domingo, 29 de abril de 2018

LA MANADA. CRÓNICA DE UNA BARBARIE


Elegía y canto por una mujer violada.
Yo no te canto a ti, mujer de sombra y sueño.
Canto tu rosa y tu perfume
Canto tu pelo  sucio, seguramente,
 tu desnudez manchada.
El dolor de tus muslos agraviados.

Mientras te violaban
Tu voluntad dormida
Anestesiada
Por cinco alientos fétidos.
Te canto
 despojada de espumas
y corales.
Y canto su inocencia humillada,
Manos como garfios
No para acariciarte,
sino para indagar  suciamente en tu
cueva de pétalo y rocío.

Aun pensaste quizá en un soplo de piedad
De aquellas bestias en Manada,
hasta que el terror paralizó
tu cuerpo
y ya todo fue noche
lado obscuro del tiempo
gruñidos de las fieras
penes  como cuchillos

Te llevaron hasta un portal obscuro
Te taparon la boca
Para que no gritaras
Te sobaron  te retrataron
Con tu propio móvil
Para más escarnio, mezclaron
Sangre y semen, lágrimas, las tuyas,
y babas, sus pestilentes babas
Tu lágrima salobre
Y su saliva de reptil y gusano.
 Te preguntaste acaso
 si aquello era una fiesta
un poco desmedida,
Pamplona  estaba en  fiestas
Eran los Sanfermines
gozo y jolgorio. Rios de vino
Pamplona era una fiesta de rosas y de vino
Blancos pantalones,
 faldas blancas y cortas
rojos pañuelos ,
seda en las mujeres
de dorada piel.
Fajas rojas ásperas o sedosas
Y tu mujer anónima
Tú solo llevabas tu soledad
Nocturna
sin uniformes blancos y rojos,
acaso un calimocho áspero y decente
para aplacar la sed
ganas de marcharte a casa
pues para ti no había
ni sedas
ni cavas ni champañas
ni siquiera una entrada
para tomarte una manzanilla
o un vino fino
al dia siguiente en el apartado
de la plaza de toros
donde los aficionados y los mozos
de punta en blanco
 con resaca y ojeras
calibran la dimensión de una cornada
de un toro cárdeno o colorado
que resopla y muge
en  corrales camino de chiqueros.
Nadie te invitaría a ver una corrida
Que es lo menos que puede hacerse
Con una chica
y entonar en la solanera con las peñas
El vals de Astrain
Y comer bocadillos de jamón
O de ajoarriero.
Tu no tenías peña, o acaso sí
No sé. Y entonces esa noche en vez de peña
Te salió una Manada
Ufana de su virilidad de cinco contra una.
Dicen los defensores de Manadas
que no gritaste y por lo tanto
Diste consentimiento
Y un juez te preguntó más tarde
Si te había dolido
O te había gustado
Si no fue cordial consentimiento
Si no pusiste todos tus agujeros
A disposición de cinco animales
No uno tras otro y por orden,
Sino todos a la vez
Entrad, entrad mi cuerpo os debe
Un éxtasis,
Mi boca una dulce felación
Mi culo virginal
Una sodomización acariciante
Hay tiempo
 y agujeros para todos

Que no falte ni uno,
Que nadie se permita ser flojo o impotente
Sino rayo y  relámpago.
A ver mis agujeros:
Dos oidos, dos ojos, la boca, el coño, el culo.
Yo, Javier Villan,
Conozco San Fermín, es una fiesta báquica,  
Se sacrifica
 a  Baco mas que a Venus
.                     Hemingway sentencio ríos de vino
Y un poquito de amor de madrugada,
La yemas de los dedos.
Acariciando un beso y una mirada lánguida.
Entonces apareció la Horda,
Organizada su impotencia
Por el número:
Cinco, cinco hombres muy viriles,
una mujer sola una puta sin duda
buscando que la follen
como mandan las bestias,
Una mujer violada
es una mujer sumisa,
una mujer que no protesta
Es el terror lo que muda la mantiene
Y la urgencia y la necesidad
de que todo acabe pronto
Muy pronto y cuanto antes.
Nota a pie de página.
 El feminismo herido  en la figura de una mujer violada por una Manada salvaje; y más herido todavía por la sentencia de un juez prevaricador más afin al espíritu de los violadores que a la justicia ha incendiado estos días las redes y está incendiando la calle: mujeres en armas. Pero esto no acaba aquí, en una violación y en un voto perverso ,  particular y canalla. Con el salvajismo de la Manada,  pendiente de sentencia por otro acto similar, la civilización ha retrocedido algunos siglos Y con ese juez hemos vuelto a los tiempos obscuros de la Edad Media. Si su actuación tiene fundamentos en el Código Penal, hay que dinamitar esos fundamentos, reescribir el código penal, el espíritu de la justicia. Marx dijo: “comunismo o barbarie. Completémoslo, con el lema de Leticia Dólera y todas las mujeres: “Feminismo o barbarie. La revolución será feminista o no será”.

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