martes, 19 de mayo de 2020

GALLITO, EL REY DE LOS MATADORES


Gallito, ángel de luz

El pesar y la tristeza por la muerte de Genovés y de Julio Anguita ha desplazado mi habitual reconocimiento de la genialidad torera de Joselito, siempre recordado en todas las plazas de  España con un minuto de silencio, el 15 de mayo.  Sabía tanto sobre las condiciones de un animal, nada más aparecer por chiqueros,  que la madre había dicho temer por el mayor de los Gallo, Rafael el de las espantadas, pero que a José no “lo tocaría un toro a no ser que le tirara un cuerno”. Y murió en Talavera un 15 de mayo, 1814. Una semana antes había toreado en Madrid. Y se alzó una voz maldita de los tendidos: “ójala te mate el toro en Talavera el Domingo.” Me cantaba mi madre el romance de Joselito cuando íbamos a espigar de madrugada los restos de  las tierras recién vaciadas de mieses: “la maldición se cumplió/ de aquel desgraciado hombre/ y en Talavera murió el rey de los matadores”.
En El arte de birlibirloque José Bergamín llama a José ángel de luz, y a Juan Belmonte, ángel de sombra: lo apolíneo y lo dionisiaco. Rivales y amigos; tanto que, al morir José, Juan dicen que exclamó: “hasta en esto me has ganado la partida”. Desde que se lo prometió a Valle Inclán, morir ante el toro era su objetivo. “Juan, es usted sublime; sólo le falta morir en el ruedo”. Según cuentan,Belmonte respondió, “se hará lo que se pueda, don Ramón”.
Belmonte no murió en los ruedos; se levantó la tapa de los sesos de un pistoletazo, tras una mañana de acosar toros, provocando infructuosamente, el infarto de su atormentado corazón. Hoy los aficionados a los toros, entre los que me cuento, pese a la Inquisición de mis amigos de Podemos y a las diatribas de mi amiga  Natalia Millán,  grandísima actriz, siguen divididos en torno a José y Juan; la peña Los de José y Juan, trata de unificar voluntades y en parte lo ha conseguido. Pero no es tanto la celebración torera del menor de los Gallos lo que me ocupa, cuanto la celebración de José Bergamín,  por un genio del toreo. Esta pasión torera bergamasca cilminatia años más tarde En Rafael de Paula y su callada música del toreo. De paso, no quiero olvidar la  tórrida pasión, por Encarnación Júlvez, la Argentinita, muerta de un cáncer en el exilio. El toro se llevó por delante sus dos  pasiones, Joselito y Sánchez Mejías. Y el toro de la guerra, negro y marrajo,  le arrebató a Federico García Lorca, fusilado por el fascismo.

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