lunes, 5 de febrero de 2024

TEATRO. UN RELEVO, Pérez de la FUENTE en el FERNÄN GOMEZ.

Y un OBITUARIO, el poeta y crítico de  ARTE ANTONIO LEYVA

El alcalde de Madrid don José Luis Martínez  Almeida ha substituido, en la dirección del Teatro Fernán Gómez,  a Laila Ripoll  por Juan Carlos Pérez de la  Fuente, ambos de reconocido prestigio en el proceloso mundo del teatro.  Aunque fuentes municipales insistan en calificarlo como relevo puramente profesional,  se trata creo yo de un gesto político, pues Pérez de la Fuente está considerado un hombre próximo al  PP, circunstancia  aproximativa muy personal de alguien que en tiempos, creo recordar, gozó de la confianza de Rajoy; no me hagan mucho caso  pues mi memoria puede serme infiel.  Al decir  via muy personal, me refiero al sello exclusivo que Pérez de la Fuente imprime a sus acciones teatrales e ideas y, por lo tanto, también a sus actitudes “políticas”, una especie de verso suelto.  Respecto a la relevada,  Laila Ripoll, yo no la considero vinculada orgánicamente a ningún grupo político, si bien es evidente su compromiso con los españoles presos  en el horror de Auswith, cerca de diez mil, marcados por el triángulo azul.

Juan Carlos Pérez de la Fuente ha iniciado su andadura al frente del Fernán Gómez encargando a Helena Pimenta la dirección de La Regenta, Leopoldo Alas Clarín, en versión de Eduardo Galán, autor experimentado e  la comedia y las adaptaciones, el cual   ejerce también de coproductor a través de su empresa Secuencia3. La designación de Helena Pimenta lo interpreto como un inteligente guiño al sector más progresista de la Farándula. Aunque me parece evidente que, en la actualidad, la derecha española no anda sobrada de talentos  teatrales de los que echar mano. Por lo demás, en mis Memorias de próxima aparición, me atrevo a afirmar que Pérez de la Fuente es un “hombre considerado de derechas que ha hecho un teatro que le correspondía hacer a la izquierda”.  Donde estás Ulalume, dónde estás, de Alfonso Sastre, el exiliado de Hondarribia, fue un montaje cumbre; con escenografía de David de Loaysa, siempre a favor del actor como en él es habitual; Zutoia Alarcia y Chete Lera en estado de gracia, un estado de gracia maldita y confrontada en tormentosos ensayos, y un Camilo Rodríguez poliédrico y firme. Chete Lera había iniciado ya un viaje sin retorno al malditismo del cual  fue víctima definitiva años más tarde, muriendo en un accidente de carretera.

 En el haber de  Pérez de la Fuente está también haber recuperado para la escena española, en la que nunca había estado, a Fernando Arrabal. A  la presencia de Arrabal, Pérez de la Fuente sumó otra recuperación, la de María Jesús Valdés, actriz eminente, apartada del teatro por imposición de su marido, Jesús Gil, médico particular del Caudillo, al quedarse viuda y liberada. María Jesús Valdés fue su actriz fetiche hasta que dejó de serlo y acabaron distanciándose. La madre; Como un martirio chino  en los sótanos del Reina Sofía, en la sala de torturas de la Inquisición,  los reunió a los tres de forma memorable. Un momento cumbre del teatro español de los últimos tiempos.

El montaje de la NUMANCIA de Cervantes marcó un punto casi sin retorno en mis relaciones de crítico con Juan Carlos Pérez de la Fuente. Mostré mi desacuerdo, no tanto con el montaje globalmente considerado, sino con la versión que de Numancia habían hecho Alicia Mariño y Luis Alberto de Cuenca. Celebraba yo la interpretación de Beatriz Argüello y mostraba ciertas reticencias  con la de Alberto Velasco; se  tomaron, sin embargo, como reproches personales a este actor los calificativos que yo aplicaba a su repulsivo personaje. Se armó la de Dios es Cristo, cartas al director incluidas en las que se pedía a Pedro J Ramirez mi expulsión del Mundo. Natalia Millán, actriz en la que siempre he puesto mis complacencias., se sumó al linchamiento. Mis desacuerdos con Natalia Millán eran y son de otra índole; Natalia es fervorosa antitaurina  militante y yo he visto en mi vida cerca de cuatro mil corridas,y si ahora no piso una plaza es por causas ajenas a mi voluntad. En lo que sí concuerdo con ella es en la positiva  valoración de Alberto Velasco. O sea, que en mis juicios sobre  Numancia muchos confundieron los culos con las témporas, la velocidad con el tocino y la gimnasia con la magnesia.  Este nebuloso relato espero matizarlo con más precisión en mis Memorias, de próxima aparición.

ANTONIO LEYVA, IN MEMORIAM

Adios amigo. Nosotros, los de entonces, no es que ya no seamos los mismos, es que no somos, es que estamos dejando de ser. Antonio Leyva es poeta muy valorado por las revistas de vanguardia de los años cincuenta, crítico de arte, galerista, fundador de Orfila con Julián Marcos, también poeta, in memoriam, la Galería decana de las salas españolas.  Orfila es más que una sala de exposiciones; fue y supongo que sigue siendo, centro de agitación cultural y manifiestos agitadores. Incluso los pintores ajenos a la política ambicionaban llegar     a Madrid y exponer en ella. El sótano de Orfila, la trastienda, al que se bajaba por una escalera abismática, era, por otra parte, la cueva de los tesoros; restos de exposiciones, cuadros maravillosos a precios asequibles. Allí descubrí un dia los toreros descalzos en busca de una oportunidad, del palentino  Félix de la Vega, que hoy cuelgan en mi casa,  y allí nos hicimos amigos. Felix de la Vega, uno de los grandes silenciosos de la pintura, al que se llevó por delante un cáncer prematuro y malvado.

Con Antonio Leyva fundé la revista Crónica3 de las artes, que sobrevivió dignamente tres años o cuatro,  sin aceptar publicidad o cuadros  a cambio de críticas, gracias a colaboraciones  mal pagadas, o gratuitas, de los mejores críticos del momento. Se preguntarán cómo siendo dos, se llamó Crónica 3. Muy sencillo; pronto se nos unió un taller de imprenta  del que era dueño Jacinto Sánchez, sindicalista de USO y más tarde, de CC OO, creo, con lo cual teníamos asegurada la impresión de la revista. Ciertamente, buen amigo, nosotros los de entonces, ya no somos los mismos, pues ni siquiera somos. ¡Qué solos se quedan, nos quedamos, los vivos!. 


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