lunes, 1 de mayo de 2017

RAPTO DE LAS SABINAS.


 Rapto y secuestro

La diferencia es muy sencilla; el rapto  es un secuestro con  finalidad sexual  con violencia y menoscabo de la  dignidad de la víctima. Viene esto a cuenta de una divertida controversia que ha tenido lugar  en las redes. Una comunicante al referirse a una persona que, al parecer, le gusta mucho, afirmaba taxativamente; "yo no secuestro, rapto". Está en su derecho y, dado el contexto en que se manifestaba, absolutamente legítimo y digno de alabanza. Yo también raptaría con la esperanza de que la aventura no quedara  en secuestro simple. Puede darse el caso de que el rapto sea consentido; si hay complicidad no hay violencia. Trato la cosa como mera cuestión lingüística. Para no entrar en disquisiciones bizantinas, El rapto de las sabinas, por ejemplo.
 Los primeros romanos de Rómulo y Remo eran casi todos hombres; necesitaban no sólo placer, que podían entenderse entre ellos, sino descendencia. Invitaron a un banquete a la tribu de los sabinos y cuando ya estaban, se supone, un poco colocados los echaron a la puta calle y se quedaron con sus mujeres. Esa es la clave del asunto: necesitaban mujeres y las secuestraron  para satisfacer sus apetitos. En el Museo del Prado hay un magnífico cuadro sobre el asunto y con el mismo  nombre.

Plenitud posible.
No existe vida plena sin sexo satisfactorio. Pero también es cierto que la relación profunda entre un hombre y una mujer, una mujer y otra mujer,  o un hombre y otro hombre,  es posible sin que haya   sexo de por medio; he confiado en la amistad abierta y profunda de   mujeres que me hicieron cómplice de sus dichas.  Y de sus desdichas; de las infinitas dulzuras de Safo  que, en tiempos oscuros, podían haberlas conducido a la hoguera. En la Oprobiosa, cuando Franco algunas mujeres militantes vivieron  doble clandestinidad, política y sexual. En estas cosas el PCE, por ejemplo, era tan intolerante como  la derecha que quería destruir.

Por lo que a mí respecta, en cuanto a mujeres, la experiencia  me ha dado un sentido  antoniomachadiano de las mismas:

        “Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido/ Mas recibí las flechas que me asignó Cupido/ y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario”. A veces me inclino más por la vía sonámbula y epicureista del otro Machado, Manuel: “Yo soy de aquellos hombres/ que a mi tierra vinieron,/ soy de la raza mora/ vieja amiga del sol/ que todo lo ganaron/ y todo lo perdieron./ Tengo el alma de nardo / del árabe español.(…) Besos, pero no darlos”

Carpe diem

Hay que aprender a vivir en cada momento.   No hay pasado desde el momento que un presente  libre y nuevo anula una existencia indeseada. El pasado no importa si somos capaces de ajustar cuentas con él desde nuestra propia conciencia. Tengo en la cabeza  maravillosas  historias para escribir,  una  novela de la cual no seré capaz. Me vaticinaron hace tiempo que nunca  escribiría una novela, que solo valgo para la  inutilidad del poema de amor.   El protagonista empieza diciéndole a una amada  perpleja e  indecisa;  “tú eres quien eres y no  aquella que, para tu mal, crees o creías ser. Y si así eres enemiga de tí, como tu misma te dibujas, yo te describiré perfecta no importa cómo. Sé tú la maga de tus indecisiones y yo seré el brujo de mis lealtades”. Esto ¿es novela o es poema?

Topos,  expías y blindaje posicional

Le Carré me cerca sin salida. Y la gente de Smiley. Malos momentos para mi ánimo frágil y confiado. Veo la película El topo, releo de urgencia la novela. Le Carré envía mensajes frios, optimistas  y de probada eficacia, como es su obligación de diplomático y expía de alto rango. Más que en la lealtad confía en el blindaje y la seguridad de sus posiciones; dice un hombre de Smiley; “serás invulnerable si tienes un secreto sobre tus adversarios más grave que los que ellos puedan tener de ti”. Sucia Guerra Fria de sentimentalides.

 

 

Dias raros sin hacer mudanza.

Días extraños para mí; sensación de desarraigo;  no estar en esa parte del mundo a la que pueda pertenecer y, en cambio, estar en miles de sitios a los que no pertenezco; un hombre deshabitado de sí mismo. Mi amiga siquiatra, me  dice que tengo bajas las defensas del espíritu; pero no le da más importancia.

La amiga inventada

Releo sin respirar,  enteras, Cartas a una amiga inventada,  libro que nunca podré escribir porque ya está escrito. Saint-Exupery se me adelantó. De escribirlo nuevo,  lo haría a mano con buena caligrafía adornada de flores y letra gótica.  Y lo pondría en un Museo para que la gente, aunque no lo leyese, acariciase  sus hojas.

 

 

1 comentario:

  1. Pues qué pena de novela si se queda sin llegar a ser escrita por tan magnífica pluma.

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