miércoles, 20 de enero de 2016

INCESTO Y NAZISMO EN ÚLTIMO LIBRO L.BARRIOS

A propósito de  Yo soy todos los besos que nunca pude darte.

Querido Paco: Espero que al recibo de esta te encuentres bien, yo bien gracias le sean dadas al Señor. Algún achaque de mi provecta senectud que apenas se libra de un atasco cuando   se  mete en un socavón;  y  lo mismo quiebra su esquelatura que vuelca o entorna con estruendo,  arrastrando tras de sí bueyes y carreta.  Las tribulaciones perras a que nos someten estos días el PP y  su Ministerio de Hacienda, queriéndonos condenar al hambre y sin pensión de jubilación, me tienen  turbado y conturbado. Esa es una de las sinrazones que ha retrasado mi respuesta o exégesis de tu magnífico libro: el incierto futuro que la derechona rapaz de este puto y desdichado país  ofrece a los creadores. Alza tu voz contra este latrocinio, que siempre fuiste paladín de  la justicia.

Recibí tu libro que estoy seguro ha de proporcionar tanto placer a quienes lo leyeren como me ha producido a mí.  No te esfuerces en ponderar la favorable  opinión que  sesudos cátedros   y afamados escribidores tienen de Yo soy todos los besos que nunca pude darte. Tú sabes mejor que nadie que es un libro de honda y bella contextura. Y que su solemnidad estilística no le resta llaneza cuando es menester. Y esto es lo que importa; lo demás, balbuceos de bachilleres  sin  diploma ni certificación. Y yo lo sé también; lo ratifico y doy fe ante notario si necesario fuese. Conozco notarios  ilustrados como el de Colmenar Viejo, gran aficionado a la Tauromaquia, don Vicente Madero, que administra mis posesiones hueras, mis haciendas paupérrimas,   mis solares vacíos que, de estar edificados, buenos doblones me darían de renta. Quizá es esto lo que quieren quitarme los cabrones afanadores de modestos sueldos, mientras protegen a los mayores ladrones del reino.

 Sigo tu obra, más  coherente y trabada de lo que algunos creen, desde tu primera novela: Dicen que Ramón Ardales ha pasado el Rubicón. Dejemos en sus cavilaciones a quiénes continúan indagando  quién sea el tal Ramón Ardales y que Rubicón cruzara, si es que alguno cruzó. He vuelto estos dias a tu vida y a la vida de muchos de nosotros en ocasión del reordenamiento y trabazón de mis memorias teatrales ampulosamente tituladas, y no sin razón, Una vida de teatro. Ahí estas tú, y con insolente autoridad, como inventor del teatro electromagnético en  las tumultuosas noches de Lady Pepa.  Tú vida es una vida con más aventura que desventura. Y ahí, en tu vida, está tu gran novela por escribir. Será difícil que superes esta ópera magna que tengo entre mis manos, mientras no escribas el relato de tu azarosa y afortunada vida.

Pienso que eres el mejor prosista  de la Bética. Y, como dicen en mi aldea de Palencia,  eso es bueno o “asegún”.  Andalucía no vive en estos momentos un Siglo de Oro de novelistas y poetas. Pero en términos absolutos, después de este texto, nadie te quitará la hegemonía. De las dos piezas de tu libro,  Cubanito me gusta por su estructura lineal, es un relato que fluye  con gran vigor narrativo al estilo de un magnífico reportaje de periodista de raza, como aquel de los náufragos de García Márquez. El protagonista  de Soy todos los besos que no pude darte, es un personaje   maldito y, a la vez, feliz, que es la más terrible forma de  malditismo. Es de la estirpe de los antihérores de Dostoievsky y Camus,  los novelistas en los que, desde mi infancia seminarística, me he quedado anclado. En el seminario estaban prohibidos, lo cual añadía al gozo de su lectura una  higiénica conciencia de transgresión.  

 Pese a su sexualidad  libertaria y celeste del incesto  advierto a veces, en el Acusado, si no conciencia de pecado, sí la necesidad de una justificación, lo cual explicaría el afán discursivo y ensayístico de la cultísima y eruditísima segunda parte, a partir de la epístola explicativa y exculpatoria.  Soy un aldeano y ese desborde me abruma un poco, aunque acabe por descubrir en él la naturaleza nazi de esas perversiones. El núcleo magnífico de todo es, sin lugar a dudas, Amor de madre y en no menor medida, La piedra y el general.  Soy todos  los besos …. sale triunfante  de las trampas de un relato fragmentario, cosidas sus distintas partes por la técnica narrativa y el dominio del idioma. Páginas “con vocación de estilo”; por eso me sorprende algún descuido y desliz por la pendiente de los tópicos, como por ejemplo, la herida “no revestía gravedad” y alguna adjetivación de carácter cotidiano y doméstico. Nimiedades.

 En ocasiones tiene la arquitectura de una sinfonía y otras hace un solo de seguidilla o solea; o de cantes sin guitarra que todavía me emocionan más por su grandeza desnuda y sin filigranas. Filigranas tiene en ocasiones esta   prosa, pero filigranas de buena ley. Y su posible barroquismo ocasional no es ornamento, sino esencia y naturaleza. En resumidas cuentas, admirado amigo, un placer haberte vuelto a encontrar en lo más puro de tu condición de escritor. No  es necesario que recompenses estas palabras, tendencia  que siempre está en tu naturaleza generosa, porque estas palabras no son elogios, sino simple justicia y movimiento del espíritu. Me basta con tu amistad, tantas veces demostrada, y nuevos libros.

Que el destino te dé la gloria que mereces y a mí la salud que me falta. Por lo demás y como siempre, SALUD Y LIBERTAD

 

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