viernes, 27 de enero de 2017

LA BELLEZA MALDITA


Un mes sin post.

La familia Mompó Lartigau me recuerda que llevo sin escribir un post desde el uno de enero. Luis Torres también. Y así hasta unas 20 personas que incluso me sugieren ideas. El 24 de enero, por ejemplo fecha para la historia universal de la infamia, la matanza de Atocha y la aparición del Colectivo de Poetas 24 de enero que me recuerda Pablo Jiménez. Prometo dedicar  a los libros que nacieron de aquella iniciativa, un post

Si las viejas estadísticas de la Escuela de Periodismo siguen vigentes y una carta al director equivale, en intención,   a 20.000 comunicantes son muchos los que me han echado de menos. Aquí estoy de nuevo.

 

 Belleza maldita.

En la adaptación teatral que me gustaría hacer de las Mil y una Noches tengo la noche Mil y dos. La historia de una mujer bellísima, deseada, comprada incluso por los grandes sultanes, comprada a precio de oro como favorita. Y mimada como la Reina del harén. Esa mujer bellísima acabó odiando su cuerpo  y quiso que los hombres que la deseaban lo aborreciesen, que nunca la solicitasen que se guardasen sus tesoros y sus perfumes y sus maderas preciosas y sus collares y ajorcas para otras huríes que lo agradecerían más. Quiso destruir su belleza.

 Su desnudez era suya y solo quería que si habían de desnudarla  lo hiciesen con respeto y poesía. Pero su belleza siguió siendo su maldición. Como la de algunas vírgenes vestales que solo quisiera reservarse para un dios innominado.

 Los Gondra, acontecimiento.        

Los Gondra, de Borja Ortiz de Gondra como su propio nombre indica,  sigue siendo con Las Brujas de Salem, y ayer mismo El cartógrafo, de Mayorga un gran acontecimiento. Para las dos primeras, espléndidas ambas, remito a las críticas publicadas en el Mundo. La capacidad de Pepa Pedroche, Sonsoles  Benedicto y Cecilia Solaguren y Victoria Salvador no tiene dudas al igual que todos/as los demás  A María Hervàs  le han dado fama Jbara, el cine, la Amnésica de un casting en Teatro solo y había que verla  en un reparto de conjunto, de estrellas.  Pingüinas no cuenta porque fue un  arrabalesco juancarlesco  que no tenía pies ni cabeza que se salvó por la solidaridad de conjunto. El primer acierto de Los Gondra, después del tremendo texto,  el reparto. Pocas veces autor y director han  logrado conjuntar un elenco  tan redondo. María Hervás una actriz que descubrimos en Confesiones a Alá, nos fascinó con Teatro solo y ha respondido no solo a la confianza de Mestres, sino a las exigencias colectivas de un gran reparto.

 El concepto solidaridad es un concepto moral, pero lo es también  teatral. Se nota cuando alguien se echa la función a las espaldas y a las compañeras/os. Y se nota cuando alguien quiere tapar a otro, romperle el ritmo o robarle la diagonal, no la cartera que en un actor estará probablemente vacía.

María Hervás poeta y autora.

Me interesa María Hervás como actriz, pero no es  lo única   faceta de artista que me llama la atención. La veo como autora dramática, Deseantes, por ejemplo, cuya puesta en escena no debiera demorarse; o como poeta, Volver a Itaca. No sé si tiene más poemas como este entre tiburones y bailando el vals de la flores  con huracanes.  Su referencia estética y moral es la Venus de Boticceli: perfección y pureza

Quise publicarle hace poco unos versos y me encontré con que los que yo conocía habían perecido, víctimas de una venganza  perfeccionista  que roza la neurois. Conozco ese sentimiento porque hace 40 años, hice un auto de fe con casi 4.000 versos mios. A la mierda la poesía.

 Le comentaba esto a un joven editor en quiebra -tan joven y ya tan arruinado-  y contestó que podía idear el lanzamiento de una actriz así:  nueva  María Casares a la búsqueda  de un Albert Camus imposible. Me preguntó si conocía sus poemas y le aconsejé que  se dirigiera a ella por Deseantes. Si la Hervás accede a publicarlo, además de montarlo, me gustaría escribir el prólogo, me lo pido. Y no quise entrar en terrenos ajenos a mí conocimiento.

 Sobre su actuación en Los Gondra rodeada de primeras figuras, me sorprendió  su transustanciación: del fanatismo de una etarra a la dolorida Garbiñe que   se interroga por la voz y la mirada  del amado preso.

 Vean Los Gondra por todo el elenco, por José Tomé que vuelve a la interpretación, por Juan Pastor, maestro de actores, por el texto crudo y áspero, por Borja Ortiz de Gondra haciendo de sí mismo. Y entenderán, o no entenderán, los demonios de este país llamado España por el que “vaga errante la sombra de Caín”. Y aprovechen el viaje para ver también Las brujas de Salem  en el mismo edificio,

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