viernes, 5 de febrero de 2016

ESPAÑA A LA DERIVA Y LOS NOTABLES A LA ESPERA


Barbarie iconoclasta.
Por instinto de conservación  algunos viejos amigos hemos coincidido estos días, desde la celiamayerada de los carmelitas fusilados, ante El Abrazo de Juan Genovés en Atocha. Tras la fechoría de Celia Mayer, Concejal de Cultura del Ayto de Madrid, temíamos que una reacción fascista se tomase la revancha con el recuerdo de los muertos de Atocha, vilmente asesinados hace 40 años. O sea que en Atocha ha habido estos días una discretísima vigilancia  por miedo a la reacción de los ultras; los abogados muertos por los pistoleros del Sindicato Vertical, pero no ultrajados 40 años después. Entonces sí pudimos decir sin retóricas “Atocha somos todos”. Algunos, incluida la propia Manola Carmena que tenía allí despacho, habíamos pasado por el piso de la matanza horas antes. !Ay Manola! secuestrada por la Trilateral escrachera y tumultuosa. A saber:  Zapata, el de los judíos y el cenicero; Rita Maestre la de las hermosas tetas, divinas a fuer de humanas; y Celia Mayer que no ha pisado el teatro Español del que, en teoría, es responsable. No exculpo a Carmena; debiera marcharse o mejor dicho, debiera no haber venido. Hasta el momento que escribo esta nota, sin novedad en Atocha ni en el Abrazo de Genovés.

Garrigues Walker for president

Tengo a Antonio Garrigues Walker por la cabeza política española más vigorosa y honrada de estos momentos. Por ello,  no me importaría que, caso de que nadie logre formar gobierno, cosa previsible, Garrigues fuese esa figura de consenso llamada por Feliope VI. Garrigues ha publicado una Tercera en Abc en la que analiza la actual situación política y su difícil resolución. La clave es la dificultad de interpetar una voluntad ciudadana tan fragmentada, y yo diría, apreciación personal,  desorientada entre el conservadurismo montaraz y la revolución asilvestrada. Lenin escribió que la enfermedad infantil del comunismo es el izquierdismo.
 Las elecciones del 20D han sido un voto de castigo a los dos partidos que más ejemplarmente representan la corrupción de la política española. Por otra parte los partidos emergentes, gracias  a esa hedionda y mefítica ejemplaridad PP-PSOE, están aprendiendo muy rápido las mañas de las viejas castas a las que pretenden mandar al basurero de la historia.  En consecuencia, Garrigues afirma que, entre los políticos de hoy, “no hay forma de encontrar un solo rasgo de grandeza”.  Es una gran cabeza política y una gran cabeza teatral y se le ve justo donde no se ve a Celia Mayer; en todos los teatros de Madrid, incluido el sector alternativo. Cuando quiero provocarlo, le digo que me interesa más su talento político que su pasión por el teatro. Es un gran contradictor, un polemista inteligente y correoso,  a partir de una dialéctica genuinamente liberal que no es la mía; pero me estimula al debate, la controversia y la discrepancia. A Garrigues no lo atormentan ni desquician los tradicionales demonios de una España cafre y cainita.

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