono de María Teresa, sin la cual Alberti no habría sido Alberti. Y al dia siguiente logré se publicara en el diario vespertino Pueblo, de los Sindicatos Verticales, una foto de grupo con María Teresa en el centro,  cuyo pie decía más o menos, un grupo de poetas, pintores, cantaores y artistas españoles rinde homenaje a María Teresa León. No volví a verla,  por cual esta es mi visión última de María Teresa León, sin la cual Rafael nunca habría sido Alberti.

martes, 12 de septiembre de 2023

 

Alberti, luces y sombras

María Asunción Mateo, viuda de Rafael acaba de publicar Mi vida con Alberti. Afirma que no  es un ajuste de cuentas con nadie, pero yo creo que sí, que es un ajuste con el  rafaelismo de charanga y pandereta, los “aprendices de poetas” granadinos, especialmente, y ferozmente, contra Luis García Montero, hoy presidente del Instituto Cervantes y Prado Rodríguez, o sea Benjamin Prado autodenominado sucesor y reencarnación de Rafael.   Como dirían en mi aldea de Torre de los Molinos,  Asunción tira con bala. No es un libro de viuda afirma rotundamente.  Ellos son los viudos, remata en otra página.  A Rafael lo venerábamos en líneas generales,  esto es opinión personal mía.  Acaso el mejor poeta español del siglo XX, opinión generalizada que Asunción Mateos resalta y corrobora.  El exiliado mítico, el mago de la palabra, el alquimista de la metáfora. Casado con María Teresa León, “bella e inteligente”,  que le metió el comunismo en el alma. Imponente respeto muestra por María Teresa, Asunción Mateo que teme no estar nunca a su altura.  No así por Beatriz  Amposta,  bióloga, compañera en Roma de Rafael, a la que sin nombrarla, lapida inmisericorde, tratándola de advenediza, interesada y novia ocasional  de paso. Alberti seductor, con el deje intencionado y carismático de un señorito andaluz, las marismas,   los esteros rezumando azul de mar. Marinero en tierra con las velas  siempre desplegadas. Venerábamos  a Rafael cuya imagen  Asunción siempre dulcifica y retoca amorosamente. Por ejemplo, no era tan receptivo a los poetas nuevos como Asunción dice. Valga  un caso, ocurrido en la celebración de no sé qué aniversario de La Barraca lorquiana. Se le acercó un excelente poeta gaditano, de Arcos de la Frontera, Rafael, te admiro mucho, soy un poeta gaditano….Rafael no le dejó terminar la frase y dijo despectivamente poetas, poetas, ahora todo el mundo en España se llama poeta….Yo estaba allí. Y pude ver la desolación devastadora en el rostro del excelente y afligido poeta de Arcos de la Frontera, Antonio Hernández. Rafael sólo fue generoso con lo que Asunción llama el clan de los viudos, generosidad de la que, también según Asunción Mateo,  acabó arrepintiéndose, en especial de  haber dado cobijo  a Luis García Montero, aprendiz de poeta frustrado.

Mi escasa relación con Alberti, cuya persona me inspiraba el mismo  desinterés que entusiasmo y fervor me producía su poesía, estuvo siempre erizada de despropósitos; cosa absurda e inexplicable, pues Alberti lo era todo y yo no era nada. Se celebró en la Casa de Campo un recital de poetas comunistas con enorme afluencia de militantes, y todos los poetas intervinientes, le dedicaron un poema a Rafael, menos yo. No era, por mi parte, un desdén sino una reivindicación. Me explico.  Por ignoro  qué razones,  el protocolo arbitrario del Partido, nos había sentado juntos, en un banco corrido en primera fila. Le acompañaba, creo recordar, una brasileña,  joven y guapa, un encanto de criatura. Entre Rafael y yo sentados, mediaba mi primer libro de poemas recién aparecido, con portada de Luis Cañadas, un gran pintor, muralista indaliano del grupo de Perceval,  Alcaraz, Capuleto , recién  aparecido   La frente contra el muro.  Nunca me he sentido demasiado orgulloso. Rafael comentó a la brasileña, como al desgaire ojeando el libro con la mano derecha.

_No está mal este poeta.

Estábamos codo con codo y yo me pregunto qué le hubiera costado  decírmelo a mí directamente.  Supongo  temía que yo utilizase su opinión para darme importancia como hacían sus amigos del clan de Jesús García Montero. Por frívola comodidad o apatía, según cuenta su esposa, cuando estos le pedían un prólogo Rafael contestaba.

-Escríbelo tú y le pones mi firma

Esto ocurrió, según cuenta Asunción, con Luis. Y este se excedió en tal manera al autoprologarse  que Rafael, entre irónico y sorprendido, respondió

-Caramba….Eso no lo he dicho yo ni de Pablo Neruda

La otra bestia negra de María Asunción es Benjamín Prado,  al que llama el sube y baja persianas, por ser esta su principal actividad en casa de los Alberti donde decía ejercer de secretario.  Y máximo   “especialista”  en Alberti al que dedicó “una tesis doctoral y cinco libros , afirma la viuda, sin que lograra entender nada de Rafael. Era, tal como recuerda Mateo, el  exégeta de Rafael por antonomasia, según opinión de todo el mundo albertiano,  en especial de El Pais,  plataforma de la campaña  contra ella. “Periódico serio degenerado en panfleto”, según Asunción, que se sumó a la cacería de una ¨´usurpadora, ávida de dinero y de gloria”.

Tuve otro encontronazo con Alberti, que quedó en leve colisión gracias a la tolerancia gaditana del maestro. Un periódico, no recuerdo cual,  me había encargado una entrevista con él. No había forma; o no se ponía al teléfono o me daba plantón al encuentro convenido en la sede del PCE, que estaba creo recordar en la calle Santísima Trinidad número cinco. La entrevista era vital para mí; si no la conseguía y  no se publicaba yo no cobraba, y si no cobraba no comía o comía a fiado en algún bar amigo. Así que decidí inventármela.  Ignoro si la leyó y si le gustó o no. Lo cierto es que no me denunció al periódico, cuando tenía múltiples motivos para ello,   lo que habría  provocado, pese a la gran repercusión, mi segura expulsión.

Releo frecuentemente a Alberti, todo Alberti,  que resiste espectacularmente, creo yo, el paso del tiempo.   Mi vida con Alberti, me parece a mí, es un libro ameno y bien escrito, salvo algún gazapo impropio  de una profesora como Mateo,  de utilizar, por ejemplo, desapercibido por inadvertido. Es un libro beligerante, reivindicativo del legado y la importancia de un grandísimo poeta, solitario hasta que apareció, ella, Altair, como caida de las altas esferas del espacio sideral,  generosa, desinteresada y enamorada. Es por lo tanto,  también, un libro reivindicativo de sí misma, la única mujer, aparte la figura intocable y admirada de María Teresa León, que fue amante, colaboradora  y esposa de Rafael. Hasta la extenuación y el desamparo. Y ahora,  su viuda. También hasta la extenuación.

 

 

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

 

LUIS RUBIALES, UN MAFIOSO CORRUPTO, TRINCADO POR UN BESO.

Hacía mucho tiempo que no veía yo a este país tan encendido y enfrentado, partido en dos mitades. Este país llamado España siempre ha sido dado a la discordia y la gresca.  Siempre hemos estado enfrentados en dos bandos; blancos y negros cuando el liberalismo ilustrado, rojos y azules más reciente y más trágicamente, Joselito y Belmonte, Pérez Galdós o Valle Inclán.  Pero lo de ahora rebasa,  al menos desde mi humilde punto de vista, todo lo previsible e imaginado.  O Luis Rubiales, el depredador,  o  Jenni Hermoso, la virgen libérrima  y ultrajada. La causa y motivo inmediato ha sido un beso al parecer robado, por un depredador infame apellidado Rubiales, llamado Luis y seleccionador nacional del equipo de mujeres futbolistas campeonas del mundo del que Jenni es parte y estrella.  Y se ha armado el  cirio.  A Luis Rubiales autor de numerosos tropelías, sexuales y económicas,  solo o acompañado de terceros, colaboradores  necesarios,  es un delincuente sin escrúpulos y le han trincado por un beso.  Le ha pasado algo parecido al famoso gánster de  Chicago, Al Capone, con el cual, parecer, tiene ciertas semejanzas  de comportamiento. A Luis Rubiales le va a caer la mundial y lo van a dejar en pelota picada, solo, acaso en la cárcel y con razón vilipendiado.

 Mi feminismo  lleva el lastre del machismo en que he sido educado. El beso, tal como se ve en las fotografías, no es sólo un ósculo de felicitación entre camaradas triunfantes, sino un beso intenso y compartido, un beso de costumbre ejercitada. Puede que fuera un beso repetido, nada nuevo, y legítimamente ejercitado  otras veces y con todo derecho. Ignoro la relación  íntima y estricta que pueda haber entre Rubiales, el depredador, presidente de la Federación Española de Fútbol de cuya teta ha mamado en términos escandalosamente  lucrativos y de dudosa legalidad. Pero el encontronazo del morreo, incluido el salto de Jenni enlazando  sus fibrosas piernas de atleta en la cintura de Luis Rubiales, es verdaderamente espectacular.  Y remata la futbolista eres un crac. Todo parece indicar que entre ambos, aparte la dependencia técnica entrenador y jugadora, pudiera haber una relación de otra índole. No nos incumbe averiguar su naturaleza y duración, eso es cuestión de la esposa de Rubiales y del novio o compañero de Jenni,  si lo tiene o tuviera.