domingo, 4 de septiembre de 2022

Agujeros negros en los SANFERMINES.

Hace hoy 25 años. Miguel Angel Blanco,  Concejal de Ermua por el pepé, asesinado por ETA, friamente de  dos tiros en la nuca, al no acceder a un intercambio de presos. Hace 25 años. Sigue siendo la baza macabra y cínica de la derecha salvaje.  La izquierda, aunque lo temíamos, la verdad es que no esperábamos clemencia. Jugábamos al mus en el hotel Maisonave de Pamplona Carlos Gil, crítico de teatro y televisión del diario abertzale Eguin, quizá ya Gara por sanción y prohibición; yo de compañero con   Eduardo Mateo, docente e  historiador del destino en México de los niños de la Incivil guerra del 36, Iurgen o algo parecido, alemán pamplonizado in eternum para aprender MUS, sin conseguirlo del todo. Y yo.  Un chaval de apenas once años, David de Loaysa, futuro escenógrafo, feliz hasta entonces en los sanfermines, lívido, dejó de traernos café y güisqui,  algo grave percibió.  Días antes el Mundo de PedroJOTA le había publicado , y pagado 7000 pesetas,  por una foto de Arthur Miller, de incógnito en Pamplona.

 El órdago, cualquier envite,  se nos heló en la garganta. Sanfermines amargos y aún nos quedaba por ver el asalto a la plaza de la Misericordia, a los dos o tres días, de fuerzas especiales de asalto llegadas desde Madrid y la muerte de Germán Rodriguez, mozo sanferminero de un tiro en la Avda Ronsevalles, cerca de la Olla, bar en el que a la salida y entrada de la plaza tomábamos Cava. Claveles en su tumba, silencio y luto en las peñas y en el sombrero de Paco Apaolaza adornado de cientos de pins.

Agujeros negros en los SANFERMINES.

Miguel Angel Blanco,  Concejal Ermua de la derechona pepera, asesinado por ETA, friamente de  dos tiros en la nuca, al no acceder a un intercambio de presos. Hace 25 años. Sigue siendo la baza macabra y cínica de la derecha salvaje.  Aunque lo temíamos, la verdad es que esperábamos clemencia. Jugábamos al mus en el Maisonave Carlos Gil, crítico de teatro y televisión del diario abertzale Eguin, quizá ya Gara por sanción; Eduardo Mateo historiador del destino en México de los niños de la Incivil guerra del 36, Iurgen o algo parecido, alemán pamplonizado in eternum para aprender MUS, sin conseguirlo del todo. Y yo.  Un chaval de apenas once años, David de Loaysa, futuro escenógrafo, feliz hasta entonces en los sanfermines, lívido, dejó de traernos café y güisqui,  algo grave percibió.  Días antes el Mundo de PedroJOTA le había publicado , y pagado 7000 pesetas,  por una foto de Arthur Miller, de incógnito en Pamplona.

 El órdago, cualquier envite,  se nos heló en la garganta. Sanfermines amargos y aún nos quedaba por ver el asalto a la plaza de la Misericordia, a los dos o tres días, de fuerzas especiales de asalto llegadas desde Madrid y la muerte de Germán Rodriguez, mozo sanferminero de un tiro en la Avda Ronsevalles, cerca de la Olla, bar en el que a la salida y entrada de la plaza tomábamos Cava. Claveles en su tumba, silencio y luto en las peñas y en el sombrero de Paco Apaolaza adornado de cientos de pins.

 


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