sábado, 31 de octubre de 2020

 

 Javier Reverte, grande del periodismo. Adios urgente

Ha muerto Javier Reverte, una vida plena, que como Pablo Neruda podía decir “confieso que he vivido”. Su último libro, una trilogía sobre la guerra del 36 y Modesto, como antítesis del Campesino y de Líster, aún tiembla en mis manos por la relectura constante.  La brutalidad de la represión franquista, el retrato descarnado y sangriento de Cañero y del Algabeño, rejoneadores que alanceaban rojos a campo abierto. No es solo un escritor de viajes, con ser eso mucho, es poeta y novelista y como tal, reconocido por premios importantes. Con él viví, bebí, conspiré. Y escribí, dibujado por Celedonio Perellón, un libro divertido y hoy agotado; El libro del mus, para demostrar que, aunque habíamos quedado los últimos en un campeonato de 28  parejas, éramos grandes jugadores. Lo siento amigo, el último órdago lo has perdido: esta vez la cosa no iba de farol.

Fue corresponsal del diario  Pueblo en Londres y en Paris, creo recordar, y en la capital francesa se convirtió en el altavoz de Santiago Carrillo y en cierta medida su portavoz. Era el Pueblo de Emilio Romero oportunista y abierto que daba mucho juego a los comunistas en un periódico que avizoraba ya horizontes democráticos. Su libro más conocido, Trilogía de África, le consagró como el mejor escritor de viajes, título que no le importaba compartir con su amigo Manu Leguineche. Y en el cual narra cómo capturados por soldados y piratas sin escrúpulos, le salvó su simpatía y su don de gentes. Para mí, la novela Lord Paco, también es digna de recordación. Su narrativa se asienta fundamentalmente en el vigor del verbo y no en la exactitud de la adjetivación, elemento estilístico sobre el que discutíamos siempre y seguimos debatiendo hasta la última vez que hablamos por teléfono hace pocos meses. Se va un gran escritor, un escritor incontinente y prolífico; un luchador por la democracia en tiempos difíciles;  un viajero que no dejó de pisar ninguna parte del mundo, desde el Nilo hasta el Amazonas, donde contrajo unas fiebres que a punto estuvieron de acabar con su vida. Hasta luego, hermano.

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