sábado, 12 de abril de 2025

 AMOROSGUARDIOLA

Las cien mejores poesías taurinas de la historia

Andrés Amorós, el rayo que no cesa.


     Permítaseme esta apropiación de un título de Miguel Hernández, El rayo que no cesa, para definir la intensa e incansable actividad del máximo especialista en Ramón Pérez de Ayala, Andrés Amorós, a sus 83 años de edad; ensayista, crítico taurino y crítico teatral, a pie de obra, tanto en las plazas de toros como en las salas de teatro.  Escrito está que "el crítico, que sólo sabe de toros, tampoco sabe de toros". En la historia quedan nombre como José de la Loma, Mariano de Cavía, alias Sobaquillo, Peña y Goñi,  Julio Urrutia, Alfredo Corrochano, Joaquín Vidal.  Para una más amplia y precisa información, puede consultarse el libro de Celia Forneas,  Historia de la crítica taurina, posiblemente agotado. Amorós acaba de publicar un libro, de obligada lectura para quien quiera saber de las íntimas conexiones entre poesía y toros, Las cien mejores poesías taurinas. De Gonzalo de Berceo a Joaquín Sabina. Lo traigo a colación y análisis no porque Amorós, me haya otorgado el honor de incluir, y analizar exhaustivamente,  mi poema Conjuros, dedicado a la muerte de J0sé Cubero Yiyo en la plaza de Colmenar Viejo.  No digo que sea un honor inmerecido, pues carezco de autoridad para llevar la contraria a Amor´s, un polígrafo,  qu sus compañersos de generación salió para el exilio y no volvióe como aquel renacentista, Pico dela Mirándola,  puede escribir de omne  re scibili et quacumque  alia, es de decir de todo aquello que se puede saber y de cualquier otra cosa".. Al análisis y contextualización histórica de cada poema, Amorós añade el acercamiento a la personalidad de cada poeta: por ejemplo, Fernando Villalon, ganadero y poeta, protector de la llamada Generación del 27, (Lorca, Alberti, Moreno Villa, Altolaguirre, etecé) , y que según la leyenda trataba de criar toros con los ojos verdes. No lo consiguió, pero nunca desistió del empeño. , Del 27 quien más sabía de toros era, indudablemente, Gerardo Diego, Y el más vanguardista y experimental del grupo. A Gerardo Diego le perjudicó en la estima como poeta, su permanencia  en España tocando el piano en su casa de la calle Colegiata número 7, mientras el resto de  su generación o había sido fusilado, como Lorca, o se había ido al exilio como Rafael  Alberti. Ver una corrida en Las Ventas, al lado de Gerardo Diego es una experiencia que, en toros, yo no cambiaría por nada. Si acaso con la de haber visto toros en la grada del 2, donde  Andrés Amorós y Federico Jiménez Losantos,  durante un tiempo,  tuvieron su abono. Al lado, separados por una barandilla, se sentaban los pintores Jesus Pacheco , aficionado cabal, y Jesús Garcia de la Torre, orgulloso siempre de su amistad con  Julio CortázarMaría Zambrano y José Bergamín, e incondicional fervoroso de Rafael de Paula y La callada música del toreo bergaminiana. En aquella grada se sentaban los paulistas, en abierta guerra con los partidarios de Curro Romero. Tiempo después, creo recordar, Amorós se bajó al tendido bajo del 2. Yo hacía ya crítica de toros en El Mundo, por una decisión incomprensible para todos y en especial para mí, de PedroJ Ramírez.  Traté de  disuadirle diciendo que yo no sabía de toros, lo cual no era verdad, que no distinguía un estoque de una banderilla, lo que era menos verdad aún. Lo que yo no quería era escribir de toros, sino de teatro. Jota zanjó la cuestión diciendo "ya aprenderás". Acabé escribiendo de ambas cosas  y ese mismo año en San Isidro me dieron el premio a las mejores críticas de la feria y al mejor titular, que había tomado casi textualmente de no recuerdo qué autor , El dios de la lluvia, llora sobre las Ventas.  Cosas veredes. 

Con Andrés Amorós Guardiola no había rivalidad,  salvo la que querían establecer los lectores de los respectivos periódicos, ABC y El MUNDO:  Las Ventas, creo yo, es el verdadero crisol de la tauromaquia y que me perdonen los sevillanos de la Maestranza. Había tardes, en la Feria de Abril que a  la Puerta del Príncipe  la gente nos hacía fotos y nos pedía que les firmáramos nuestro artículo, mientras Amorós y yo discutíamos y comparábamos las respectivas crónicas. A veces las escribíamos en verso, Andrés los pasajes más importantes de la lidia con rigor métrico y académico, y yo toda la corrida, en romance,  eligiendo eso sí una rima  facilona CIENTO OCHENTA octosilabos..tatati tata tí tatatí, tatatá, tatatá, tata tata. Y Amorós sentenciaba, "..esto sólo podemos hacerlo  tú y yo..."   Y tenía razón. No digo si éramos mejores o peores o mediopensionistas,  éramos distintos por culpa del verso. Ignoro, después de este formidable y erudito texto, Las cien mejores poesías taurinas, (cien poemas, setenta poetas), en qué aventura nueva se ha enredado este catedrático de cien y más saberes. Yo vuelvo a mis memorias -, taurinas, teatrales y políticas, estas las más divertidas sin duda. Y las más  comprometidas, que la editorial me urge para antes de que finalice este año del señor 2025. Laus deo.  Según indicios, CIERTOS SON LOS TOROS. !Que suenen clarines y timbales.....

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