La otra Carmen Laforet
No me cuesta trabajo reconocer en
el libro PUNTOS DE VISTA DE UNA MUJER, de ediciones Destino, la dimensión
narrativa y humana de Carmen Laforet,
una persona a la que, los últimos meses de su vida, tuve el privilegio
de tratar en casa de su hija Cristina Cerezales y el marido de ésta Toni
Custodio, artista impresor, editor de libros que son verdaderas obras de
arte. Cristina iba para pintora, pero
como Rafael Alberti derivó fatal
y gozosamente a la escritura. Su obra narrativa también está recogida en
Destino. Inevitable traer a colación los versos de Rafael en su libro A la pintura,
¨´ el dolor enterrado de
enterrar el dolor
De nacer un poeta por morirse un
pintor¨
Carmen Laforet no escribía
hacía tiempo y el miedo al folio en
blanco se había convertido en parte de su personalidad clausurada.
Agustín Cerezales Laforet, también narrador y novelista, maestro
del relato breve, creo que ha estudiado algo de esto.
Para quienes conozcan a fondo la
obra de Carmen Laforet, jovencísima ganadora del primer Nadal, en
1944 y posterior y brillante autora de La isla y los demonios o La
mujer nueva hallarán en Puntos de vista de una mujer muchas de las claves de su literatura: el
mundo está ahí para ser contado. Todo lo cotidiano y doméstico es susceptible
de ser contado, elevando su rango a verdadera categoría. Feminismo hondo,
afirmación constante de la naturaleza femenina, sin propuestas doctrinarias ni
declaraciones de principios. El amor y sus claroscuros, la maternidad y sus
exigencias, el ansia de una libertad,
siempre anhelada y siempre precaria. La libertad no como objetivo, tan
difícil para la mujer, sino como vivencia
y ejercicio diario.
Reflexiono sobre aquellos
momentos fugaces en la casa de Pozuelo cuando
Cristina y yo íbamos a emprender el Camino, la Vía Láctea desde Palencia por lo
menos hasta las montañas de los Ancares,
y le dije que estaba aprendiendo alemán para leer a Rilke sin las
traiciones de una traducción. Y sonrió. Cristina y yo hicimos el viaje, uno de
los más fecundos de mi vida, pues
Cristina tiene el don de enriquecer lo que toca. Hoy con este
libro admirable en las manos Puntos de vista de una mujer y su declarada
pasión por Reiner María Rilke y el radical feminismo del autor de Elegías
del Duino, puedo evocar y entender aquellos momentos y aquella sonrisa y
de aquella tarde. Creo que no volví a verla. Fue una conversación
truncada que retomo ahora, con toda naturalidad, a través de Puntos de vista
de una mujer.
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