No es que sea exactamente igual el asessinato a tiros de la presidenta del PP leonés que la devastación del Macbez de Cavestany y Lima en una hipotética Xunta de Galicia para acceder al poder; pero da que pensar sobre ciertas ráfagas premonitorias del teatro. Cuando leí que la presidenta del PP, señora Carrasco y expresidenta de la Diputación, creo, había sido muerta a tiros en plan Chicago años 30, se me pusieron los pelos shakesperianamente como escarpias. Para colmo, me encontré a toda la tribu deconselleiros traidores, de asesinos tan peores o más que el Macbeth genuino en la Taberna del Gijón de la calle Almirante. No estaban ufanos de la sombría profecía de su adaptación. Pero sí parecían preguntarse y preguntarme: "y ahora ¿qué?". Javier Gutiérrez, que para siempre asesinó el sueño - mi frase preferida de toda la historia teatral para metaforizar el insomnio-tenía tras de´sí el fantasma de Banquo; Carmen Machi , la jefa, trataba de quitarse la sangre de las manos ante el estupor de los camareros y una chica, casi una niña, cuyo nombre lamento no recordar, estaba feliz por el triunfo de Fandiño del que su padre es mozoespás o ayuda. Andrés Lima razonaba la necesidad de un acercamiento entre críticos y creadores. De momento, me invitaron a dos vinos, dos, de verdejo de Rueda, que es una de las pocas pasiones que me van quedando. No es mal comienzo para esa aproximación
Salía yo de ver Mejor historia que la nuestra en el vestíbulo del Teatro Lara, la mítica bombonera donde, en tiempos los domingos, después de la misa de doce, los poetas de Conrado Blanco decían versos. Mejor historia que la nuestra es una `pieza que no deben perderse los amantes del teatro desnudo; sencilla, sentimental, un poco triste pero con humor y muy bien interpretada: Chema Muñoz, Mamen Camacho, Antonio de Cos y Paloma Zavala. Además, al terminar, pude poner rostro a Verónica, Petalo de Sal, uno de los perfiles o avatar o lo que sea, más sugerentes y más teatrero, del teatro alternativo, belicoso y activo, de tuiter. Un placer
Antes había visto en el Fernán Gómez recreación de La Casa de Bernarda sin trucos ni engaños. Está Federico, pero Adela no pretende, según la autora y directora, Rosel Murillo Lechuga no pretende enmendarle la plana a García Lorca. Luis Torres, del Centro Cultural, que cuida la sala 2 como a las niñas de sus ojos, ha apostado fuerte. Adela es una gran aventura, es el eje de toda la función, una figura apasionada y reivindicativa, que gozaba de los revolcones con Pepe el Romano en la cuadra y es una desgraciada, víctima de un Pepe el Romano cotidiano, vulgar y machista. Por primera vez, que yo sepa, vemos a Pepe el Romano corporeizado en escena: un mito, una ensoñación sexual y garañona que se nos viene abajo. Es la vida. Es el teatro; brillante espectáculo de gente brillante todavía en agraz; pero arriesgada y valiente; Lucía Astigarraga, es una fiera enamorada, una gata que saca constantemente las uñas. Y araña. Victor Algra es el poderío macho, la incertidumbre amorosa, un arribista follador: un ser cotidiano. La química entre los dos hace que salten chispas. No tantas como entre Javier Gutiérrez y Carmen Machi en Macbez, pero chispas de verdad y truenos y relámpagos
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