Todas las noches de
un día. (Publicado METROPOLI. El Mundo)
Texto duro, enigmático; Silvia, la señora ha desaparecido.
Samuel, el jardinero, es interrogado por un comisario. A partir de aquí, Samuel
el jardinero va recordando la historia
compartida. El deseo carnal y un simulacro de amor del que la señora se mofa;
suspicacias, acusaciones a Samuel; Luque el director y Conejero el autor, en
perfecta sintonía. Y la lucha de clases que planea entre el jardinero y la
señora pendiente siempre de una carta de amor que no llega. Y un pasado sin
resolver con su hermano. Texto cruel. Compleja y sugerente escenografía de Boromello en dos planos, el interior y el exterior.
Ante la desesperación
del Samuel que sigue cuidando el invernadero como un rito, Silvia se da al alcohol
y a la nocturnidad promiscua. El
invernadero es el ámbito de la soledad y los encuentros de Silvia, la señora y
de Samuel, el siervo, el buen salvaje cuya flor favorita es el cactus porque respira
hacia dentro. A Silvia le gustan todas.
Carmelo Gómez dibuja su papel con
matices proletarios y aldeanos. Un papel de amor. Ana Torrent es siempre la
señora, incluso cuando insinúa un beso apasionado; Carmelo Gómez, fragilidad
de amante desdeñado “por qué con otros y no conmigo”, domina la escena con autoridad; Ana Torrent crece a su lado. Hay una tormenta que permite a Gómez-Cornejo
desarrollar su poética de las luces. Excelente música de Luis Miguel Cobo.
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