A mí lo que más me gusta es que me hagan fotos en la Puerta del Principe de la Maestranza y en la calle Mayor de Palencia; o en su defecto en la Fundación Caneja. Y si es junto a los mandamases de las autoridades, mejor. Me encantan las fotos con las autoridades. Este año las fotos de la Puerta del Príncipe, la Capilla Sixtina del toreo, han sido imposibles. Domingo de Resurrección, con miuras y un mano a mano incomprensible y la tormenta de agua, no merecía la pena; y las siguientes corridas tampoco. En cambio me han hecho fotos a mogollón en la Fundación Caneja, Capilla Sixtina de un gran pintor, donde El Norte de Castilla y Carlos F. Aganzo me invitaron a echar versos. "¿Vienes a echar versos, me dicen mis hermanos Elisa y Aurelio?". Voy a echar versos en las Jornadas de Poesía y el Norte me trata como a una estrella. Es lo que más gusta a mi hermana Elisa, las fotos. Coge el periódico, recorta y guarda los retratos; lo que digan los magnífico textos de Fernando Caballero le da lo mismo: ni los lee porque, según dice, "a mí me estorba los negro"; o sea, le estorban las letras. Luego nos vamos a Carrión, donde nació el Marques de Santillana y el Rabí Don Sem Tob, que trae de cabeza a Chuco Varona porque el rabí le ha quitado el nombre de la calle de su farmacia, que antes se llamaba Héroes del Alcazár. Chuco se presenta en la lectura de poemas con Paquito y Josefina, los de Damián, que jubilados descansan en Alicante, y media docena de huevos !manda, güevos!, que decía el otro. No son para tirármelos, en caso de que no les gusten mis versos. Son los huevos de las ocas de Miguelín. Paquito y Josefina han venido a escuchar mis versos, pero no irán a las Ventas estos Sanisidros. Pues a la mierda las Ventas; lo que merecía la pena eran las meriendas que se traían desde Palencia los grandes artífices del Damián. Sin meriendas, sin las tortillas y las exquisiteces de Josefina a la salida del festejo, a las Ventas que vaya San Isidro.
En Carrión de los Condes, Julia, la señá Julia, mi prima y más prima de Ana que mia, me ha preparado queso, un lomo y frutos de la huerta, de la herrén. Y cangrejos guisados de una forma tan especial que me recuerdan a mi madre, la señá Rosario, aunque no les llegan claro. Esta vez a la señá Julia le han salido más suaves, le faltan un poco de picante. Pero superiores; el lomo aún no lo he catado, mano de santa seguro, como la tenía su madre la señá Teodora. Para los dulces, mi prima Juli, nada tiene que envidiar a las monjas clarisas, que están cerca.
Yo creo que a esto vengo a Palencia; por los n
huevos de la ocas de Miguelín que me reserva Chuco, !manda güevos", y por los cangresos de la señá Julia. La poesía, es lo de menos. Yo hallo el máximo lirismo en los cangrejos y en el vino de Cigales. En la Fundación, Carlos Aganzo y Marcelino García Velasco, que hacen mi laudatio, juunto al señor Alcalde, Alfonso Polanco, casi logran convencerme de que soy un gran poeta; poco menos que Iñigo López de Mendoza o Jorge Manrique. Cordialidad a raudales y cierta emoción al ver a la gente, mi gente, en el patio de butacas, al sentir el latido del recuerdo de Caneja. Paso lista claro, desde el escenario: Rafael del Valle, el director; Heliodoro Gallego, ex alcalde socialista, Isabel Rodríguez ex teniente Alcalde con Heliodoro, aficionados/as de toros, los Plaza, a los que solo veía por las ferias de España; y ahora vienen a escuchar versos. Progresa mucho el taurinismo. Actores jóvenes de un teatro emergente; Sari Fernandez Nieto, Ayuso y Julián Alonso poetas.....El gran pintor Felix de la Vega. Tanto como los cangresjos de la señá Julia, de Carrión y los huevos de las ocas de Miguelín, me gusta el cuadro que ha regalado a Ana, Las brujas condenadas, una vieja obsesión sobre la que Ana venía echando cuentas a ver si le daba el talonario. Felix ha resuelto la cuestión: "el cuadro es tuyo desde hace varios años, nunca he querido venderlo". Para corresponder a esa generosidad, a Felix de la Vega lo invitamos al dia siguiente a desayunar en el Castilla Vieja; hay que tener un detalle y corresponder a esa magnanimidad. Un dia con más tiempo hablaré de esta inquisición, de estas brujas con sambenito.
Y el presidente de la Diputación José María Hernández y la concejala de Cultura y diputada, Carmen Fernández. Y Antonio Piedra, director de la Fundación Jorge Guillén que calla y urde algo. Piedra me publicó uno de los libros más complicados, Memorial de insomnios, fantasmas de hospitales y dolores que dediqué a Pepe Hierro: "que cosas, Pepe Hierro, los hospitales". En ese libro están, posiblemente, las raices de Aquelarre de sombras, Premio de la Crítica de Castilla y Leon, libro que Aganzo insiste en proclamar como el mejor de los mios y acaso tenga razón.
En la cena protocolaria y distendida, sin políticas, aunque también,el presidente de la Diputación me pregunta sobre el derrumbe de la Casa de Caneja de Pozo de Urama; del derrumbre no sé mucho; sólo sé que la propietaria es Finita Betegón, heredera de las tierras de Pozo de Urama y que quien rompe, o deja romper, tiene derecho a los cascos. Me preocupa, más que la casa blasonada y señorial , el funcionamiento de la Fundación y el destino del poco personal que cubre sus servicios; noto preocupado a Rubén y a los demás por un ere que los amenaza, asesino como casi todos todos los eres.
Al socaire de El Encuentro, una exclente obra de teatro sobre la conspiración de Suárez y de Carrillo en casa de Armero, salta la política. Carlos Frernández Aganzo es suarista, yo no soy carrillista. No le quitaré méritos al astuto comunista, socialdemócrata, estalinista etc....Pero Carrillo era un malvado; y de eso pueden hablar mucha gente del PCE o, mejor dicho, ya no pueden. Grimau, un suponer. Calos Fernández Aganzo es poeta y, como director de El Norte de Castilla, sabe de política; pero es muy joven para conocer el funcionamiento interno de algunos partidos y sus secretarios generales. Poco a poco se me despierta mi vena de narrador oral un poco aventurero. No invento nada pero, naturalmente, me adorno como los toreros de arte. La cena concluye ya de madrugada. Podía haber seguido horas hasta convertirse en desayuno, que es el desenlace glorioso de toda cita nocturna, pero los restaurantes tiene su horario. Incluso en ciudad tan apacible como Palencia.
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