Hay que preguntarse, como aficionados
y como españoles, qué hubiera pasado en
España si los franceses se hubieran quedado en ella. De entrada un pueblo
heroico influido por curas trabucaires y defensor del Rey Felón no es mucho de fiar; pero, al fin y al
cabo, Fernando VII era su rey. De
salida, Carlos IV y Godoy habían
prohibido las corridas que fueron restablecidas por el francés José Bonaparte. A este se debe no solo
el levantamiento del interdicto, sino la actual organización de la fiesta;
tendidos, papeletas de entrada y buena parte del aparato burocrático. Era buen
político el vilipendiado rey José, tildado de borracho por la plebe patriota, Pepe Botella. Y parece o eso dicen
algunos historiadores que el hermano de Napoleón
era abstemio. lo incontestable son los fusilamientos del 2 de mayo y ahí está el cuadro de Goya.
José Bonaparte
daba corridas en Madrid para congraciarse con los taurinos españoles; y estos,
antes muertos que sencillos, apiolaban a los toreros afrancesados o, en su
defecto, les echaban encima a la guerrilla. Los toreros afrancesados tenían que
ser protegidos de las iras populares por
el ejército napoleónico. Los españoles y más los aficionados a los toros, somos
gente muy rara. La corrida goyesca es un simulacro de cómo debieron de ser los
festejos en tiempos de Goya, sobre todo respecto al atuendo de los toreros. En
Ronda tiene gran tradición y en Madrid es de instauración democrática como
celebración del dia de la Comunidad.
Antonio Chenel
se negaba a “vestirse de adefesio”, según propia expresión, y no recuerdo si
llegó a torear alguna vez una goyesca. A lo lejos veo a la señorita Gaviria en un tendido, muy familiarizada
con el vestido de torear, gracias a la exposición que prepara Maite Túrrez, Diálogo con el vestido de torear.
Un dia le preguntaré si hubiera enamorado igual a la cámara de Maite
Túrrez, acariciando este vestido que acariciando el precioso sangre de toro,
que le prestó el riojano para la ocasión. La señorita Gaviria es una modelo
ocasional, o sea sin pasarela y Diálogo
con el vestido de torear va a ser la sensación de la isidrada. Se lo merece
Carlos Abella, por la fe que ha puesto en ella. Y en los cuadros de las polacas, Malgorzata Zak y Joanna. Con el gerente de
Asuntos Taurinos veré un dia de estos la magna muestra sobre Joselito y Belmonte. Un gran acierto para empezar los sanisdros.
Diego Urdiales
no estuvo bien en ninguno de sus toros, aunque diera la vuelta al ruedo, con
el temperamental primero. Y no estuvo bien Antonio Ferrera; y tampoco el mexicano Arturo Saldivar. Pero de ello no tuvo la culpa el vestido, sino
el genio complicado de los toros de los Lozano, mansos y duros.
El vestido no influye. Los trajes de ayer eran todos preciosos y ningún matador estuvo
en su sitio ni en los terrenos; difícil
es entenderse con el viento; y con el viento y el toro a la vez, mucho más. No sé cómo se sentirán los mexicanos vestidos
de goyesco, de adefesios, que decía Antoñete. Pero a cualquier español todo lo que
atañe a Goya le resulta familiar. Cualquiera de los actores y actrices de Goya-Cifuentes,
en Teatro del Arte, estaría feliz de
estar en estos trajes, en vez de salir en bolas o vestidos con harapos por
falta de presupuesto. Mejor Cifuentes,
la duquesa de Alba, las majas, los curas y el sordo genial de Fuendetodos, don Francisco el de los toros, que
todas las goyescas juntas.
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