Antes de nada, expresar mis
deseos que quisiera ver cumplidos este año tormentoso e infame de 2017. Con
verlos realizados, el año será ya menos infame.
El primero es que desaparezca el
IVA cultural que tanto afecta al teatro. Se agradece al ministro de cultura la
reducción pero es insuficiente.
Segundo, ver representado en Madrid con
dignidad a Alfonso Sastre; Los hombres y
sus sombras, o El camarado obscuro, por
ejemplo Teatro español, !ahí os quiero ver!.
Tercero, ver en escena Deseantes, de María Hervás, revelación de una actriz con trasfondo profundo de
autora de vanguardia.
Cuarto, ver algún estreno
absoluto de autores españoles ignorados. Hay muchos, pero por méritos
acumulados me quedo con Jerónimo Lopez
Mozo, La bella durmiente o Jose Barbacana recién editados por la
ADE
Quinto ver, por fin, en
escena mi monólogo Lager, campo de
concentración.
Sexto. Que se cumplan las
grandes expectativas generadas por el
próximo estreno de Los Gondra dirigida
por Josep María Mestres, en la Paco
Nieva del CDN
Séptimo. Secreto.
Octavo. Secreto
Felicitaciones a todos, paz y concordia consigo mismos; y lo demás
se os dará por añadidura. Piedad y la comprensión de aquellas mujeres que nunca
nos han amado ni nos amarán. Empecemos el año con un acto de humildad: las
mujeres nunca me han amado. Algunas me han querido un poco como quien se toma
un Martini bien preparado y poco más. No es que a mí me moleste esa condición
de aperitivo; el aperitivo es refrescante, banal, ligero y alegre.
Hubo tres mujeres que amé con locura. Y nunca me hicieron caso. Por
ellas traicioné mi primer amor, la dulce
y mínima monja capillera de la Abadía de Lebanza a la que una vez, sin querer, rocé
el culo en la sacristía. Y a ella, sin querer por supuesto, parece que el
descuido no le disgustó.
Liz
Taylor, los ojos de Liz Taylor ese azul sobrenatural que los hacía violetas
y aguamarina de verdemar; pero vino el borracho de Richard Burton y se llevó
a mi Cleopatra. A Audrey Hepburn nunca pude llevarla a
desayunar a Tifany,s. Con Marylin me
fué un poco mejor porque la engañé
haciéndole creer que era Truman Capote, con
el cual podía pendonear por Hollywood a su aire. El problema de Truman es
que solo veía a Marylin como colega, no como mujer.
Mi amor eterno ha sido Ana que sigue sin creérselo. Pese a lo
cual lleva 46 años aguantándome. Respecto al amor de las mujeres, así en
general, siempre recuerdo uno de los
pensamientos más profundos de Marylin: “no presumas de haber sido el primero en
mi corazón, si no fuiste inteligente para ser el último”. De Marylin creo saber
mucho, aunque nunca se sabe mucho de una mujer; me interesó siempre no por mujer bella, su culo
era gordo y feo, sino por mujer herida, ultrajada. Esta era su visión de
Hollywood: “la virtud y el talento de una chica, importa menos que su peinado”
Las frases goma 2, absoluta
trilita, de las estrellas inteligentes siguen mordiéndome de admiración el alma.
La que más, Marylin por supuesto “a mí no me muerden los perros, me muerden los
seres humanos”. Le dolía tener las manos
feas, como Liz Taylor: “pero con
esos ojos, quién iba a fijarse en sus
manos”. Ava Gardner vitriólica contra
Mia Farrow: “siempre supe que Frank
(Sinatra) acabaría en la cama con un chico”.
La frase más cursi del cine, Ingrid Bergman en Casablanca. Su corazón se acelera de amor en un bombardeo y dice, “son cañonazos o son los latidos de mi
corazón?” La más intencionada, Mae West al advertir lo escarpado
de entrepierna masculina, la del poco masculino Cary Grant, “¿llevas revólver o es que te alegras de verme?.
La más fatalista, Bogart en Casablanca, “de todos los bares del
mundo, has tenido que venir al mio”.
Premio Miguel Mihura.
Se aproxima el dia 16 de enero en
que fallaremos el Premio Miguel Mihura a la Mejor Actriz del Año, de los dos
últimos años mejor dicho, como excepción, pues el Miguel Mihura hace 12 años
que no se otorga. Abarcaremos dos, a lo máximo tres años, pero
no podemos recuperar los doce perdidos. Nunca hubo bases específicas sobre este
honrosísimo premio y será el jurado el que las establezca. Será el premio a un
trabajo de relieve que descubra un talento emergente o apuntale un futuro consolidado
o previsible, una actriz joven o menos joven con más porvenir que pasado.
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