domingo, 15 de marzo de 2020


La peste y el coronavirus

Dentro de la devastación que nos asuela, ocasión para recordar a Albert Camus y  su grandísima novela del mismo nombre, La peste, quizá la  mejor novela del siglo XX, después de Los hermanos Karamazov. El doctor Rieux, su equipo de médicos heroicos y sacrificado del que doctores actuales son émulos sin saberlo y sin haber leído La peste. La peste de hoy sin ratas, muertas a millones fuera de las alcantarillas en Camus;  Rieux sale de su casa y aparta con el pié, una rata muerta en  la escalera, cosa extraña. Rieux y su equipo rodeado de dolor, infecciones, alaridos, lágrimas y sollozos. niños torturados, ganglios purulentos, abcesos de insoportable olor y sangre podrida. Rieux encolerizado hasta la descreencia, “no puedo aceptar un dios que permite el sufrimiento de un niño”.    Releo La peste con fría indiferencia, saltándome páginas. Sospecho que la realidad actual supera la literatura. La letra de un libro es letra muerta. Rieux reflexiona: “no puedo entender a un dios que permite el sufrimiento de un niño”. (…) “Creo en dios pero no acepto su mundo”.  Ivan Karamazov, el colosal personaje de Dostoiewski    viene a decir lo mismo al ver niños sonrientes, como en un juego,  ensartados en las bayonetas de los soldados franceses. Francisco Umbral en Mortal y rosa, la gran elegía por su hijo Pincho, manifiesta cierta afinidad con los dos.  La peste y el absurdo, El extranjero y el absurdo. El dolor es absurdo y el absurdo es el fundamento del existencialismo camusiano, es la vida. El coronavirus es el ángel exterminador. Es doloroso, es igualitarista y lo mismo ataca al pobre que al rico, al  de extrema derecha que al  de extrema izquierda si es que siguen existiendo esos extremos.  Todas las salas de teatro clausuradas, una vida sin teatro no es vida; pero seguiremos viviendo. Como si no hubiera pasado nada, como si nada estuviera pasando. Preocupados por la gente que amamos y nos ama. Parafraseando la más grande elegía de todos los tiempos, las Coplas de Jorge Manrique, “nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la peste que es el coronavirus”.

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