La crítica, ejercicio de alto riesgo
"Siempre he
dicho que la crítica es un mal no sé si necesario, pero evitable. A raíz de uno
de los acerbos comentarios que le dedicaba a Buero, Haro me confesó
un dia: “dirán que es revancha porque Buero se negó a pagarle a Concha una colaboración musical”. Buero
se vengó escribiendo El caimán, historia
de un crítico de arte que no distinguía los colores. Hasta los ciegos de En la ardiente oscuridad se dieron
cuenta de que allí estaba Haro Tecglen.
Lo del
crítico del Pais con Marsillach era
peor. Tras haber sido su máximo apologista y exégeta acabó poniéndolo a los
pies de los caballos. Sarcasmo de Marsillach : “Haro ha pasado de gustarle todo
lo que yo hacía a no gustarle nada”. Ironía de Haro: “dirán que es por no sé
qué mal entendido entre Concha y Mercedes,
que son muy amigas”. Para mayor
precisión ver libro Tan cerca, tan lejos.
Lamentación de Haro que se
me clavó en el alma: “en eso quedamos los críticos, chismes para
porteras. Algunos solo aceptan la lógica del elogio, como un derecho adquirido.
Eres magnífico cuando alabas; cuando no, te conviertes en un genio maléfico y
desalmado”.
Se preguntarán ustedes a cuento de qué saco a relucir ahora este
fragmento de mi libro (en preparación) Mi
vida de teatro, Sobre todo cuando no hay de por medio ningún Buero ni ningún Marsillach, ni de lejos. Viene a cuento; pero no es cosa de dar tres cuartos al
pregonero. Y los que tienen que entender entenderán. A fin de cuentas, todos
tenemos en algún momento de nuestra vida, esa “hora tonta” que tanto temen los
gitanos.
Los críticos sabemos que escribir de determinadas personas puede ser un ejercicio de alto riesgo. Aunque no sellamen Buero ni Marsillach
Los críticos sabemos que escribir de determinadas personas puede ser un ejercicio de alto riesgo. Aunque no sellamen Buero ni Marsillach
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