jueves, 9 de septiembre de 2021

  

Carmen Laforet. Centenario de la mujer que revolucionó la novela española

 La familia Cerezales Laforet ha depositado el LEGADO Laforet donde corresponde. Tuve el privilegio de tratar de cerca a Carmen Laforet, gracias la amistad con Toni Custodio y Cristina Cerezales que iba para pintora y le pasó lo que a Rafael Alberti; cambió a la literatura. Por el camino de las grullas y los nueve relatos que está construyendo, uno para cada nieto, dan fe de que la traición a la pintura no ha sido infecunda. Alberti cantó su pena en verso memorable,

el dolor enterrado de enterrar el dolor

de nacer un poeta por morirse un pintor

Respecto a Agustin empezó siendo un formidable escritor de relatos breves y sigue siendo un formidable novelista.

Tengo delante una recopilación de artículos publicados en Destino que fue su casa, la casa donde públicó su gran novela ,  ganadora del Premio Nadal  Nada, una joven de 22 años  que cambió el rumbo de la novela española. Por entonces, creo, no estoy seguro Camilo José Cela aún no había publicado La familia de Pascual Duarte.

En esta recopilación de artículos ya están las coordenadas de Carmen Laforet, su estilo literario, sus raíces, su feminismo avanzado y rotundo, pero  sin alardes. Luego vendrían La isla y los demonios , potente narración sin alcanzar a Nada, a mi modesto saber y entender, su relación con la isla donde vivió. Y La mujer nueva, historia de su conversión religiosa.   Carmen Laforet se casó con Manuel Cerezales, el mejor crítico de novela de mediados del siglo XX. Cuando conocí a Carmen Laforet hacía tiempo que esta había dejado de escribir, tenía fobia al folio en blanco, pánico a la escritura.  Para ella fue un gozo que yo no sacara a relucir problemas literarios ni cuestiones de fama, ni nada que se le pareciese. Disipé pronto sus temores mientras Cristina ayudada por Toni Custodio, su marido, preparaba ruta e impedimenta para el Camino de Santiago, con especial atención a los montes Ancares por los que tenía especial predilección. Mi predilección era Tierra de Campos, el gran desierto del que soy oriundo, aunque Torre de los Molinos sea un vergel en una depresión de la llanura al lado del rio Carrión.  Los cuadros blancos de esta época de Cristina son la nieve de los Ancares, su aislamiento, manchada por alguna figura de mujer oscura que apenas se atreve a salir de casa. Había mucha soledad en la pintura de Cristina Cerezales, no soledad personal, sino soledad de las gentes, soledad del campo, soledad de las montañas.

Los amigos y seguidores de Carmen Laforet, teníamos la esperanza de que en este legado se escondiera el milagros de otra novela manuscrita, de algunos relatos inéditos. Pero al parecer no hay nada. Silencio absoluto. El silencio al que siempre aspiró. una mujer extraña y única.

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