jueves, 28 de octubre de 2021

 

Norberto Carrasco; machadiano y bueno. In memoriam

Periodista y aficionado a los toros. Amaba la buena escritura y por eso era amigo y admirador incondicional de Francisco Umbral. Dirigió una revista llamada  Cadena Azul, creo recordar, en la que escritores montaraces y brillantes como Paco Umbral prestaron colaboración remunerada y libre; ¡remunerada y libre! En aquellos tiempos oscuros de la Oprobiosa. Si alguna vez la caja de la revista flaqueaba, retraso subvenciones o falta de publicidad, Norberto Carrasco adelantaba de su bolsillo el importe de las colaboraciones, infrecuente pero cierto, ¡doy fé! Un hombre bueno  en el buen sentido de la palabra. Machadiano y generoso.  Faltó a la cita de Los Remedios en Colmenar Viejo. Pero como yo también falté, no me apercibí de ello. Sólo cuando nuestro amigo común, Emilio Martínez, me informó, ¨´Norberto no ha venido a Colmenar, muy mal debe sentirse para faltar¨´.

A mí me publicaba todas las entrevistas que se me ocurrían, con un consejo muy matizado. ¨´Pregunta, pero no opines, que opine el entrevistado. Gánate su confianza, esa es la clave de  una buena entrevista¨´ Prefería las llamadas ¨´ëntrevistas humanas¨´. De estas recuerdo dos especialmente, el pintor dipsómano y parisino Enrique Navarro que acababa sus noches, o empezaba sus días, depende cómo lo tomemos, en el tablao flamenco Corral de la Morería, jaleando a cantaores, bailaoras y guitarristas a los que inundaba de manzanilla y jamón. Navarro tenía su estudio encima del Café de Gijón como Laxeiro y Pepe Diaz.  Conservo  un retrato al óleo que me hizo en el tiempo que nos duró una botella de vino, hora y media más o menos. Quería retocarlo, perfeccionarlo, pero se lo arrebaté de las manos con la sentencia inapelable de Juan Ramón, ¨no lo toques ya más, que así es la rosa¨.  Enrique Navarro se cotizaba muy caro como retratista y sus cuadros de un romanticismo decadente y afrancesado, a cambio de güisqui, colgaron mucho tiempo en las paredes de Maite Commodore. Conservo un magnífico retrato al óleo, el mejor quizá de los varios que me han hecho, que remató  en el tiempo que nos duró una botella de  crianza Rioja, con una dedicatoria, ¨´a Javier Villán, contra todos¨´

  La otra entrevista que gustó especialmente a Norberto Carrasco, fue una charla con Nicanor Villalta, estupendo torero aragonés en la indigencia,  ídolo de Madrid en tiempos, pobre y arruinado que se sujetaba los pantalones con una cuerda, a falta de cinturón. Me parece que Villalta en los últimos  tiempos fue asesor del presidente en el palco de las Ventas y que eso remedió en parte sus penurias.

El hecho incontestable es que Norberto Carrasco ha muerto y que no es verdad aquello que escribió  Gustavo Adolfo Becquer, ¨´dios mío qué solos se quedan los muertos¨´ Son  los vivos quienes se quedan  solos.

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