miércoles, 2 de febrero de 2022

 

Zabala, PedroJ y yo

Cuando a punto estuve de mandar El Mundo al carajo.

La publicación por parte de PedroJota de su polémico libro de memorias, Palabra de director, suscita algunas reflexiones para algunos que hemos trabajado  en El Mundo. Una vez estuve a punto de abandonar El Mundo pese a las deferencias, personales y profesionales que me otorgaban. Y pese a las exigencias sin límites del director, subdirectores y redactores jefes. Yo era un todo terreno que podía escribir, como el renacentista Pico della Mirándola, de omne re scibili et quacumque allia, es decir de todo aquello que  pudiera saberse y de cualquier otra cosa. Pero no es de esto de lo que quiero tratar hoy, sino de la época en que compartí página con Vicente Zabala de la Serna que había dejado el ABC substituido por  Andrés Amorós, un erudito catedrático  y estudioso de la literatura taurina. La pluma viperina de Antonio Burgos deslizaba algunos supuestos indemostrables de la salida de Zabala, resumidos en una frase con la que saludaba la llegada de Amorós a las  históricas páginas taurinas del periódico monárquico; ¨vuelve el rigor y la honradez a la crítica de ABC¨´.

El hecho es que el apellido Zabala, tan querido e intocable para Luis María Ansón, que ya no dirigía ABC había quedado salpicado y Luis María recurrió a Pedrojota para lavarlo. Una tarde me llamó Manu Llorente, redactor jefe de la sección cultural en la que estaban incluidos los toros, y me pidió me pasara urgentemente por el periódico. Con su proverbial finura y sutileza Manu me soltó a quemarropa ¨dejas la crítica taurina, han contratado a Vicente Zabala.¨´. Me quedé perplejo unos segundos,  al cabo de los cuales respondí,  ¨si dejo los toros, dejo el periódico¨´. Nunca los toros habían sido mi preferencia, pero era  una cuestión de principios.  Mi respuesta la escucharon Juan Carlos Laviana y Fernando Baeta que pasaban por allí y me hicieron un gesto que ni descifré ni me importó su significado,  pues me daba ya por desligado del Mundo. PedroJota, con sus tirantes y su habitual templanza de hombre de hielo, nos esperaba en su despacho con Vicente. Disimulé como pude el dolor físico que me producía en el muslo derecho una leve intervención de urgencia que acababan de practicarme los doctores   Ángel Villamor y Rafael Durá. Vicente expuso la primera objeción   preguntando qué iba a pasar, si compartíamos página, cuando nuestros criterios fueran divergentes. ¨¨En ABC el  crítico titular¨…. PedroJota le cortó; ¨´pero esto no es el ABC, es el Mundo y aquí conviven pensamientos distintos y contrapuestos. Salvo la línea editorial que, naturalmente, la marca el director¨¨ Pretexté que se me hacía tarde para el teatro y me marché. Aquello me parecía una farsa de mal gusto. Y de ella, en aquellos momentos, no excluía a nadie.  En  los Teatros del Canal, creo recordar, me esperaba para ver a la  Taganka moscovita     Ana, mi mujer, periodista de cultura y teatro en especial, en televisión española. Le conté lo ocurrido y fue tajante

Márchate, Con mi sueldo, de momento, podemos salir adelante. Luego ya veremos.

En el entreacto volvió a insistir

Márchate.

Me dolía dejar el Mundo, pero  quizá era la única solución digna. Volverían las estrecheces económicas, pero esas no eran nuevas en mi azarosa vida bohemia. A la mañana siguiente se reanudó la reunión interrumpida  y PedroJota fue más explícito. Dibujó un página con mucho espacio para digamos la parte informativa y técnica firmada con letra pequeña de información, y un apoyo, una columna o faldón, firmado con la letra grande de las firmas invitadas. Carmelo Caderot,  jefe de diseño, era implacable y no admitía una modificación por mínima que fuera. Numerosos premios internacionales lo avalaban. ¨´Busca un título para la sección¨´,  me dijo Baeta. ¨´DESAVENENCIAS¨´ respondí. ¿Cómo?  Desavenencias repetí, y el nombre gustó  a PedroJota en la misma medida que  suscitó los recelos de Zabala. Con el tiempo esta sería mi cabecera emblemática no sólo para toros, sino para todos los demás temas.  Ya sin consultar con Ana  acepté echar  a andar. Siempre he tenido presente en mi conducta la máxima aquella, ¨´he vivido lo bastante para no ser arrogante cuando no lo puedo ser¨. A Zabala de la Serna, lo leían especialmente toreros, ganaderos y empresarios. A mí, me seguía el aficionado crítico y exigente, la farándula, pintores, escritores. Y políticos de distinto pelaje como Carmen Basante,  Enrique Mújica,  Alfonso Guerra, Alvarez del Manzano o Pio Garcia Escudero, aparte del susceptible y mercurial  Corcuera por si lo citaba; o sea los de siempre. La verdad es que se produjo un trasvase; puestos a leer a uno, daba lo mismo leer a dos por el mismo precio. Quizá era lo que el Jota  buscaba. La página funcionó y Vicente Zabala de La Serna y yo establecimos un correcto y razonable trato personal. Ambos nos considerábamos hombres de empresa,

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