jueves, 28 de mayo de 2015

TEATRO. LEON FELIPE Y LA ESPAÑA PEREGRINA.

Apátridas y desterrados.
El Festival de Chamberí, de Unir Espacio, ha concluido con Lágrimas sobre el viento, un oratorio a tres voces de Gabriel Antuñano sobre León Felipe, el poeta errante. Se trata de una dramatización de la vida y obra de este peregrino, romero siempre romero, dirigida por Ignacio García que ya dirigiera La sangre de Antígona, de José Bergamín, primera pieza de la recuperación de esa España Peregrina emprendida por Unir.
Antuñano es uno de los máximos conocedores de esta parte de la cultura española, amputada por el exilio brutal del 39. León Felipe se desterró antes, pero forma parte de esa España Peregrina, vilipendiada en ocasiones y siempre mal entendida. Lágrimas en el aire descubre la teatralidad, el fundamento escénico de buena parte de la poesía de León Felipe, a falta de que algunas de sus obras de teatro se pongan en pie. Antuñano e Ignacio García han construido una obra que, por razones para mí ignoradas, se ha quedado en lectura dramatizada. Se resiente con ello el espectáculo, pese a las voces esenciales de Santiago Ramos, Raúl Escudero y Aurora Cano.
 Aquí está la poesía del éxodo, del llanto, la añoranza, la increpación y la cólera de un hombre libre. Recuerda Antuñano el esquizofrénico episodio del Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia, en el que no se le permitió hablar; sólo Cesar Vallejo compartió su soledad. Y recuerda Antuñano la mordacidad de León Felipe al referirse a los demás poetas, comparable solo a la de Luis Cernuda, al que califica de antipático y Juan Ramón, al que define como “poeta de gabinete y laboratorio”. Celaya, un camelo; Blas de Otero, un vasco de palabra dura; Gerardo Diego, la gran boñiga. Dámaso Alonso, buen poeta, aunque zorro y borrachín. El único entusiasmo es para Lorca , y sobre todo, para Emilio Prados.
 Memoria histórica es lo que está haciendo UNIR. Memoria histórica de buena ley, como demuestra el paso por este Festival de Max Aub, Bergamín, León Felipe y poetas del exilio interior como Blas de Otero, Angela Figuera, Gabriel Celaya…. Hablando de España, cantando a España; llorando  por España al compás de una soleá o una petenera de Antorrín Heredia, el recitado de Sabela Hermida y la dirección de David de Loaysa: Que callen los políticos y hablen los poetas, podría ser el lema de esta tendencia a recuperar la memoria histórica verdadera, lo cual en cierta medida atañe a mi posición sobre la España de dentro y de fuera.
 Siempre estuve liado con la Memoria Histórica; la España Peregrina, la recuperación del exilio, el recuerdo de los desterrados.  No fue  nuevo  que Zapatero, de presidente del gobierno, formulara ese concepto, pero sí lo fue la manera en que lo reformuló. Me inquieté cuando, deambulando por mis pueblos de Palencia, los más viejos del lugar me dijeron: “lo malo es que a pocos kilómetros de una huesa de rojos puede aparecer  un huesa de azules. Y vuelta la burra al trigo”.
España tierra de desterrados; el Cid Campeador el primer español desterrado cuando aún España no existía. Concluido el tránsito de Hablando de España, y Lágrimas sobre el viento, vuelve a la sala de Arapiles 16 Las Mocedades del Cid, dirigida por Roberto Santiago. Rodrigo Diaz de Vivar y siglos más tarde, a lo largo de la historia, los disidentes, los heterodoxos afrancesados, ilustrados, republicanos... Esta es la memoria histórica que España debe recuperar.
Escaparate de librería.
11M. Once días de junio. Autor Víctor Llano.-Edit Última edición.

El atentado de los trenes de de Atocha que se saldó con 200 muertos y cientos de heridos es una herida  que no está cerrada; también esto es Memoria Histórica. Hay una versión oficial que muchos no aceptan. Y hay una versión sospechada, intuida, cuyo fantasma no ha logrado licuar las explicaciones oficiales. 11M Once días de junio trata de estos enigmas no resueltos. Es una novela política; y por lo tanto es una novela policiaca, una novela negra. Con sus muertos, sus esbirros y sicarios, sus tramas negras, policías corruptos, abogados inocentes y solitarios. No voy a descubrir los entresijos de esta novela de Víctor Llano porque lo elemental de un comentario es no destripar la trama y mucho menos el desenlace y claves de los enigmas. Hay un abogado atormentado por el cruento y brutal suceso y sus verdades ocultas y por una crisis sentimental derivada de su obsesión indagatoria; hay víctimas, hay verdugos, hay un comisario de Policía que estuvo muy cerca de los sucesos; hay iluminaciones reveladoras y hay una profunda desolación. Las cloacas, las aguas oscuras de los pozos negros. Lo dicho: una novela negra.   

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