miércoles, 11 de marzo de 2020

Teatro testimonial sobre Un MUNDO A la DERIVA


Antropoceno

Idea y dirección, Thaddeus Phillips. Espacio escénico, Emilio Valenzuela y Thaddeus Phillips. Iluminación, Paloma Parra. Reparto Silvia Acosta, Julio Cortázar, Kateryna Humenyuk, Almudena Ramos. Escenario, la Abadía.

Condenados

El mundo camina hacia el desastre, hacia su autodestrucción planificada. De vez en cuando, alguien toca a rebato.  Pero es un fenómeno que se mueve por un marketing muy planificado. Antropoceno es una obra necesaria en su intención y prescindible, o al menos confusa, en su materialización. Se trata de un encargo de José Luis Gómez a Thaddeus Phillips tras una serie de peripecias más causales que casuales; en cualquier caso, el azar unido a la necesidad. La función se resiente de un exceso de literatura.  Y de doctrina. Elementos discursivos y literarios, aunque a veces prevalecen, para descanso del espectador, efectos lumínicos de grandes resultados. Cansa y termina por aburrir a algunos. Entusiasma a otros que aplaudieron con calor. El teatro doctrinal, aunque no hay teatro inocente, nunca ha dado resultado. No hay teatro inocente, ni siquiera el más combativo o el más acomodaticio.  Está correctamente interpretada, sobre todo por el poliédrico Cortázar, sin grandes luminarias. Montaje correcto, sorpresivo a veces; escenografía giratoria. Podríamos llamarlo “teatro de cámara”; o “teatro de arte y ensayo”, expresiones muy celebradas hace años. Toca una realidad muy próxima,  alentada por la carismática Greta Tunder de cuya predicación se perciben ecos innegables. La gente también se interesaría si una obra de teatro tratara, en estos días del maldito coronavirus, sobre la peste que nos asuela.

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