miércoles, 18 de noviembre de 2015

FUTBOL; ANALOGÍAS POLITICAS DE un CERO A CUATRO

Seguridad ciudadana e inseguridad de Florentino Pérez.
El partido de la seguridad ha sido modélico en este sentido con un despliegue  espectacular de las fuerzas de Seguridad de Estado.  Orden y concierto. A las 18,00 horas cada cual en su sitio. Modélico también el batacazo del Real Madrid que perdió cuatro a cero contra el Barsa, que es más que un club, o sea el club  que mejor transmite el sentimiento soberanista frente a la Metrópoli. Como empecemos a sacar consecuencias políticas de este resultado, apañados vamos. Hasta la CUP acabará invistiendo a Artur Mas y paseándo a hombros por Canaletas a Jordi Pujol y su cuadrilla de bandoleros con barretina. Si yo estuviera hoy en Barcelona, como cuando era joven, estaría presente en la fuente de Canaletas. En el Bernabeu, había dos equipos: uno multinacional ,pero investido de espíritu catalanista; y otro, diez mercenarios capitaneados por un sevillano bronco, marullero y cabreado: Sergio Ramos.  Y presidido por  un jugador de ventaja de las finanzas y  de los negocios. Florentino Pérez. Si a don Florentino no lo protegieran ministros y presidentes de Gobierno, ya estaría en la cárcel. Conviene, probablemente,  que calle. Imprescindible leer libro de Juan Carlos Escudier, Florentino Pérez, retrato en blanco y negros  de un conseguidor. (FOCA,editorial Akal). El palco del Bernabeu es más que  una montería de cuando Franco. Y el callejón de las Ventas igual.  En tiempos Calderón, el cacique palentino, manejaba ambos predios: presidente del Real y empresa de las Venta..  Tras una comida muñida por Raúl del Pozo, me invitó a los dos sitios; pero no fui nunca. Un error por mi parte. Por mucho que el fútbol me la sude. Y cada vez más, los toros

El terror; no tengo miedo pero estoy acojonado.
Con esto de la III Guerra Mundial, no tengo miedo; pero estoy acojonado. No es la primera vez en la vida y supongo que no será la última. La que recuerdo con más precisión, de miedo concreto e inmediato, es cuando los Guerrilleros de Cristo Rey iban a tirarme,  directamente, desde un octavo piso. He preguntado a un amigo experto en cosas de sectas religiosas y políticas qué diferencia hay entre Guerrilleros de Cristo  Rey y los actuales Legionarios de Cristo. Me dice que pregunte a Jose María Aznar, expresidente del Gobierno de España.

El miedo de ahora que no tengo, pero me acojona, es la cosa de los moros y los cruzados de Occidente. Bueno, los cruzados son ellos, los moros, una Cruzada como las antiguas, pero a la inversa: muerte al infiel. Lo peor es que ya nunca más podremos decir “siempre nos quedará Paris”. La Ciudad Luz es hoy la ciudad del horror y la sangre en la que se ha certificado una guerra sin cuartel.

Uno nunca ha estado demasiado orgulloso de su profesión; o sea el periodismo. Y ser a la vez periodista y poeta tampoco es para reforzar la autoestima. Pero siempre he creído que el periódico, además de para envolver pescado y limpiarse el culo en las pensiones baratas, podría servir para otra cosa. Yo escribo de toros y de teatro; o sea, a mí que me registren. Pero el espectáculo de estos días del periodismo español, el de opinión y el de información que han llegado a ser único y lo mismo, es abracadabrante.  Conforta escuchar las crónicas de Rubén Amón desde el propio paisaje y corazón  la batalla. Inteligencia política.
 
Nota a pie de página; el vendaval del terrorismo ha barrido de las primeras páginas el vendaval grotesco del separatismo catalán. Con la que se avecina,  ¿siguen Artur Mas y su tropa pensando en la separación de España?. Sic transit gloria mundi.


Teatro; Elejalde y Lennie
Aventuraba yo el otro día una teoría  muy discutible sobre el arte de interpretar: cuando más se deteste al personaje, mejor. No sé si esto es aplicable a Israel Elejalde y a Bárbara Lennie en La clausura del amor. En cualquier caso Rampert, el autor, dibuja dos papeles  incómodos: una pareja que convive en la vida y se  destroza en el escenario.  Esta fusión de planos es el discurso de    La clausura del amor. Clausura es más expresivo que ruptura;  se acabó, adiós,  pero antes me vas a escuchar. Y el lenguaje adquiere una dimensión brutal.  Nunca sabremos si los personajes escénicos son de carne y hueso o son una fantasía de un autor obsesionado por problemas maritales con injertos de celos profesionales.
Desde el primer momento Israel Elejalde impone un ritmo que parece imposible de mantener; casi una hora de discurso venenoso. El actor demuestra que no es imposible; la rotundidad del verbo, la exasperación del gesto no decae.  Bárbara Lennie escucha inmóvil tan feroz diatriba. Cuando le llegue  su turno será más feroz que Israel Elejalde, abrumado por la culpa.  Ferocidad, canibalismo, sobrevivir  a la voracidad propia y a la del otro.
Dicho esto, una objeción;  la confrontación de Isra y Bárbara se produce en diagonal prefijada  y ello impide ver el rostro de Lennie, apenas vemos de vez en cuando su perfil. Dice Isra “por qué me miras así”. Y sería bueno ver cómo está mirando Bárbara. En cambio, y de forma encomiable, esta  somatiza el discurso de Isra. Su espalda es un mapa del dolor. La misma circunstancia, a la inversa, se reproduce simétricamente en la segunda parte. Quizá en esa alternancia dialéctica se explique la disposición geométrica.
Por encima de cualquier otra consideración está  el nivel  actoral.  Interpretar sufriendo o interpretar jugando. Me inclino por el juego creativo del comediante y la comedianta. Israel Elejalde se afirma como un actor grande  dentro del riquísimo panorama español actual. Y Bárbara Lennie se consagra por los siglos de los siglos.

Microteatro.

Me informan de un proyecto de  microteatro en inglés. Autora, Marjorie Glantz. Intérpretes Isabel Prinz y Rafael  Maza; los miércoles en la sala  Esconditeatro hasta las Navidades.                                                                                                                              

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