viernes, 29 de enero de 2016

CONCHA DEL APUNTADOR.VII) CARTA DE MAX AUB A CELIA MAYER

Conmoción en la sala Margarita Xirgu.
Muchos esperábamos la aparición en carne mortal de Celia Mayer en la sala Margarita Xirgu, aunque solo fuera como gesto de cortesía para Helena Aub, una bellísima mujer octogenaria, hija de Max. Pero Celia Mayer, concejala de Cultura del Ayto de Madrid no apareció. Era la oportunidad para remediar su contumaz ausencia de los teatros, su  desdén  por el teatro. Y si una persona desdeña el teatro,  qué alternativa puede dar a la cabeza de Pérez de la Fuente, que con tanta saña persigue, por encima incluso de  una difusa e inconclusa Manuela Carmena.  Si Celia Mayer nos presenta una alternativa razonable de mayor libertad escénica, juro que seré el primero en celebrarlo. Y me comprometo a que el propio Max, via Ignacio García, le envie un telegrama de adhesión. Mientras la sala en pleno aplaudía a Helena Aub, hija de Max Aub el español indomable y siempre transterrado,  a Pérez de la Fuente se le ocurrió decir que habían tenido que pasar 40 años de democracia para que coincidieran en el Español, Margarita Xirgu y Max. Yo creo que se quedó corto; han tenido que pasar 40 años de democracia putrefacta,35 años de franquismo inclemente y tres de brutal guerra incivil para que esa conjunción de astros se materializase.

Las controversias, las cábalas sobre el destino que le aguarda a Pérez de la Fuente como director el primer teatro de España, perdieron consistencia y protagonismo  cuando  la figura goyesca, inmensa  y trágica de Carmen Conesa empezó a decir y maldecir el terror del III Reich y el terror de la guerra de España. Crueldad de la palabra, crueldad de una puesta en escena tenebrista sobre un paisaje doméstico de batalla perdida.

Ignacio García anda enredado con la España Peregrina, Max Aub, León Felipe, Bergamín, un gozoso peregrinaje  tan distinto del que empezó en el 39 del pasado siglo, llevándola por el ancho mundo. Perez de la Fuente le ha dado cobijo en el Español.

Y la diatriba de una gran actriz entre varios fuegos asesinos. Memorable noche. Pero eché de menos a Celia Mayer. Y a Zapata ese raro personaje, para que comprobase que el exterminio de judios, y no judíos, no puede reducirse a un chiste zafio. Y a Pablo Iglesias  para que se convenza de que el teatro no es una mariconada, aunque en ejercicio de la propia libertad sexual, en el teatro haya mucho maricón y mucha maricona. Incluso eché de menos a Manola Carmena. Si hoy Carmena fuera la que algunos conocimos en los años 70,  habría estado allí. Para dar un abrazo a la hija de Max Aub, en la plenitud de una belleza combativa de casi 90 años.

miércoles, 20 de enero de 2016

INCESTO Y NAZISMO EN ÚLTIMO LIBRO L.BARRIOS

A propósito de  Yo soy todos los besos que nunca pude darte.

Querido Paco: Espero que al recibo de esta te encuentres bien, yo bien gracias le sean dadas al Señor. Algún achaque de mi provecta senectud que apenas se libra de un atasco cuando   se  mete en un socavón;  y  lo mismo quiebra su esquelatura que vuelca o entorna con estruendo,  arrastrando tras de sí bueyes y carreta.  Las tribulaciones perras a que nos someten estos días el PP y  su Ministerio de Hacienda, queriéndonos condenar al hambre y sin pensión de jubilación, me tienen  turbado y conturbado. Esa es una de las sinrazones que ha retrasado mi respuesta o exégesis de tu magnífico libro: el incierto futuro que la derechona rapaz de este puto y desdichado país  ofrece a los creadores. Alza tu voz contra este latrocinio, que siempre fuiste paladín de  la justicia.

Recibí tu libro que estoy seguro ha de proporcionar tanto placer a quienes lo leyeren como me ha producido a mí.  No te esfuerces en ponderar la favorable  opinión que  sesudos cátedros   y afamados escribidores tienen de Yo soy todos los besos que nunca pude darte. Tú sabes mejor que nadie que es un libro de honda y bella contextura. Y que su solemnidad estilística no le resta llaneza cuando es menester. Y esto es lo que importa; lo demás, balbuceos de bachilleres  sin  diploma ni certificación. Y yo lo sé también; lo ratifico y doy fe ante notario si necesario fuese. Conozco notarios  ilustrados como el de Colmenar Viejo, gran aficionado a la Tauromaquia, don Vicente Madero, que administra mis posesiones hueras, mis haciendas paupérrimas,   mis solares vacíos que, de estar edificados, buenos doblones me darían de renta. Quizá es esto lo que quieren quitarme los cabrones afanadores de modestos sueldos, mientras protegen a los mayores ladrones del reino.

 Sigo tu obra, más  coherente y trabada de lo que algunos creen, desde tu primera novela: Dicen que Ramón Ardales ha pasado el Rubicón. Dejemos en sus cavilaciones a quiénes continúan indagando  quién sea el tal Ramón Ardales y que Rubicón cruzara, si es que alguno cruzó. He vuelto estos dias a tu vida y a la vida de muchos de nosotros en ocasión del reordenamiento y trabazón de mis memorias teatrales ampulosamente tituladas, y no sin razón, Una vida de teatro. Ahí estas tú, y con insolente autoridad, como inventor del teatro electromagnético en  las tumultuosas noches de Lady Pepa.  Tú vida es una vida con más aventura que desventura. Y ahí, en tu vida, está tu gran novela por escribir. Será difícil que superes esta ópera magna que tengo entre mis manos, mientras no escribas el relato de tu azarosa y afortunada vida.

Pienso que eres el mejor prosista  de la Bética. Y, como dicen en mi aldea de Palencia,  eso es bueno o “asegún”.  Andalucía no vive en estos momentos un Siglo de Oro de novelistas y poetas. Pero en términos absolutos, después de este texto, nadie te quitará la hegemonía. De las dos piezas de tu libro,  Cubanito me gusta por su estructura lineal, es un relato que fluye  con gran vigor narrativo al estilo de un magnífico reportaje de periodista de raza, como aquel de los náufragos de García Márquez. El protagonista  de Soy todos los besos que no pude darte, es un personaje   maldito y, a la vez, feliz, que es la más terrible forma de  malditismo. Es de la estirpe de los antihérores de Dostoievsky y Camus,  los novelistas en los que, desde mi infancia seminarística, me he quedado anclado. En el seminario estaban prohibidos, lo cual añadía al gozo de su lectura una  higiénica conciencia de transgresión.  

 Pese a su sexualidad  libertaria y celeste del incesto  advierto a veces, en el Acusado, si no conciencia de pecado, sí la necesidad de una justificación, lo cual explicaría el afán discursivo y ensayístico de la cultísima y eruditísima segunda parte, a partir de la epístola explicativa y exculpatoria.  Soy un aldeano y ese desborde me abruma un poco, aunque acabe por descubrir en él la naturaleza nazi de esas perversiones. El núcleo magnífico de todo es, sin lugar a dudas, Amor de madre y en no menor medida, La piedra y el general.  Soy todos  los besos …. sale triunfante  de las trampas de un relato fragmentario, cosidas sus distintas partes por la técnica narrativa y el dominio del idioma. Páginas “con vocación de estilo”; por eso me sorprende algún descuido y desliz por la pendiente de los tópicos, como por ejemplo, la herida “no revestía gravedad” y alguna adjetivación de carácter cotidiano y doméstico. Nimiedades.

 En ocasiones tiene la arquitectura de una sinfonía y otras hace un solo de seguidilla o solea; o de cantes sin guitarra que todavía me emocionan más por su grandeza desnuda y sin filigranas. Filigranas tiene en ocasiones esta   prosa, pero filigranas de buena ley. Y su posible barroquismo ocasional no es ornamento, sino esencia y naturaleza. En resumidas cuentas, admirado amigo, un placer haberte vuelto a encontrar en lo más puro de tu condición de escritor. No  es necesario que recompenses estas palabras, tendencia  que siempre está en tu naturaleza generosa, porque estas palabras no son elogios, sino simple justicia y movimiento del espíritu. Me basta con tu amistad, tantas veces demostrada, y nuevos libros.

Que el destino te dé la gloria que mereces y a mí la salud que me falta. Por lo demás y como siempre, SALUD Y LIBERTAD

 

sábado, 16 de enero de 2016

EL PREMIO DE TEATRO VALLE INCLÁN y COCA COLA



Mañana, los doce candidatos al Premio Valle Inclán

En la sede de Coca Cola, escrutinio para elegir a los doce candidatos al Premio Valle Inclán. Patrocina la Fundación Coca Cola, presidida por José Núñez, un ganadero de bravo ilustrado. En la sobremesa,  jugadas ya todas las cartas argumentales, apurada la dialéctica  y decididos los 12 magníficos/as candidatos al premio más importante de Teatro de España, el  jurado del Valle Inclán se distiende y relaja. Es este un senado plural de  convicciones diversas y por eso nadie podrá hallar en la lista  de aspirantes  una dramaturgia concreta. O una tendencia política, lo cual sería peor. Entre los miembros del jurado unos siguen defendiendo  El Método de Strasberg, divulgado en España por su profeta Willian Layton y otros creemos que Strasberg fue un mixtificador que no sabía quién era Stanislavsky en quien decía apoyarse. Y que la memoria emocional es un recurso técnico  descalificado siglos antes por La paradoja del comediante, de Diderot.
Pero está claro que un jurado no solo es la administración de unos votos, sino una estrategia y una oratoria. Todo esto es sagrado y pertenece al secreto del jurado.  Y me quedo con la pregunta que un miembro , una miembra, del jurado dejó caer sobre la última copa de Rioja. Aquí todos bebemos vino, tinto o blanco, menos Luis María Anson que por respeto a la Patrocinadora, Fundación Coca Cola, bebe la marca de la casa. Puntualizo; Anson es abstemio. Esa pegunta es por qué los políticos no van al teatro. Rajoy, por ejemplo, nunca ha pisado un patio de butacas. Pablo Iglesias dice que el teatro "es una mariconada". Y Celia Mayer, concejala de cultura del Ayto de Madrid, que yo sepa aún no ha entrado en el Español. A Marta Rivera de la Cruz, de Ciudadanos, la ví el otro dia en El grito en el cielo, de La Zaranda. No sé si Ciudadanos tiene una idea de teatro y no me atreví a preguntárselo. Todo teatro es político, por acción o por omisión. Pero yo creo que no es necesario que los políticos, vayan al teatro aunque está demostrado que éste no es, necesariamente, portador de un virus maligno. Basta con que dejen hacer  a los que saben. 

Teatro y ETA
Llego a casa y me encuentro con un texto inédito que me ha mandado Borja Ortiz de Gondra.  Se titula Los Gondra (Un historia vasca). Me urge a que lo lea y le dé una opinión. Este autor vuelve sobre los pasos de Al otro lado, pero más a fondo, centrándose en su propia familia. La cena, de Ignacio Amestoy, es una función clave sobre el tema. Y en el Ciudad de Paaalencia premiamos hace unos años una obra valiente y temeraria que no llegó a estrenarse. Cuando me acuerde del autor, se lo contaré.. Mientras tanto, Gracias Coca Cola por apoyar al teatro.

LA TRINIDAD DE VENUS.
Gozo y tribulaciones de mis piernas.
En ocasiones algunas vedettes han tenido el piadoso descaro de sentarse en mis rodillas. Incluso ahora cuando mis piernas ya están para el arrastre y no soportan el peso de una pluma. La primera, en la prehistoria fue Sara Montiel que me cantó al oído Fumando espero, con gozo mío y envidia de toda la sala, Paco Umbral el que más. Hasta hace un año nadie había vuelto a tomar mis rodillas por trono. Esa mujer fue Roma Calderón, una cabaretera bellísima y descocada.  Hace tres meses en el Fernán Gómez lo hizo Pía Tedesco. Y volvió a echar sobre mi frágil esqueleto la envidia de toda Celtiberia. Pía Tedesco ha vuelto a la sala Jardiel Poncela, pero hubiese sido sospechoso que volviera a sentarse sobre mí. Pía es una cabaretera decente. Una mañana en las Ventas, en la presentación de un libro mío, María Toledo me cantó cerca del oído por el palo que más me gusta soleá por bulerías.  La foto la publicó el Mundo y dio la vuelta al universo, aunque María, que es una flamenca muy considerada, se mantuvo de pie.   

Sin esa relación de tan carnal solidaridad física, acabo de compartir con María Hervás, por el laberinto de pasillos y camerinos del María Guerrero, media hora de fascinación:  la fascinación de la actriz y de la mujer; María Hervás no es una mujer; es un milagro. Y no es una actriz, es otro milagro. Y los milagros carecen de cuerpo mortal.

Pía Tedesco, Weil y Bertold Brecht.

En el breve espacio de tres meses Pía Tedesco se ha hecho dueña de la sala pequeña del Fernán Gómez que Luis Torres ha convertido  en una de las salas más deseadas por la farándula. Pía ha vuelto con las canciones de Weil y Brecht adaptadas a su peculiar forma de Cabaret. Bilbao, Bilbao, de la Opera de tres centavos, es la piedra de toque de toda aquella que se acerque a  Weil y Brecht. La primera vez que la escuché en directo fue a  Ute Lemper: Weil purísimo, cabaret alemán.

Hace unos años en la sala Princesa Vicky Peña rindió culto a este duo inmortal Weil-Bertold Brech, conciencia de este tiempo y de muchos tiempos, fugitivos del nazismo: De Mahagoney  a Youkali, fue el título de aquel oratorio en que Vicky Peña demostraba que es genial actriz, estimable cantante y directora inteligente. Pía Tedesco, la cabaretera de los ojos verdes, es buena actriz y excelente cantante. Y toca el ukelele y el acordeón. El mundo de Weil y de Bertold Brecht forma parte de la terribilidad más dolorosa del terrible siglo XX. Pía Tedesco lo ha incorporado a su universo con sensibilidad.   

 

Noticia de María Toledo

Desde Florencia llegan ecos de María Toledo. Un mes entero en la Opera de la ciudad italiana cantando El amor brujo. María Toledo está en un momento “de durse” que dicen flamencos y tonadilleras. Su último disco conSentido ha optado a los Grammy siendo   derrotado solamente, me cuenta ella misma, por Juan Luis Guerra y Paco de Lucía; venganza de la guitarra, supongo. María Toledo acompaña su cante con piano que ella misma toca, en vez de guitarra. Alguna vez le hice a María letras de urgencia para algún torero. Adora a los toreros, pero lo de Florencia y El amor brujo es otra historia.

Los toreros que venera son dos diestros antagónicos, José Tomás y Enrique Ponce. En la lectura dramatizada de La argentinita, (autores Diana de Paco Serrano- Villán) que hicimos en el María Guerrero bajo la dirección de Santiago Sánchez, Enrique Ponce encarnaba a Joselito el Gallo y le cantaba a Encarnación una ranchera intencionada, Pero sigo siendo el Rey. María Toledo hacía de Encarnación López Júlvez y puso la tensión erótica que la circunstancia, y Santiago Sánchez, el director, demandaban. La elección del tema, por parte del maestro de Chiva, yo creo que no fue inocente. Se rumoreaba la vuelta a los ruedos de JT y quiso dejar las cosas claras.

 

María Hervás así en el cielo como en el infierno.

María Hervás no es una mujer; es un milagro. Y no es una actriz; es otro milagro. Belleza suprema y actriz suprema. En el María Guerrero los fines de semana desde el mediodía, con  Amnesia, de Matías Umpierrez. Teatro para un solo espectador. De forma inesperada un ser etéreo te confunde, te envuelve y te guía por las entrañas del teatro.  Y te cuenta su vida. Llega tarde a un ensayo, a un casting y  teme que se le haya corrido el rimel y la desahucie un director caníbal. No hay más que se pueda contar: la pasión del teatro, las glorias y las miserias del teatro, los olvidos; una actriz sin el refugio de las tablas, sin la defensa de la distancia ni de la cuarta pared,  mientras el espectador, el único espectador, la mira a los ojos y percibe las inquietudes de su soledad en el espacio sagrado de un camerino    el santa santorum que nunca debe ser profanado. Amnesia es una rara, inquietante confesión. No es una función de teatro, es un sacramento que imprime carácter por los siglos de los siglos.

 Maria Hervás no es un ángel ni un demonio, que son las dos formas fascinantes que puede y debe adquirir la mujer. Algo quizá de esa dualidad necesitará en algún momento de soledad e indefensión frente a un espectador sujeto a veleidades de fortuna. María es Virgilio guiando a Dante por los círculos del infierno del laberinto del María Guerrero. Es a la vez, Virgilio, Dante y Beatriz.

Alejandro Casona, cursi hasta decir basta en sus personajes femeninos sólo acertó en una cosa para definir la belleza sobrenatural: “tiene la mirada más bella que los ojos”. Pues eso es María Hervás, una mirada. Y dos lágrimas. Y dos milagros en un solo cuerpo de mujer. De escucharla y de mirarla puede ocurrir que lleguemos a olvidarnos del hermoso texto de Umpierrez, que la palabra no importe. Solo las lágrimas que destrozan su maquillaje. No es probable. En suma, María Hervás es puro teatro.    

lunes, 11 de enero de 2016

LA CONCHA DEL APUNTADOR (VI). Navidades y TEATRO.


Del retiro navideño al frenesí teatral

Retorno a Madrid desde los frios de la sierra madrileña y me encuentro con un aluvión de estrenos de teatro. De la más humilde sala alternativa, a la más encumbrada sala convencional. De la Pensión de Las Pulgas que va a poner La Fundación, de Buero Vallejo, hasta La Zaranda en el Español. Más abajo detallaré esta semana de estrenos. No me imagino La Fundación en el piso de la calle Huertas; pero no me la perderé. La última Fundación que vi fue la de Perez de la Fuente en el María Guerrero. Buero, lo ví, lloraba de emoción. Iba a verla casi todas las tardes, menos el lunes. Y, como estaba enfadado conmigo, Ana le llevaba de vez en cuando una caja de bombones. Don Antonio se comía los bombones, pero seguía enfadado. Hasta que una noche Maria Jesús Valdés y Pérez de la Fuente lo llevaron a casa y con bombones y un poco de güisqui firmamos la paz. Durante un tiempo, eso sí, me abstuve de afirmar que  el imposibilismo de Alfonso Sastre, históricamente,  llevaría mejor camino que el posibilismo de Buero. Se espera con interés la función de José Luis Garci, Arte Nuevo, un homenaje; Cargamento de sueños/Sastre; El hermano/Medardo Fraile.

 Una vida de Teatro.

Navidades fecundas. Al arrimo del fuego de la chimenea he dado un estimable avance a la redacción de Una vida de teatro, mis memorias teatrales. El calor, como los recuerdos, hay que verlos; y  oírlos. Crepitan los troncos de encina y crepita la memoria. Por eso me acuerdo de estos detalles intraescénicos.

 Despido las Navidades  con un poco de melancolía. Con la sensación,  o acaso el temor, de que un dia no tendré Navidades, la eternidad del poeta en la que no podré participar; “y seguirán los pájaros cantando y yo no estaré aquí”. Se posan en el alfeizar de mi ventana una pareja gorriones solidarios y bulliciosos. Busco por los recovecos de mi alma esas sensaciones antinavideñas que me cuentan los amigos: hastío, cabreo, broncas familiares y  no hallo ninguna. Debo de estar en otro lado, donde cantan los pájaros. A veces, la sensación de que habría que recortar las Navidades unos días;  pero hay una dificultad insalvable para ese acortamiento: los Reyes. Todo lo borra la noche  de Reyes.

 En esta familia en la que habito hace medio siglo, escasamente monárquica, las Navidades  están en función de la noche de Reyes.  Un mes antes,  empiezan  movimientos clandestinos, complicidades, silencios. Es  indicio de que las Navidades llegan,  y de que Noche Buena y Noche Vieja son un trámite que se pasa con buen rollo, pero sin exagerar. Y cuando llega la noche de Reyes esto es un Festival: montones de regalos que ni rebaños de camellos podrían transportar.

Carta de Susú a los Reyer Magos

 Hasta los animales, Susú la siamesa ennoblecida de callejera, Kuajo el perro más arrogante de la colonia y Ronda, la perrita schnauzer  seductora y golfa, que no cesa de perseguir a Susú, hacen las paces y colaboran rompiendo los papeles de los regalos. A Susú ya no la defiende Otto, que  se murió. Este año Susú ha escrito una carta a los Reyes pidiéndoles que le quiten de su rabo a Ronda. Con ayuda de Diana, la está corrigiendo con la  fina caligrafía de las plumas que  me ha regalado David. Me pide  Susú que se la envíe Marta Valsero, de la Fundación Jorge Guillén.

El roscón y el brindis, unos con Sidra el Gaitero porque les gusta yo con Mohet Chandon porque también megusta, otro trámite urgente. Lo de menos es el roscón, la sorpresa por la cual el afortunado/a habrá de apoquinar. Hay una frenética emulación de la generosidad. No sé si, como gritábamos en la Santa Transición, “mañana España será republicana”, pero que nadie ose quitarme los Reyes Magos de Oriente cargados de regalos.

El teatro que no cesa.

En una semana se estrenarán en Madrid las siguientes obras,  más alguna de la que seguro no tengo noticia;  Ternura negra, de Denise Despeiroux, en La Mirador;  Cervantina, de Ron La La en La Comedia, Brecht-Weil, Cabaret, de Pia Tedesco en el Fernán Gómez; El grito en el cielo, La Zaranda en el Español; Amén, de Carlos Be, los problemas de la Iglesia Católica con los homosexuales, con los pecadores extra Ecclesia,  no con los obispos, curas y cardenales pederastas;   en el Infanta Isabel, la vuelta de Bibiana Fernández y Manuel Banderas con  El amor está en el aire. No culpen a este título de la polución ni del sombrío gorro que envenena Madrid. El amor es oxígeno, no dióxido de carbono. En defensa propia, Alfonso Pindado; el nombre legendario de los primeros tiempos de lo alternativo, vuelve a la sala que fundó, La Triangulo,  sede actual de Teatro de Barrio. La respiración, de Alfredo Sanzol en La Abadía .Etc, etc, etc….

Libro sobre el Lara.

Creo que el Lara fue el primer teatro que pisé en Madrid. Después de la misa de doce de un Domingo. Un hombre de misa, rosario y novena, buena persona y poeta voluntarioso, Conrado Blanco, reunía los domingos en el Lara una tropa de líricos para decir versos; creo que la sesión se llamaba Alforjas para la Poesía. La Bombonera, la belleza de la arquitectura teatral que ha seguido alimentando no mi poesía, sino mi pasión por el teatro.

Hoy me llega un libro bello y monumental, como no podía ser menos, tratándose del Lara, firmado por un gran conocedor del teatro español, Antonio Castro. Pocas cosas hay que se escapen al sentido investigador y analítico de este periodista. José María-Muro-Lara y Botella ha facilitado los datos, la memoria. Y Antonio Castro Jiménez, el orden la precisión y la profesionalidad de hombre de Teatro. Hacer la historia del Lara, es hacer, en buena  medida, la historia del teatro español.

Biografía de Nuria Espert.

Me llega otro libro monumental de Ana María Arias de Cossío. Casi 1000 páginas sobre  la gran actriz, emblema del teatro español de los últimos sesenta años. Nuria Espert inmortal. Mil páginas dan para mucho. Y espero que, muy pronto, me den para un comentario amplio en esta Concha del Apuntador.

 

viernes, 8 de enero de 2016

CHINA Y JAVIER REVERTE. UN VERANO CHINO.

Reverte, el mejor escritor de viajes.
Después de leer Un verano chino de Javier Reverte creo que nunca pisaré las calles de ese asqueroso gigante asiático. China se me ha venido abajo incluso en las referencias a Mao Tse Tung del que Reverte hace una exégesis crítica  no tanto sobre sus iniciáticos pasos  libertadores de la Gran Marcha, cuanto de las consecuencias de sus planteamientos. Es sabido que Mao era poeta que daba a la expresión artística  primacía sobre la expresión  doctrinal (Congreso de Yenan 1942, aportación personal). Un poeta, mal asunto para una revolución. Por eso, el lírico dejó paso al Dictador implacable: sangre y represión en vez de metáforas.

Reverte es un narrador ágil y práctico, con el don de hacerle visualizar al lector los sucesos y los paisajes; las palabras son lo que son y valen para contar sucesos. Es, a la vez,  un analista de la historia y, siempre que lo cree oportuno o un detalle humano o geográfico  se lo permite o se lo exige, entra en los fondos de esa  historia.

El verbo,columna vertebral de un estilo.
Me acuerdo de un viejo verso mío en torno a cuyo significado hemos pasado  mucho tiempo razonando o soñando: “Porque un paisaje es nada si no lo habita un hombre”.  En realidad, el verso era “si no le habita un sueño”. Pero Reverte se empeñó en que lo cambiase y prevaleció su opinión. Ahí, creo yo, estaba ya la teoría que lo ha convertido en el mejor escritor de viajes de este país: paisajes y hombres. No era esta nuestra principal discusión. Hay otra que también viene a cuento porque es la palanca de un escritor de viajes y resucita  siempre  que nos  vemos; es la primacía del adjetivo o del verbo en el estilo de un escritor. Yo sigo aferrado al adjetivo y Reverte al verbo; quizá por eso él escribe libros de viajes y yo teorías teatrales,  crónicas taurinas y  versos. Ignoro qué es mejor, si el adjetivo o el verbo, cada cosa, supongo, a su tiempo. Pero a  la vista de cómo han evolucionado  nuestras respectivas trayectorias, desde los tiempos del Café  Gijón, está claro que  él tiene la razón; sus libros de viajes se cuentan por bestseller y no hay rincón del mundo que le sea ajeno. Estoy seguro de que el primer libro sobre la Luna o sobre Marte, lo escribirá él.
Dicho esto, si me fio de este libro y no hay razón para que no lo haga, nunca entraré en China: contaminación espesa que asfixia, ríos de deshechos malolientes, ciudades populosas y tumultuarias, grosería.  Y lo peor de todo, la costumbre abominable de escupir por las calles. Es la cultura del gargajo y el lapo como forma higiénica de expresión y como arte. Quiero suponer que son los efectos purgativos de gargantas heridas por la polución.

Por qué una mujer se hace lesbiana en China
 Xiao,  la avispada intérprete que acompaña a Reverte,  dice: “me hice lesbiana porque no puedo soportar a los hombres chinos”. Xiao es un personaje de novela. Habla un castellano perfecto de la Universidad de Salamanca,  y la jerga de Lavapies y la noche libre de Madrid. Completa y enriquece la visión del autor cuando este no alcanza a profundizar en algunos aspectos. Entonces ahí está Xiao, autóctona,  que lo sabe todo. Reverte no es turista ni escribe para turistas;  opone la  razón romántica e indagadora a la razón gregaria: la individualidad frente al rebaño.

 Nunca entraré en China, jamás me expondré a morir asfixiado de mierda ni a que me alcance el gargajo de un guarro. Ni siquiera para contemplar ese alarido  de la naturaleza, el Yangtsé enfurecido en  catarata encajonada, que se llama el Salto del Tigre. Reverte lo describe con grandeza y sin rebuscar adjetivos, con ecos épicos  de Joseph Conrard.  Mas, ¿para qué hacer  un viaje si lo tengo delante, en un libro?. A fin de cuentas, según Reverte, la conclusión es obvia: China, síntesis de los peor del comunismo y lo peor del capitalismo.

domingo, 3 de enero de 2016

EL AÑO QUE MURIO FRANCO. PEDRO J. RAMIREZ..IMPRESCINDIBLE

Casi medio siglo después.
Acabo de leer en La Esfera la reedición del libro de Pedro Jota El año que murió Franco, publicado en Plaza y Janés hace 40 años. Quizá no sea una lectura propia de estos días de amor fraterno, noche de Dios noche de paz. Estaba metido en  Reflexiones sobre la cuestión judía, de Jean Paul Sastre, por razones prácticas: revisar una vez más, mi monólogo  Cenizas y humo sobre el horror de los campos de exterminio nazis, en vías de producción.  David de Loaysa ha definido ya espacio e ilumnación Y se ambienta estos días en Alemania, pretexto supongo, para otros motivos viajeros de índole sentimental. Vengo  comentando con varios amigos entre ellos Zutoia Alarcia, la actriz fetiche de Alfonso Sastre, y Xabi Puerta, su marido. aspectos del monólogo. Suena el teléfono y nos decimos sin pensar en mas  ¡Feliz Año Nuevo!. Palabra e iluminación: bastan para mostrar el horror.

Y   una historia de horror, sangre, venganzas, traidores, inocentes y fusilamientos es El año que murió Franco, talmente una novela negra, que es una de las pocas pasiones literarias que me van quedando. Un gran reportaje escrito por un reportero de raza, de veinte  y pocos años, sin pretensiones de estilo ni necesidad de impostar la voz. A estas alturas quizá sea excesivo calificar aquel año cruel y gozoso, de “espiral revolucionaria”. Fue un año convulso marcado, eso sí, por la espiral acción-reacción. Los ideólogos del FRAP y del GRAPO políticamente eran unos primates y revolucionariamente unos chapuzas. Los asesinatos del teniente Pose, reparador de televisores en horas libres para redondear un sueldo escuálido, y del guardia Lucio Rodríguez, fueron inútiles y   execrables, como queda aclarado en el libro sin ningún género de dudas. Contribuyeron a activar, en las postrimerías del Dictador, los mecanismos de una maquinaria represiva siempre engrasada.   

El tactismo infame de los abogados del PCE
Vuelven los fantasmas nunca conjurados del todo y este libro resucita los de Manola Carmena, actual alcaldesa de Madrid y por entonces gente de orden: el orden del PCE. Pensando en el porvenir democrático del carrillismo, del que estas ramas atormentadas eran esquejes, los abogados, del Partido Comunista de Carrillo, obedecieron consignas: no pringarse en su defensa en el Consejo de Guerra Sumarísimo. Carrillo que, como Macbeth, nunca logró limpiarse las manos de sangre, tenía escrúpulos de la sangre derramada por los demás: Sánchez Bravo, alias Hidalgo, García Sanz, alias Pito, y compañeros mártires. Lo del martirio nada tiene que ver aquí con el santoral, sino con el calvario de las torturas de la policía franquista y su elemento más representativo, el sádico Sánchez Pacheco, llamado Billy el Niño. Pacheco era el discípulo predilecto de otro salvaje, Roberto Conesa especializado en infiltrar grupos de izquierda.

Nota personal: en la actualidad Manuel Blanco Chivite, condenado a  muerte en el mismo proceso, e indultado, está vetado por PODEMOS y PABLO IGLESIAS para debatir sobre aquellos sucesos, según denuncia el periodista e inspirador  intelectual de algunos atentados. 

De lo que se trataba en aquellos momento que, con dudas más con gallardía afrontaron abogados como Paca Sauquillo, Fernando Salas,  Folguera,  Pilar Fernández  y   Ventura Pérez Mariño entre otros, no era la licitud o el carácter político de los asesinatos y desviaciones del M-L, sino la abominación  de la pena de muerte, la barbarie de la Jurisdicción Militar  y la denuncia de la tortura. De aquella torrentera de sacrificios, tactismo infame y traiciones hoy solo sobrevive en el plano político Manuela Carmena. En la página 189 de El año que murió Franco, el reportero sagaz y trabajador escribe: “a la hora de conseguir defensor para su hijo (Sánchez Bravo, hijo de Erundina Sollas) Salas y Carvajal  han tropezado con el cerrado boicot de la organización de abogados del PCE que encabezan  Manuela Carmena y José Luis Núñez. Fiel a su estrategia de descalificar todo lo situado a su izquierda y preocupado por la identificación policial del M-L con sus propias siglas, el PCE ha declarado desestabilizadora la violencia del FRAP, distribuyendo entre su gente la consigna de mantenerse al margen”. Esa obediencia la encarnó mejor que nadie Cristina Almeida: “personalmente estaría dispuesta a defenderlos; pero políticamente no puedo hacerlo”. Estén tranquilos pues, (opinión personal) quienes piensan en Manola Carmena como elemento desestabilizador de esta democracia putrefacta. Manola Carmena es obediente y disciplinada.

Un reportaje colosal
Por ponerle alguna pega a este colosal reportaje, un Pedro Jota iniciático, cae en el descuido  gramatical de Umbral cuando tituló  La noche que llegué al café Gijón, en vez de La noche en que llegué al café Gijón. Pero ante la insistencia de este texto testimonial, en retratar la naturaleza cruenta del Régimen agonizante, poco importan nimiedades de bachilleres.  40 años habían pasado desde la Victoria, se consumía el General y conservaba su ferocidad represiva. La “escalada revolucionaria” de grupos ideológicamente incendiarios, como el  FRAP y el GRAPO,   infiltrados por la policía a los más altos niveles  no consiguió la revolución.  El fusilamiento de Humberto Baena, Jose Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y los de José Angel Otaegui y Juan Paredes Manot estos de ETA, motivó una serie de atentados en cadena por parte del PCE (r) GRAPO  sucesor del FRAP y los gudaris vascos. El  saldo mortal fue el  siguiente: un cocinero de la Policía Armada y tres policías más en Madrid; tres guardias civiles en las cercanías de Aránzazu, y la muerte del etarra  Luis Echanove en Mondragón  a manos  de un nebuloso grupo antiterrorista. Por otra parte, un tiroteo equivocado entre Guardias Civiles y Policía Armada en Barcelona acabó con la vida de dos guardias y tres ciudadanos  que pasaban por allí. 

Sadismo policial, torturas e infiltración
El GRAPO continuó su actividad terrorista después de la muerte de Franco y su dirección fue exterminada. En abril de 1979, Juan Carlos Delgado de Codex fue abatido de un disparo a larga distancia junto al metro de Lavapiés; en agosto de 1980, Abelardo Collazo Araujo murió por los disparos de cuatro inspectores de la Brigada de Información; el camarada Arenas, Manuel Pérez Martínez, liberado en 1984 tras seis años de prisión,  se perdió en el inmenso mundo; Enrique Cerdán Calixto cayó acribillado en Barcelona con una metralleta en las manos. El quinto miembro de la dirección del PCE (r) y principal impulsor del Grapo en 1975, Pío Moa, sobrevivió al exterminio. Ya en los asesinatos de revancha, ley del Talión ojo por ojo, tras los fusilamientos de Hoyo de Manzanares, había manifestado sus escrúpulos de conciencia. Hoy, arrepentido de sus antiguas dudas y maldades, es un escritor de éxito muy solicitado por distintos medios de comunicación.
Pedro Jota inicia el rastreo de aquel año de violencia extrema en un restaurante de la calle Artistas, casi esquina a Bravo Murillo; La Milagrosa no era centro  de reunión de revolucionarios, aunque en él se conocieran José Luis Sánchez Bravo, el intelectual, y Ramón García Sanz, el hospiciano solitario. Era un restaurante cutre para impecunes -obreros o estudiantes- que se repartían entre dos o tres, solidariamente, el escuálido menú, por el precio de uno. Y concluye en una playa nudista de Galicia con  la viuda de Hidalgo, tratando de entender y rehacer su historia.

 En este sentido me atrevo a afirmar que El año que murió Franco es la máxima aportación para una radiografía del franquismo sanguinario, y  posiblemente, el mejor libro de Pedro Jota.  Afirmar esto puede ser una temeridad cuando Pedro Jota lleva varios libros publicados de historia y pensamiento político. Es, por lo menos, el libro que descubre a un periodista precoz, un reportero que maneja cientos de fuentes orales y escritas. Y que siguió indagando en el futuro atroz de familiares y amigos de los fusilados. Otra tremenda clandestinidad para librarse de apellidos y conductas malditas, que incluyen posteriores suicidios y desesperaciones. Y confesiones y retractaciones. 

La verdad de Silvia
Hidalgo le pidió a su mujer Silvia Carretero,  activa militante del FRAP y colaboradora de su marido, que educara al hijo en el marxismo-leninismo y le contara la verdad. Silvia, la mítica Andrea,  no educó a su hija en el marxismo-leninismo; se hizo funcionaria del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid. Pero sí le contó la verdad:
“Mira Luisa, tu padre no murió en un accidente. A tu padre lo fusiló Franco. Le dieron cuatro tiros porque luchó contra la dictadura. Pero era un tío cojonudo. Cuando seas mayor te lo terminaré de explicar. Te lo prometo, mi amor” .
Sánchez Bravo estaba obsesionado porque Silvia creyera que ella había sido la única mujer de su vida y que era inmoral ponerse un bikini en una playa. Quizá por eso Silvia  reaccionaba contra el recuerdo en una playa nudista de Galicia. Es curioso, se me ocurre pensar, cómo la izquierda tiende a reproducir los códigos de la derecha cavernaria que pretende exterminar. Punto final.