domingo, 20 de noviembre de 2016

OIDO COCINA


Oido cocina.

Esto de la crítica y el papel es un poco aleatorio. Te pilla un fin de semana torcido por la futbolmanía de los mercenarios  y te jode todos los inventos. Hasta desvergonzadas y cultas habitantes de la redes se desvergüenzan  más y quieren asesinar a los ídolos del Real Madrid que vapulearon al Atlhético, antes Atlhético Aviación cuando después de la guerra en el Metropolitano. La crítica de La Cocina requiere un ejercicio demorado de exégesis y meditación. Es una obra de gran aparataje escénico con muchas cargas de profundidad. Ví a Roberto Álvarez exacto y contundente  en el gesto; a una bella y sofisticada Silvia Abascal, a Javivi Gil  en un bondadoso pastelero con mucha retranca y mala leche. Peter (Xabier Murúa) el iracundo cocinero alemán y cornudo. Me colocaron  cerca de donde ocurría lo más principal: Anne (Carmen del Valle) especialista en preparar postres y café y, como dice uno de los  personajes, especialista en “ponernos cachondos  a todos”. Prodigios actorales, gesto vacío al que llenar de contenido con absoluta precisión.

Haciendo pasarela a favor de Los Gondra,  la magnífica Sonsoles Benedicto, acompañada de su marido Antonio Medina. Sonsoles es uno de los puntales del reparto femenino. En realidad, todas las féminas son puntales de Los Gondra. Sobre el reparto masculino, hablaré en el próximo post, que ya va siendo hora.

Mujeres de agua.

Un imprevisto suceso me trae a la memoria un poema  mio escrito en 1966 y publicado en 1980 por La Banda de Moebius; total desnudez, mujer de agua, memoria del agua: Nocturno amor y mar.   Barcelona cerca del Jamboree Jazz. A modo de anticipo, del que considero uno de mis libros favoritos, sólo unos versos: “es de agua tu cuerpo/ de agua curva la tibia oscilación del pubis/ y hondos ríos tus manos/ mujer nocturna y  ávida”. (Barcelona 1966). El agua no tiene edad. Ni el mar. Hace siglos, según Vicente Aleixandre, el mar aun “ignoraba si nacería  niño o niña”.

 

El Miguel Mihura.

Lo han ganado todas las grandes y llegará un dia que nadie será verdaderamente grande si no ha ganado el Miguel Mihura. “No hay prisa, me decía el otro dia una actriz ya famosa y  con más futuro que pasado: “tengo 26 años”. De acuerdo, pero los 26, serán un dia 27, y otro dia 28; cambiarán los gustos, las posibilidades de un papel adecuado. Y quién sabe si la supervivencia del Premio, que ha estado desaparecido 10 años.   A quien no le importa nada es a Sonsoles Benedicto, feliz con sus “cuatro papeles, cuatro” en Los Gondra.

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