domingo, 29 de noviembre de 2015

TEATRO: LA GUARIDA DEL APUNTADOR (I). NAVOKOV

Comienza este fin de semana en diariodejaviervillan.blogspot.com una sección estrictamente teatral que se llama La guarida del apuntador. En realidad debiera  llamarse La concha del apuntador. Pero no quiero inducir  a error a mis amigos argentinos, singularmente  a Pétalo de SaI, a Castelo, periodista y taurófilo, a Teuco Castilla, poeta y titiritero.  Saludos para el Guaira. Verónica Parizzi, vuelve pronto. Te echamos de menos. De Teuco  acabo de recuperar un libro que me regaló hace siglos, Los toros en el Rio de la Plata. Comienza, pues, La guarida del apuntador
.
 Nota; acabo la semana corrigiendo los ejercicios de los alumnos del Master de Periodismo del Mundo, que dirige el maestro del periodismo de investigación, Antonio Rubio.  Es una promoción brillante, al menos en el terreno siempre espinoso de la crítica. Lo traigo a colación porque varios han elegido, como ejercicio práctico de mi asignatura, la crítica de teatro.

Historia y magia
Insólito ritual en la biblioteca del Teatro Español, procedente del Frinje. Cinco personas en torno a una mesa como si fueran a asistir a una sesión de espiritismo. Y un ilusionista, un médium que no necesita voces de ultratumba para revelar la voz de la España de la posguerra:  humildes  y cotidianos objetos materiales de una España real: la España de la posguerra y la autarquía nacional católica; título, Cosas que se olvidan fácilmente. Yo diría que no tan fácilmente. No puedo contar más, no se puede revelar más, para que los cinco que vayan pasando cada día no vayan advertidos. Difícil hacer una información sobre algo que no se puede ni se debe contar. A mí, el mago  que sacaba  monedas de las orejas de los compañeros, me entregó una medalla, “Premio a la aplicación. Honor y mérito”. Creí que era un regalo, siempre esperado y nunca conseguido, y me la guardé. Al día siguiente me la reclamaron con urgencia y a punto estuve de joderle a Xabi Bobés el espectáculo. Llegué a tiempo para devolver el premio;  y para ver el arranque de la Gran Ceremonia Callejera en Honor de Cervantes que acaba con una diatriba feroz ante el Congreso. Pérez de la Fuente prometió enviarme el texto,  pero no lo ha hecho.

Sepelio aplazado.
En Teatro del Arte. Todo preparado para un velatorio, pero no. El texto tiene  el aroma de la escuela argentina cuando la escuela argentina alcanza la excelencia; dramaturgia y  dirección de Heidi Steinhard. Una familia desestructurada o estructurada en torno al caos: la familia Coleman y Tolcachir, un suponer. Lejanamente. Pero inevitablemente. La interpretación (Inma Ochoa, Bosco Fernández, Fontsi Liébana, Victor Duqe) es de escuela española sin los  vicios de los actores jóvenes; es decir, vocalizando, estilizando sin excesos un realismo cotidiano y doméstico. Tres hijos asfixiados, humillados por una madre histérica, autoritaria hasta la extenuación. Un segurata que purga sus frustraciones lustrando sus zapatos, un gordo que nutre sus miedos hartándose de comer. Come como un cerdo, va al siquiatra y, según su madre, caga como un cerdo. Y un  tercero, el más joven, que ejerce de fámulo de la madre despótica. La madre es una víbora, una arpía, una bruja neurótica. Pero todo tiene una explicación que llega al final, un final devastador, triste e injusto. Ese final lamentoso, apocalíptico dentro de una melancolía irreparable pone a prueba a Inma Ochoa; me gusta más de neurótica acorralada.

Erotismo en Tribueñe.
Irina Kourskaya ha pasado de Chejov, Valle, Lorca y Pinter, quizá el menos afín a su sensibilidad, a Vladimir Nabokov con el que la unen varias cosas, aunque   menos que con los tres primeros. Es un Nabokov menor, un relato titulado Un cuento de hadas, que Kouberskaya ha preferido titular La mirada de Eros, evocando así  la imagen universal del escritor norteamericano de origen ruso: Lolita, Ada o el ardor.Y otros textos sobre los que  Irina ha dejado volar su fantasía para configurar la imagen de Erwin, (Iván Oriola), un tímido que sueña con tener un  harén. Un cuento de hadas forma parte de un volumen escrito en 1930 con el nombre, creo recordar de Regreso  de Chorb y fue publicado en España  en torno a 2010.  Irina, de lengua materna y cultural rusa ha partido de esta  edición. Hasta 1938 Nabokov no se pasó definitivamente al inglés que dominaba quizá con más perfección. A Irina se le nota muy suelta, muy relajada en una dirección bella, sensible  y muy cuidada, aunque lejos de sus grandes direcciones como, por ejemplo, La casa de Bernarda Alba, también en cartel en Tribueñe. Vaya esta breve nota como adelanto de una crítica de más profundidad.
Nota del apuntador; escribiré de Carme Elias, actriz a la que admiro. Y  no solo a  petición de varios lectores, sino por gusto propio.



martes, 24 de noviembre de 2015

EL PSOE Y LA BOLCHEVIZACIÓN ILUSORIA.

Mi carta de amor a Manola Carmena, a propósito del callejero de Madrid, ha desatado más  demonios de los que una intención tan demente  como la del Ayuntamiento presagiaba. Con una izquierda menos cerril y menos inculta de la que tenemos ahora -cualidades a contraestilo de la izquierda histórica- estas cosas no pasarían. Algunos para explicar la cerrazón del PSOE defendiendo la abolición del callejero,  dicen que  Pedro Sánchez,  cual nuevo Largo Caballero, pretende bolchevizar el partido. Y para demostrarlo se empeñan en publicitar el Anti-Caballero, de G. Mario de Coca, que probablemente no conocen Primero, dudo de que Pedro Sánchez tenga una idea cabal de Largo Caballero. Y mucho menos Carmona, el hombre que pudo ser alcalde y hoy es un ectoplasma sin voz y sin voto Cuesta creer que haya sido Carmena la que ha bloqueado, de momento, la guerra civil del callejero. Siempre necesitamos un guerra civil y esta se nos ha declarado en forma de contienda literaria. No está mal si con ella los españoles aprenden un poco de literatura. Me consta que algunos socialistas del aparato y la dirigencia andan buscando  el libro de Mario de Coca, para saber de qué va eso de la bolchevización  Inútil empeño; el Anti-Caballero se publicó en 1975 por Ediciones del Centro y debe de estar fuera de circulación. Yo lo tengo datado en mi biblioteca con fecha de  primavera 1976, sin que se me alcancen  las razones de esa ambigüedad de fecha ni el borratajo que emborrona el año.

Releo de vez en cuando la Historia y Antología de la Literatura fascista, de Rodríguez Puértolas  en Akal. La cosa no viene de ahora; pero eso no autoriza a nadie  a reordenar el mapa de Madrid por nebulosos motivos que solo atañen a los profesores de literatura Ni a identificar Falange con Franquismo. A Falange, muerto José Antonio, Franco la convirtió en su puta y a los "falangistas" en sus mamporreros. Dicho esto desde la estricta neutralidad intelectual de no ser falangista. Ni de no haber sido franquista, esto menos neutral e intelectual.


Compañeros de viaje. Carta a Manola.

Espero que al recibo de esta te encuentres bien; yo bien a dios gracias. Permíteme que te tutee, señora alcaldesa de la Metrópoli madrileña. Nos une el recuerdo de dos amigos comunes, apenas nada más; Manuel López y Lola Sacristán, huéspedes frecuentes de Carabanchel y Yeserías, que adoraban a Manola una juez cómplice y valiente. Puede parecer un contradiós lo de “juez cómplice”; pero las  cosas eran así; para quienes se la cogen con papel judicial de fumar, también los demás  jueces eran cómplices, mayormente cómplices de la represión política o laboral del régimen. Pero hemos llegado a ese momento  crucial en que las complicidades de los compañeros de viaje son  una cosa y gobernar otra muy distinta.
Lo primero es felicitarte porque, con pocos meses de mandato, has logrado poner en contra tuya incluso a muchos madrileños que te votaron; eso no es estrategia política, es un don. Otro don, la capacidad para provocar insultos por parte de la derecha más montaraz, especialmente la radiofónica: ni  Azaña alcanzó a tanto y los dicterios contra don Manuel dan para un diccionario  entero.
Lo segundo,  también felicitarte porque al fin has descubierto, de pleno acuerdo con el Psoe, principal impulsor de la propuesta,  los males de este Madrid que sigue dando asco. Y esos males no son la mierda que llena sus calles ni lo atascos ni la polución venenosa y mortal; son el callejero de Madrid, los nombres de calles dedicadas a nombres sospechosos de derechismo o de fascismo. Otra cosa son los letreros que  recuerdan hechos de armas, infortunados sucesos históricos que nadie quiere  celebrar ni dios que lo permita.   Pero los nombres concretos de escritores, por ejemplo, hay que ir con tiento o joderás la historia de la literatura. Y volvereis   locos a los carteros, pues hoy mandas tú,  mañana otro u otra y vuelta a empezar.  

Calle del Viejo Idiota.
 La excelencia de  los carteros madrileños  la contaba con gran fruición  Valle Inclán.  Envió una vez una carta a “calle del Viejo Idiota” y ésta llegó, puntualmente, a la calle Echegaray. Allí viven ahora dos personas de teatro que nada tienen que ver con el autor de El Gran Galeoto: Zutoia Alarcia y Txabi Puerta. Una gran actriz y un excelente dramaturgo; espero que no acaben contaminados. Valle detestaba a Echegaray, su teatro, su Premio Nobel y todo lo que le concerniera. Mi padre era “peatón cartero”, o sea una subcategoría del Servicio de Correos,  de Carrión de los Condes a Torre de los Molinos, una aldea que no tenía calles. Esto carece de importancia, pero me viene al pelo para rendir  homenaje a mi padre, el señor Francisco, por los disgustos que le di en vida.

Me pido la calle de Agustín de Foxá.
Primero, si vas a someter a votación el nombre de las calles, lo cual me parece una gilipollez asamblearia, me pido para mí la de  Agustín de Foxá, que es donde transcurre parte de mi vida:    calle de Javier Villán. Tengo una calle en mi aldea, un paseo en Palencia que, a lo peor, me quitan un día por razones inversas  a las tuyas,  y una sala en el Museo Taurino de Colmenar Viejo, Sala Javier Villán. Por  méritos  que no quede. Me la pido, aunque Mariángeles y Paloma, del bar donde desayuno y tomo verdejo  casi a diario, van a votar que se llame calle de Carmen Lazcano.

Chamartín y el teatro.
Para Lazcano tenemos prevista otra cosa: convertirlo en el centro de reunión y tertulia de todos los teatreros que vivimos por Chamartín. De momento, Lazcano patrocina un Premio a la mejor actriz del año que se entregará inmediatamente después de Reyes. Como miembro del jurado, no me importaría invitar a estas tertulias a Pablo Iglesias  para que se dé cuenta de que esto del teatro no es una mariconada.


Callejero e historia  la literatura.
Pero volvamos al callejero; Agustín de Foxá era un bon vivant al que el franquismo, como tal, se la sudaba. Escribió una novela, repelente para los republicanos, Madrid  de corte a checa, que yo releo para aprender estilo literario, aunque no comparta sus ideas. Participó en la redacción de la letra del Cara al Sol, como Dionisio Ridruejo, por ejemplo, que entró en Barcelona al  grito de “catalanes hablad la lengua del imperio”, vestido de correaje y camisa azul. Años más tarde fue un demócrata ejemplar. ¿Le quitarás también la calle que supongo tiene en Madrid?
¿Y de Camilo José Cela, premio Nobel, que nada más acabar la guerra se ofreció a la policía franquista, mediante solicitud firmada, como confidente, y delator de intelectuales?
De   Muñoz Seca nada digo. No le dio tiempo a ser franquista porque lo fusilaron los nuestros en la saca de Paracuellos.  Es autor de La venganza de don Mendo, parodia de tragedia que ha hecho partirse de risa a miles de españoles de izquierdas de derechas, centro y mediopensionistas. Era monárquico, que a mí no me parece la opción cívica más honorable, pero eso no es para fusilar a nadie.

Tierno Galván, ateo  por el que  conservo cierta querencia como alcalde  de Madrid,  acostumbraba a decir  “Dios no abandona a los buenos marxistas”. Yo creo, Manola,  que estás abandonada de Dios y de los hombres; no sé si porque no eres buena marxista o porque estabas en el sitio equivocado en un momento equivocado.
Salud. Y sé feliz.

A la mayor parte de los madrileños puede que tu felicidad les importe un carajo.  Son unos desalmados. Demuéstrales, acaso dimitiendo,  que a ti sí te interesa la felicidad de esta hermosa y maldita ciudad. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

FUTBOL; ANALOGÍAS POLITICAS DE un CERO A CUATRO

Seguridad ciudadana e inseguridad de Florentino Pérez.
El partido de la seguridad ha sido modélico en este sentido con un despliegue  espectacular de las fuerzas de Seguridad de Estado.  Orden y concierto. A las 18,00 horas cada cual en su sitio. Modélico también el batacazo del Real Madrid que perdió cuatro a cero contra el Barsa, que es más que un club, o sea el club  que mejor transmite el sentimiento soberanista frente a la Metrópoli. Como empecemos a sacar consecuencias políticas de este resultado, apañados vamos. Hasta la CUP acabará invistiendo a Artur Mas y paseándo a hombros por Canaletas a Jordi Pujol y su cuadrilla de bandoleros con barretina. Si yo estuviera hoy en Barcelona, como cuando era joven, estaría presente en la fuente de Canaletas. En el Bernabeu, había dos equipos: uno multinacional ,pero investido de espíritu catalanista; y otro, diez mercenarios capitaneados por un sevillano bronco, marullero y cabreado: Sergio Ramos.  Y presidido por  un jugador de ventaja de las finanzas y  de los negocios. Florentino Pérez. Si a don Florentino no lo protegieran ministros y presidentes de Gobierno, ya estaría en la cárcel. Conviene, probablemente,  que calle. Imprescindible leer libro de Juan Carlos Escudier, Florentino Pérez, retrato en blanco y negros  de un conseguidor. (FOCA,editorial Akal). El palco del Bernabeu es más que  una montería de cuando Franco. Y el callejón de las Ventas igual.  En tiempos Calderón, el cacique palentino, manejaba ambos predios: presidente del Real y empresa de las Venta..  Tras una comida muñida por Raúl del Pozo, me invitó a los dos sitios; pero no fui nunca. Un error por mi parte. Por mucho que el fútbol me la sude. Y cada vez más, los toros

El terror; no tengo miedo pero estoy acojonado.
Con esto de la III Guerra Mundial, no tengo miedo; pero estoy acojonado. No es la primera vez en la vida y supongo que no será la última. La que recuerdo con más precisión, de miedo concreto e inmediato, es cuando los Guerrilleros de Cristo Rey iban a tirarme,  directamente, desde un octavo piso. He preguntado a un amigo experto en cosas de sectas religiosas y políticas qué diferencia hay entre Guerrilleros de Cristo  Rey y los actuales Legionarios de Cristo. Me dice que pregunte a Jose María Aznar, expresidente del Gobierno de España.

El miedo de ahora que no tengo, pero me acojona, es la cosa de los moros y los cruzados de Occidente. Bueno, los cruzados son ellos, los moros, una Cruzada como las antiguas, pero a la inversa: muerte al infiel. Lo peor es que ya nunca más podremos decir “siempre nos quedará Paris”. La Ciudad Luz es hoy la ciudad del horror y la sangre en la que se ha certificado una guerra sin cuartel.

Uno nunca ha estado demasiado orgulloso de su profesión; o sea el periodismo. Y ser a la vez periodista y poeta tampoco es para reforzar la autoestima. Pero siempre he creído que el periódico, además de para envolver pescado y limpiarse el culo en las pensiones baratas, podría servir para otra cosa. Yo escribo de toros y de teatro; o sea, a mí que me registren. Pero el espectáculo de estos días del periodismo español, el de opinión y el de información que han llegado a ser único y lo mismo, es abracadabrante.  Conforta escuchar las crónicas de Rubén Amón desde el propio paisaje y corazón  la batalla. Inteligencia política.
 
Nota a pie de página; el vendaval del terrorismo ha barrido de las primeras páginas el vendaval grotesco del separatismo catalán. Con la que se avecina,  ¿siguen Artur Mas y su tropa pensando en la separación de España?. Sic transit gloria mundi.


Teatro; Elejalde y Lennie
Aventuraba yo el otro día una teoría  muy discutible sobre el arte de interpretar: cuando más se deteste al personaje, mejor. No sé si esto es aplicable a Israel Elejalde y a Bárbara Lennie en La clausura del amor. En cualquier caso Rampert, el autor, dibuja dos papeles  incómodos: una pareja que convive en la vida y se  destroza en el escenario.  Esta fusión de planos es el discurso de    La clausura del amor. Clausura es más expresivo que ruptura;  se acabó, adiós,  pero antes me vas a escuchar. Y el lenguaje adquiere una dimensión brutal.  Nunca sabremos si los personajes escénicos son de carne y hueso o son una fantasía de un autor obsesionado por problemas maritales con injertos de celos profesionales.
Desde el primer momento Israel Elejalde impone un ritmo que parece imposible de mantener; casi una hora de discurso venenoso. El actor demuestra que no es imposible; la rotundidad del verbo, la exasperación del gesto no decae.  Bárbara Lennie escucha inmóvil tan feroz diatriba. Cuando le llegue  su turno será más feroz que Israel Elejalde, abrumado por la culpa.  Ferocidad, canibalismo, sobrevivir  a la voracidad propia y a la del otro.
Dicho esto, una objeción;  la confrontación de Isra y Bárbara se produce en diagonal prefijada  y ello impide ver el rostro de Lennie, apenas vemos de vez en cuando su perfil. Dice Isra “por qué me miras así”. Y sería bueno ver cómo está mirando Bárbara. En cambio, y de forma encomiable, esta  somatiza el discurso de Isra. Su espalda es un mapa del dolor. La misma circunstancia, a la inversa, se reproduce simétricamente en la segunda parte. Quizá en esa alternancia dialéctica se explique la disposición geométrica.
Por encima de cualquier otra consideración está  el nivel  actoral.  Interpretar sufriendo o interpretar jugando. Me inclino por el juego creativo del comediante y la comedianta. Israel Elejalde se afirma como un actor grande  dentro del riquísimo panorama español actual. Y Bárbara Lennie se consagra por los siglos de los siglos.

Microteatro.

Me informan de un proyecto de  microteatro en inglés. Autora, Marjorie Glantz. Intérpretes Isabel Prinz y Rafael  Maza; los miércoles en la sala  Esconditeatro hasta las Navidades.                                                                                                                              

domingo, 15 de noviembre de 2015

TEATRO; CELEBRACIÓN DE LA MUERTE;MÉXICO


Isabel Mazuelas; In memoriam

Noviembre es el mes de los difuntos: crisantemos sobre las tumbas. Pero hay muertos que son más muertos que otros. O menos muertos, si se quiere, pues siguen viviendo  en el corazón de la gente. Murió Isabel Mazuelas, hermana de Txetxu Mazuelas, hija de Montserrat Angulo y de José Luis Mazuelas, el viejo sabio de los toros; el vasco  nacido en Burgos por ese don  de los bilbaínos de nacer donde les da la gana.
Cuando murió el viejo Mazuelas Manuel Llorente le hizo un obituario en verso: cambió la técnica del obituario para los  especialistas  en necrológicas. Ahora ha repetido suerte ante las cenizas  de Isabel Mazuelas, emulando desde el cariño la explosión romántica  de  Larra ante la tumba de Zorrilla. La inmediatez de estos versos, su  urgencia, tiene el valor de una crónica, la crónica de una vida;  y una  poética mortuoria intensa y limpia, que es un canto a la resurrección. Nadie está muerto mientras lo recuerden  versos como estos. Fragmentos del poema:
“Buena tardes, princesa/buenas noches, buenos días, princesa muerta/ Te saludo ahora y luego, más tarde y siempre./ Pero no soy yo quien te acaricia con palabras./ Sólo soy la palmera que se mece cuando el sol se rie. (…)
Somos todos los que estamos aquí/ en un jardín/ donde las cigüeñas deletrean tu nombre (…)
Ahora, cuando la tarde sabe a miel,/ te recuerdo radiante,/ surges silenciosa y tan blanca./ Como un gaviota/ planeas por las playas de Málaga;/ hablando sin hablar/ diciendo todo sin abrir los labios/ como un lamento, como una oración.  (…)
Te lo advierto. Esta noche/ cuando estés más dormida/ te volverá a sonar el móvil./ Y sé que mañana me llamarás/.
 Otra vez.”
Dan ganas de morirse para que a uno le hagan versos.
Nuestra historia: la comida y los muertos
Aprovecho los versos anteriores para enlazar la celebración de los muertos que, en la sala Max Aub de Matadero, hace la compañía mexicana Vaca 35. Sólo cuatro días…El teatro de Madrid está exultante  y un  poco enloquecido. Espectadores y críticos, de cabeza; sin poder dar abasto. El dia del estreno de Vaca 35,  a cincuenta metros estrenaba Eduardo Vaco, El mercader de Venecia.
  El mundo de los muertos como prolongación de una vida jocunda:  gastronomía, cocina, historia. Somos lo que comemos y lo que compartimos con los muertos. Y lo que cocinamos, como una herencia y una conciencia. Al final, los intérpretes comparten con los espectadores lo que han cocinado entre grescas, evocaciones y memoria familiar.  México y España en el presente; liturgia precolombina también. Naturalmente. 
Me hubiera quedado a comer las alubias con chorizo porque es lo que más me gustaba de mi madre. Y el salmorejo, por pasión de Córdoba. Había verdaderas peregrinaciones para comer las alubias con chorizo y oreja de la señá Rosario, mi madre, en Torre de los Molinos, una aldea de Palencia. Nadie la ha igualado; si acaso, pero a distancia, mi hermana Elisa; o mi suegra Gaby, zamorana de Benavente.  O mi cuñada Aurora. Esto es lo mejor de Cuando todos pensaban que habíamos  desaparecido: la memoria emocional,  la conciencia histórica. Mientras veía a estos juglares gastronómicos, he vuelto a hacer  teatro con mi madre, una campesina iletrada, que “dirigía comedias”.

También  me hubiera gustado probar el bousoncle o algo así; plato sacrificial de los mexicas, digno solo de dioses y de héroes cocinado con sangre de las víctimas ofrecidas.  Pero supongo que en la Max Aub no habían sacrificado  nadie, siquiera a algún político responsable del 21% de IVA al teatro. Sin sangre humana, el bousoumcle o como se llame, perdía interés. Música, gastronomía, conciencia histórica, educación sentimental. Y un inicio de  escatología sonora que regocijó mucho a la gente."La voz del culo que llamamos pedo", que decía Quevedo.

viernes, 13 de noviembre de 2015

TEATRO; BANGKOK, METÁFORA INQUIETANTE.

La CUP, Candidatura de Unidad Popular,  ha tumbado  a Artur Más. Y el Tribunal Constitucional ha sancionado algo que no le incumbe. Buenos augurios; me voy al Gijón a comprar Lotería. No creo en la suerte, pero en Navidades compro en el Café Gijón; aunque ya no esté Alfonso, el cerillero anarquista palentino, “a las barricadas, a los parapetos…”. Salud hermano. Luego, a comer  en chez Lorenzo con Arturo Fernández.  Dias crispados en una España no invertebrada, sino      desvertebrada:  la eterna cuestión catalana. Ya no se trata de defender los derechos a una cultura que Franco combatió, y en defensa de los cuales los pocos antifranquista que había entonces  se entregaron con generosidad; ser catalanista, entonces, era ser antifranquista.  Ahora la cuestión es otra: separatismo. Separarse ¿para qué?. Europa no permitirá la secesión;  lo de menos es España; lo demás es Europa. ¿Para qué inquietarse?.
 Patriotismo de canallas, ladrones y sinvergüenzas. La senyera rebozada en mierda y arrastrada por las cloacas de la corrupción: Mas, Pujol, los presidentes de la Metrópoli, sin excepción, después de Suárez, el Rey hoy Emérito; todos cómplices, tranquilo Jordi. El taxista que me lleva, de León,  lo tiene claro: que se vayan. Y ya embalado, dice que lo único que hay que salvaguardar es la integridad de los catalanes que quieren seguir siendo españoles. 
Yo creo que si no estuviéramos en el carnaval electoral habría menos ruido. Me preocupa la derecha montaraz y corrupta; pero me preocupa más la izquierda descerebrada que ha asaltado la vida política. Pese a todo, parte de esa izquierda o lo que sea,  ha tumbado a Artur Mas. Conclusión  personal:  Más y todo el clan mafioso de los Pujol, a la cárcel que es donde debieran estar. Y ni un puto duro para la corrupción del separatismo catalán.

Almuerzo con Arturo Fernández
 Arturo Fernández, el bueno, el actor, no el empresario trincón. En Lorenzo-Támara, resonancias palentinas de Tierra de Capon, le noto melancólico e inquieto, elegante, un galán de 87 años que conserva intactos todos sus resortes de seducción. Como cura preconciliar en  Enfrentados, o sea anterior  a la desacralización impuesta por el Papa Francisco, mantiene el éxito de su última obra en El Amaya. Luego, a primeros de año volverá a las giras. Cincuenta y cuatro  años lleva tirando del carro de una compañía propia, que nunca disolvió ni siquiera en los peores momentos. Yo creo que es un triunfador: medio siglo llenando las salas de teatro. Pero él no se lo cree y se pregunta, filosóficamente, que es el éxito y cuál la soledad del éxito.  Comercialidad, esa flecha envenenada que suelen arrojar los fracasados  contra los triunfadores. Yo no creo en la comercialidad, creo en el teatro bien hecho o mal hecho: alta comedia, drama, tragedia experimentación vanguardista; da igual. Depende del público al que queramos llegar.
A sus 87 años Arturo Fernández es un galán, todavía con el don de la seducción, que se sube cada tarde al escenario para encarnar a un cura de los de antes; llora cuando habla de su madre y se hizo de derechas porque el último hombre de izquierdas que conoció fue su padre, un sindicalista asturiano desterrado. Arturo es un galán melancólico que ve cómo se hunde su mundo;  ha hecho durante 50 años la comedia sofisticada y popular y acaso le hubiera gustado hacer El alcalde de Zalamea o El Rey Lear; pero no hay que engañarse: la vida es elección. Yo soy un marxista melancólico y derrotado por una izquierda descerebrada.


Aeropuerto  del Prat; destino Bangkok.

Me imagino la ciudad cosmopolita que yo viví hace años de charnego. El aeropuerto de Barcelona despoblado y sin aviones como el aeropuerto de esa inquietante, terrorífica obra que vi el otro dia en la sala Princesa  del Cdn: Bangkok; metáfora que no atribuyo al autor, que es solamente mia. Dos actores en estado de gracia; Fernando Sansegundo, el viajero, y Dafnis Balduz, el vigilante. Ese gesto amargo, duro, tierno,  de Sansegundo. Balduz es más dinámico y desafiante, pura acción-reacción. De golpe, mientras se enreda una trama siniestra, que engancha y no te suelta, una historia  de sicarios fantasmas y terrorismo difuso, me imagino el aeropuerto del Prat sin viajeros, sin aviones  con halcones que devoran a los pájaros que podrían entorpecer vuelos inexistentes porque no hay aviones. El Prat desierto en este texto de Antonio Morcillo López,  contradicción pura como base de un absurdo existencial, hay un destino abierto: Bangkok.  Quizá sea peor, nunca se sabe. Tenso, hiriente diálogo, texto al límite e hirviente. Este es un país de milagrerías y bulderos.

lunes, 9 de noviembre de 2015

SONETO A IRENE LOZANO: IMPOSTORA MÄXIMA.



Puente de la Almudena; reposo 
He dedicado el puente de la Almudena al reposo y a la lectura. Y como excepción a ver El Rey, en Teatro de Barrio antes Sala Triángulo. El Borbón, hoy Rey Emérito, un personaje shakesperiano tratado con piedad por Alberto San Juan. Cualquier diatriba de Jiménez Losantos contra  El Campechano es más incendiaria. Y alguno de mis Sonetos de la nueva impostura también.

Concluyo y cierro este libro con este dedicado a Irene Lozano, megafichaje perpetrado por Pedro Sánchez.

Contumaz impostora  vil ramera
Política, se entiende; devastadora
Zorra de gallinero y plumas, que ora
Rompe un partido y ora lo atrinchera.
Entre impostoras, siempre la primera.
Es lo que siempre fue, la tejedora
De enredos cortesanos, lidiadora,
De Pedro Sánchez, vergel y paramera.
Los sociatas protestan contra el capo,
Pero admiten el súbito flechazo,
Político, y engullen mierda y sapo;
Unos ponen la firma, otros el cazo;
Ahora te encubro y ahora te destapo
¡Viva la ley suprema del dedazo!.

 Otra excepción a mi enclaustramiento ha sido ver Al Galope, en la Sala Margarita Xirgu; por  nada del mundo me perdería  una interpretación de Carme Elias, actriz suprema. Sobre ambas cosas me explicaré in extenso. Esto es solo una crónica de sociedad, circunstancia a la que   se presta la vida del Rey, clave de bóveda del sistema de la Transición;  y la vida de Diana Vreeland, diosa de la revista Vogue, desahuciada. También el Borbón está siendo desahuciado por la historia y aún lo será más. Hay mucha tela que cortar. Tema y argumento aparte, ambas piezas  tienen  en común una colosal interpretación;   Willy  Toledo, Jesús Barroso, Alberto San Juan en plenitud de comediantes. El Rey es una tragedia de Shakespeare, Al Galope es alta comedia refinada con algún  toque de vodevil.
Lleno hasta la bandera en la Triángulo, público maduro más que público joven al que Juan Carlos I debe de parecerle algo tan distante como Felipe II.  Peligro de la desideologización. Más de media entrada en Al galope; gente chic como la protagonista, y menos chic. Disculpen la infiltración del lenguaje taurino. Tras 25 años haciendo crítica de toros, aún no me he vacunado del virus contra el que se previene Podemos, habiendo tantas enfermedades políticas que combatir. Bobadas y allá ellos: los toros no necesitan de Podemos, sino de una regeneración interna del sistema; pero este -figuras, empresarios, ganaderos- tampoco está por la labor.

Lecturas
Vuelta a un libro clave de teatro, cuya tercera o cuarta edición de la Ade, me envía Juan Antonio Hormigón, Interpretar sin dolor. Una refutación del Método de Strasberg. También me envía un  texto de uno de los grandes autores españoles invisibles, Jerónimo López Mozo: José Barbacana, una radiografía  de  la crisis. La corrupción de fondo; y la burbuja inmobiliaria, los indignados, los desahucios. El gran López Mozos del compromiso de siempre. Teatro e hoy y para hoy.
 Tenía una deuda pendiente con Rafael Lorente, difunto, y con su compañera Cristina Maristany, condesa de Lavern y revolucionaria: leer Fuimos,  libro de Cristina en el cual  se unen poemas de los dos: poemas de amor y de revolución. Rafael era escritor, poeta, diplomático, revolucionario y soñador. Unir diplomacia y revolución en tiempos de Franco era ardua tarea. Pero, siendo cónsul en París, Rafael intentó establecer la República Independiente Española en Fernando Poo; lo cuenta Juan Goitysolo en uno de sus libros. Sólo consiguió que lo echaran de la carrera diplomática.

Otra deuda pendiente era Zarazas, coplas flamencas reunidas, de Alvaro Tato, de la compañía Ron Lalá. Álvaro Tato es poeta, escritor y aficionado al flamenco, pero es sobre todo un gran cómico. Zarazas es un cantaor marginal, fuera del circuito y del sistema, con toda la pena, la rabia y el humor corrosivo de una estirpe maldita y perseguida. Por esta forma de cantar, a su padre lo llamaban Zarazas, que es “un mejunje de vidrio machacado con veneno que se usa para matar perros y ratas y lo que sea”.

Así es el cante de esta familia, tierno por fuera y “mortal de necesidad” por dentro. Y “a muerte” con el compás, ese misterio indescifrado del cante que le negaban a Manolo Caracol sus detractores. Para ambientarme, mientras Ana enfría una botella de manzanilla y prepara pescao frito -espinas de lenguado-  pongo unos discos, los viejos vinilos, de Terremoto de Jerez, el cantaor al que más he admirado. Pronto bajaré por el rincón  a unos asuntos con Rafael de Paula. Como hacía antes, buscaré  la tumba de Fernando para ponerle claveles y susurrarle un cante. Me decía en el Pescaito Frito del Barrio de la Concepción: “Poeta, tienes conosimiento, pero no tienes poé”. Fin del puente; espero que ninguno de mis amigos figure en la inevitable lista de accidentados.

jueves, 5 de noviembre de 2015

LOS PELIGROS DE PACO UMBRAL .SEDUCCION DE PIA TEDESCO


Umbral, peligro. Un clase en el Master
Una clase  en el Master del Mundo es un gran experiencia sobre todo para alguien de escasa vocación docente como yo. Cuando más ejercité esta actividad  fue, por necesidad, en mi época de charnego en Barcelona como profesor de latín. Esta promoción, así a vuelapluma, parece  indagadora sin tregua, primera exigencia para ser periodistas; y con la generosidad de atribuirle al “profesor” dudosa jerarquía de magisterio. El magisterio, seamos claros, parte  de alumnos que abren  nuevas dudas a unas teorías que consideramos canónicas. No hay canon; hay  heterodoxia o no hay nada.
Para iniciar una reflexión  sobre el sentido del periodismo y para  la cuestión del estilo, sostuve que Francisco Umbral  había hecho mucho daño a las promociones de periodistas posteriores a él. La distinción entre escritores que escriben en periódicos y periodistas  es  artificiosa.  Umbral es un periodista maestro de la columna y alquimista de una actualidad que fija en el imán de las negritas.
¿Cuál es el peligro de Umbral para los jóvenes?  La  dirección antagónica de su estructura estilística; o sea la palabra canalla y la palabra lírica: la calle y la academia. Lo que García Posada llamaba  el látigo y la rosa. Los fervorosos de Umbral suelen quedarse en la rosa, pero les falta el látigo. El problema no es Umbral, sino los umbralistas; los que tratan de imitar un estilo inimitable; sobre todo por el don de la adjetivación.  O las asociaciones adjetivadoras, que esa es otra.
 Le debo a  Pia Tedesco,  cabaretera argentina   en la Sala Jardiel Poncela  más que una crítica; más que un mirada con la esperanza de verla reflejada en su mirada inmensa. María Tedesco es de esas mujeres  que en la distancia corta tiene la mirada más bella que los ojos. Ese es el secreto de algunas personas. Tan misterioso como  inocencia de Pia, demasiado  para una cabaretera que padece y  canta penas de amor. Le debo unos  versos por haberme hecho partícipe de su espectáculo, por la complicidad de una juventud imposible, como si el tiempo caminase a la inversa, en busca del milagro de una noche en un teatro de Alcobendas hace 40 años: Sara Montiel  sentada en mis rodillas acariciándome los ojos con el humo de su cigarro.
Paco Umbral, cuando se lo contaron, por poco se muere de envidia. Y creo que siempre me guardó rencor, pues se creía con todos los derechos sobre su idolatrada Sara. Como muchos de mis amigos ayer en la Sala Jardiel Poncela, que se jodan, ¡hala!. Tengo el destino fatal de hombre al que las mujeres más bellas toman por asiento, lo cual, creo yo, no es un destino glorioso aunque lo parezca y yo lo acepte como tal. Así  tengo yo de desahuciadas mis piernas: de tanto soportar el leve peso de mujeres gráciles, angélicas o perversas.
No demoraré más ese verso prometido. Y puesto que Pia Tedesco nos cuenta una historia de amor maldito, echo mano de mi libro Indicios y desmemorias, y leo con el pensamiento puesto en la sufriente Pia Tedesco, dulce cabaretera  ultrajada por un mundo canalla; “Pronunció/ la palabra fatal/ dijo amor/y se hundió/ en el abismo”. Todo esto no me libera de mi melancolía esencial. Sigo fiel a don Ramón de Campoamor, cuando  crepuscular y amante, se lamentaba: “las hijas de las madres que amé tanto/ me besan ya como se besa a un santo”.   

El amor y otros vicios no es solo Pia Tedesco, aunque sea mucho. Es también un colosal grupo musical: Joshua Diaz, Gerardo Ramos, Ramón Mucci y Néstor Ballesteros. Pero  hoy todas las metáforas han de ser para Pia Tedesco. Prometo volver sobre ese grupo y la magia del clarinete de Joshua en  la sala Guirau. He seguido el  pulso de esa sala bajo la mano, hasta el momento independiente y firme, de Luis Torres. Y siempre abierta. Nota: no se sorprendan si en ocasiones se me va el nombre de Sala Jardiel Poncela a Sala Guirau. Es un homenaje al amigo difunto, Antonio, que sacó un gran partido de ella cuando era un simple salón de actos. El subconciente es implacable.

domingo, 1 de noviembre de 2015

TEATRO Y COCA COLA. EL PÚBLICO, GRAN MONTAJE.

                  Coca Cola y el teatro.

                    A mi  lo que más me gusta de Coca Cola es  la atención, y la protección, que  que presta al teatro en particular y a la cultura en general. De joven me aficioné al teatro y al vino y sigo siendo un degustador de ambos. La Coca Cola me enseñó a usarla, con fines terapéuticos, un marinero; él la usaba para combatir la resaca, del vino no del mar,   que solía aquejarlo  cada vez que bajaba a puerto.
                   Coca Cola patrocina el premio Valle Inclán, el más importante de España y parte del extranjero. Y ya ha convocado los Premio Buero Vallejo que mueven cada año cientos de grupos y miles de escolares y aficionados. Estos premios tienen un doble objetivo: descubrir nuevos valores y promover  la afición al teatro. Ambos se cumplen ampliamente todos los años.  Y se da la circunstancia de que premiados en ediciones anteriores han escalado la cima y llegan a formar parte del Jurado que decide cada año los mejores.
                   Coca Cola acaba de publicar un libro primoroso que, en imágenes muy seleccionadas, cuenta su historia. No esperen hallar en él la fórmula mágica de su composición que sigue siendo el secreto  mejor guardado del universo. A lo mejor es un secreto a la vista, pero nadie da con él. Una película que lograse descubrirlo sería la mejor película de espionaje de la historia. 
                 
                Coca Cola acaba de publicar un libro primoroso que resume cine  años de historia. Uno de los máximos aciertos del libro es precisamente el cine, las grandes estrellas sorprendidas en un descanso del rodaje o en una escena de una película, bebiendo Coca Cola. Los Beatles, Jean Collins, Gregory Peck, Frank Sinatra, Clint Easwood. También está Fidel Castro, no sé si antes o después de Moncada; y Richard Nixon; yo a éste no lo hubiera puesto. Ya saben aquella leyenda debajo de una foto suya: "¿a este señor, le compraría usted un coche usado?". Por fortuna, Nixon está en una fiesta, relajado, y sale de perfil. Por mimetismo muchos querrán formar parte de este selecto club de artistas, sus ídolos.  Por sed o por fetichismo. Mi estrella es Jean; está deliciosa y en vez de beber de la botella parece  besar su embocadura. 

                  Cotilleos muy serios ante una botella de Cigales.
              Tras el estreno de El público,  tertulia en el Imperio, chez Gonzalo. Aquí  los flamencos juegan al mus, la gente come setas frescas de temporada y bebe vino de todas las marcas y colores, incluido  el clarete de Cigales que es el que más me gusta. En el Imperio tengo aplazada una partida de mus con Antorrín Heredia hace años. Una amiga, entusiasta de todo lo que  hace  la Abadía, e idólatra de José Luis Gómez me susurra a voz en grito, o sea un secreto a voces: “ya teneis candidatos para el Premio Valle Inclán”. También es entusiasta de Yolanda Ulloa, una actriz a la que admiro mucho, de la que me trae saludos. Le digo que le busque un papel para disfrute de todos. De Zutoia Alarcia, la mejor Ulalume que yo he visto, no me trae saludos porque a Zutoia se los doy personalmente.  Cualquier dia de estos, Zutoia,  Xabi Puerta, y yo nos liamos la manta a la cabeza y organizamos un cirio; teatral, claro. Esperamos a David de Loaysa, que debutó como escenografía con Dónde estás Ulalume, dónde estás para que nos cuente algo de la Salomé de  Victoria Vera y Jaime Chávarri, pero no aparece. Loaysa está con la última función de Sabela Hermida, Manar, en La Tribueñe, luces y espacio. Gran trabajo el monólogo de Sabela, otra actriz de la que se puede esperar  mucho. Mi amiga   inquiere,  mientras ordena descorchar una botella de Cigales: “¿qué te ha parecido el montaje de Rígola”. Hay pocas personas a las que tolere esta impertinencia a bocajarro, pero mi amiga C.M.H es otra historia.
                    No me gusta comentar una obra en caliente,  menor dicho soy incapaz de ello; y tiro por la calle del medio: “lee el Mundo, aquí tienes el euro y los cuarenta céntimos que cuesta”. “Escribirás algo”. Respondo: “algo largo y tendido”; de Federico y Alex Rígola, que ya no es el Tarantino español, sino uno de los directores com más carisma y personalidad.   Empieza a llegar  el elenco de El público y prefiero retirarme al último rincón. Sólo me faltaba que, para estimular mi timidez, que se va convirtiendo en mal genio,  apareciese Irene Escolar, actriz a la que yo, modestamente, no veo techo. Destaco su triple registro en esta función: Julieta,  una estudiante con aire de profesora  sabihonda,  una  madre huérfana de hijo.

                   Política de hoy
               Mi amiga CMH pide otra botella de Cigales y la conversación es ya imparable. Estoy de acuerdo en que la interpretación en general es muy buena. Y  apunto que, pese al excelente montaje, seguimos sin saber con exactitud qué teatro quería hacer Lorca que lo desvinculase de sus tragedias rurales. Teatro bajo la arena; ¿qué es eso?  Me acusa de defender la programación del  Español y digo que solo he defendido algunos proyectos concretos que espero se lleven a cabo. Me niego a la tercera botella de Cigales, porque después de la cuarta, las cosas pueden ser imprevisibles. Y derivamos a la política mientras espero el taxi, Taxi Elite,   un servicio reciente y, de momento, impecable. Espero no les pase lo que a los partidos políticos, que se vician.
                    ¿Podemos?. La gran decepción; Iglesias, Errejón, Monedero y Echenique la han cagado. ¿Ciudadanos?.  La gran moda, en especial por antiseparatistas  en el  vientre del  monstruo catalán.  Requiem por Up y De. Me niego a hablar del bipartidismo canalla, PP y Psoe, modélico en el arte de la corrupción. Mi amiga me invita a ver Los nadadores nocturnos, José Manuel Mora y Carlota Ferrer, que se estrena en la Abadía un dia de estos. “La vi en Almada el pasado Festival. ¿Qué te pareció? Busca el Mundo  de aquellos días”. Y mi  amiga me da  un beso en la mejilla, mientras me abre la puerta de Taxi Elite.  “Las hijas de las madres que amé tanto, me besan ya como se besa a un santo”. (Campoamor)