Gustavo Pérez Puig. La escuela cínica de un teatrista.
Con frecuencia en este país
llamado España tendemos a confundir la
velocidad con el tocino y la gimnasia con la magnesia. ¡Que país,
Miquelarena!! ¡Qué paisaje y qué
paisanaje! Con ocasión de un cordial intercambio de tuits con el actor Joaquín
Kremer ha saltado a la palestra el recuerdo de
Gustavo Pérez Puig , In memoriam, director del Teatro Español entre
otros méritos de su dilatada carrera en televisión y teatro. Parece ser que entre
los pecados imperdonables de Gustavo,
algunos le atribuyen complicidades con el franquismo. Algo parecido se dijo de don José Tamayo que había
formado parte del llamado bando nacional. Tamayo trajo al Bellas Artes el mejor
teatro que se hacía en Europa y con eso y con la difusión por el mundo de la
antología de la zarzuela, que gustaba mucho a Franco, la censura mostraba hacía
él indiscutible tolerancia. Me confesó que él se atenía a los censores el dia
del estreno y que, incluso ese dia, no
era imposible llegar a acuerdos con ellos.
De Gustavo Pérez Puig recuerdo su
despedida del Teatro Español, ingeniosa, brillante, valiente al dar la
bienvenida a Mario Gas. Vino a decir más o menos que era un relevo normal y
político. Y que cuando su amigo Adolfo Suárez alcanzó la presidencia del
gobierno le llamó y le pregunto qué quieres, pídemelo. Y Perez Puig contestó
que quería la dirección del Teatro Español. ¨Mi nombramiento fue político, como
político es el de mi sucesor Mario Gas¨´.
De Gustavo Pérez Puig, con quien
nunca fui compasivo en mis críticas, guardo buenos recursos. Su recuperación
del absurdo de Miguel Mihura en el 53 con Tres sombreros de copa. En
otro aspecto, su encuentro con Sastre en las calles de Donosti, una noche en la
que él y su mujer Mara Recatero acababan de ganar cinco millones de pesetas en
el Casino de Biarritz. Camino del hotel, Reina Cristina se encontraron con
Alfonso y Eva Forest a quienes mostró una bolsa de mano llevaba aquel dineral. ¨´Estás loco, pueden robarte¨´ le
advirtió Alfonso Sastre. A lo cual Gustavo respondió. ¨Aquí pueden pegarme un tiro en
la nuca tus amigos de ETA, pero no creo vayan a robarme¨. Siempre mantuvo
el fervor por su amigo, Alfonso Sastre
de quien estrenó Escuadra hacia la muerte. Ambos acompañaron la soledad
de Jardiel Poncela en sus últimos dias y, como Alfonso, estaba convencido de que sin
Jardiel no podía entenderse el teatro español de la segunda mitad del siglo XX.
Guardo un recuerdo divertidísimo de Gustavo cuando me invitó a presentar un
libro sobre Buero Vallejo, de cuyo teatro siempre fue portaestandarte. Se preguntarán ustedes porqué he invitado a mi
casa, al Teatro Español que dirijo, a Javier Villán. Es muy sencillo. Porque
será la única ocasión que, al tratarse de Buero Vallejo, no me ponga a mí a parir.¨ Y don Antonio no tuvo más remedio que sonreir.