sábado, 8 de febrero de 2014

CAFE DE GIJÓN: ARRABAL, PEREZ DE LA FUENTE Y EL FANTASMA DE LA VALDÉS

Acaso  porque dicen que el disoluto de juventud y de recuerdos siempre vuelve al lugar de sus fechorías,  o por un intento vano de recuperar  tiempos idos, vuelvo estos dias al Café de Gijón. Cuando no encuentro viejos amigos me hallo con sus fantasmas;  y si tampoco, dialogo con los espejos. En realidad mi libro Cafe sin leche,  que sacará muy próximamente la editorial Almuzara, me lo han  dictado los espejos. En la mesa del ventanal,  Alvaro Luna, por mejor nombre el Algarrobo,  de Curro Jiménez, Manuel Cervino, memorable por tantas cosas y en especial por El crimen de Cuenca,  de la memorable Pilar Miró; José Lucas, en plan patriarca con muchos saberes sobre su talento de pintor. La mesa del ventanal, acaso la más famosa del Café, es  la primera a la derecha y la más próxima al rincon  de Alfonso,  cerillero y anarquista, como reza la placa que colocó allí Pérez Reverte. En realidad en ese rincón se hacía cualquier cosa, menos rezar, pero asi se dice de  las inscripciones. Melancolía de lluvia tras los cristales; no está Manuel Alejandre, "hermano" de Cervino y de el Algarrobo, los tres últimos grandes de la farándula en el Café. Era también la mesa de Manuel Vicent,  la de Clemente Auger, que han desertado, me parece. Y la de Tito Fernández, y Manolito Vidal, que desertaron de la vida. Y la de Pepe Diaz en las nebulosas de un geriátrico

Despues de la entrevista de la bella Elena, no la de Troya, aunque bien pudiera, sino la del Plus de Manolo Molés, recalo en la mesa de Jesus de la Torre, Joaquín Pacheco, Soto Mesa, Agustín de Celis, de los últimos fieles al Café.  Pacheco y De la Torre hace tiempo que quedaron huérfanos de Caneja. Y Jesús de la Torre, además, huérfano de Maria Zambrano y de Julio Cortazar, y de Antonio Ordóñez, por citar solo algunas eminencias del universo amical de este pintor  enamorado de Ronda, la de los toreros machos. Con Joaquín Pacheco hablo de José Ruibal, huésped suyo en París, uno de los mejores de una generación maldita de dramaturgos españoles. Hablo también de otras  cosas relacionadas con la Prensa del Movimiento,  pero si las cuento destriparé un libro bastante sorpresivo y que aspiro a que se venda mucho.  Si además de soresivo es irritante, mejor.

En este diario aparecen con frecuencia pintores y, con más frecuencia, gente de la farándula. Siempe estuve más cómodo entre pintores que me quitaron mis hambres y mis friós  de un Madrid inhóspito, predemocrático y pícaro, que entre poetas aburridos y egolátricos, menos  cuando de la poesía hacíamos gamberrismo y algún que otro Cadáver Exquisito. Y mucho mejor que entre periodistas, tribu poco de fiar de la que siempre me sentí ajeno. Los farandules  me quitaraon otras hambres, las intelectuales del teatro, y nutrieron mi sentimentalidad escénca con hospedaje en sus camerinos. He visto entre cajas y bien acompañado mucho teatro.

De los buenos directores del momento teatral español, Juan Carlos Pérez de la Fuente ha pillado de nuevo la onda y su momento. En apenas 15 dias estrena un nuevo Arrabal,  Dalí versus Picasso,  y un Amestoy Dionisio Ridruejo, una pasión española, en el Cdn y en el Español. Ello ayudará a Pérez de la Fuente a reconciliase con los teatros institucionales  que, después de dejar la dirección del María Guerrero, no le hacían ni puto caso. Y eso era injusto, pues en el María Guerrero abrió las puertas a muchos sin pedirles carnet ideológico ni juramento de principios; solo acreditaciones de buen teatro. Fue el director fetiche de Arrabal, mientras la actriz fetiche para él era María Jesus Valdes. El fetiche se le rompió un dia, después de la grandiosa interpretación de la Valdés en Carta a la madre. Como un martirio chino. Solo el diablo y yo sabemos el calvario de María Jesús Valdés con esta ruptura. Es fama  que Pérez de la Fuente deja el escenario lleno de cadáveres y que le resulta difícil mantener equipos que, por otra parte, a lo mejor dejan de interesar a su canibalismo teatral y no necesita renovar. Pero es una realidad que es un gran director de actores, aunque los mate o los suicide. Una de las mejores montajes que mucha gente del teatro de Alfonso Sastre no dejará de agradecer, ya en la empresa privada, fue Ulalume que, modestamente, incluido el reparto,  le puse en bandeja con algún viaje a Hondarribia y peregrinaciones a los despachos de la Comunidad de Madrid. La parte técnica y artística fue cosa exclusivamente de él y también es de recordar. Conocida mi admiración y amistad con Alfonso, está claro que yo tampoco lo olvidaré.  Pero de esto y otras aventuras como Que trata de España, también se habla en Cafe sin leche.
Tras el estreno de Ensayando don Juan. de Albert Boadella me llama Ramón Fontseré y Dolors Tuneu.  Fontseré dirigió con buen tino, Que trata de España, un gran esfuerzo integrador de la idea nacional-pluricultural, en la voz, mayormente, de la considerada por los españolistas la AntiEspaña.  Se recupera ese oratorio gracias a la generosidad de Victoria Vera, Antorrín, David de Loaysa y la voz estrangulada de Blas a quien le robé el título. Luego quisieron robarme la idea, pero yo no soy Blas de Otero, y la puse en pie en quince dias, gracias sobre todo a la ayuda de Marcos de Quinto de Coca-Cola y Miguel Munárriz y Miguel Torres, del teatro Fernán Gómez. Fontseré está en Valladolid con los cervantescos perros  y atento al peregrinaje por Castilla de Que trata de España.  Sé lo que dirá en la rueda de Prensa porque ya lo dijo en Palencia; "aquí estoy en una pedanía de Torre de los Molinos, la aldea más importante del mundo porque en ella nació mi amigo Javier Villán". Y la gente se partirá de risa. Y yo también.  Fontseré es un genio, irrepetible como todos los genios.   




1 comentario:

  1. Dame noticia de ese libro en cuanto puedas. Y si quieres, primicia. Un abrazo.

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