viernes, 10 de julio de 2020

SANTIAGO AMON, USSIA Y UN JESUITA CASPOSO


Recordaba semanas atrás en una charla informal y aleatoria con varios amigos,  cosas de Santiago Amón, un palentino nacido en Baracaldo. Santiago Amón era un genio, literalmente, y el  trato con los genios  nunca  resulta fácil. Quizá fuera porque de su libro de poemas Alba que bala, solo me gustó  el título.  Hace dos o tres semanas se cumplió el vigésimo octavo aniversario de su muerte. Murió en un accidente de helicóptero mientras se dirigía a Aguilar de Campoó, localidad  del norte de Palencia, feudo de su gran amigo Peridis, el dibujante. A su muerte,  la Casa Regional de Palencia en Madrid me encargó la organización de un homenaje al que invité a Alfonso Ussía y al que se sumó, motu proprio, un jesuita  retorcido, primo creo de Amón.  Tras la intervención, emocionada de Ussía, el jesuita tomó la palabra y se preguntó qué hacían juntos en un viaje fuera de ruta, Santiago y Rosa Manzano directora general de transportes, insinuando turbias relaciones entre ambos. Alfonso Ussía se levantó de la mesa presidencial, fulminó al jesuita con la mirada, y abandonó la sala. Ussía ha confesado siempre  que todo lo aprendió de Santiago, no sólo el latín y el griego;  y pone por testigo a San Juan de la Cruz. Yo cumplí con mi obligación de conducir el acto hasta el final, que fue un final gélido dada la evidente hostilidad que había suscitado el jesuita casposo e inquisidor. Nadie recuerda hoy el nombre de ese Torquemada del que, en el  “el vino español” ofrecido por la dirección de la casa de Palencia, todos huían como de un  apestado.

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