domingo, 22 de octubre de 2017

BERGMAN, UN AMANTE ATORMENTADO


Bergman/Gutiérrez Cava. Después del Ensayo.

Antes de enredarme en azarosas cuestiones bergmanianas, a lo cual soy bastante propenso, diré que Emilio Gutiérrez Cava, como el director de una escuela de interpretación en Después del ensayo, trasunto más que probable de Bergman, da una lección de tecnica y pasión  actoral; que Chusa Barbero hace una interpretación caníbal de Raquel, la amante/amiga, y que Rocío Pelaez,  un poco verde todavía, se arriesga  en los momentos de seducción, aunque la carcome   el odio a su madre Raquel, que fue amante de su actual maestro.

 Si  Raquel, es  el amor maldito y destructor de hace muchos años,  Ana es el amor redentor: provocadora y vigorosa, inocente y lasciva, que odia el recuerdo de su madre a la que todos amaban. Aunque fuera imaginario podía haberse producido un encuentro entre las dos; pero Juan José Alfonso las mantiene separadas en sus respectivos planos temporales.

 Después del ensayo, revela el amor de Bergman al teatro y sus dolorosas pasiones por la vida; un texto duro, en carne viva; Bergman desolado y devastador.  No puedo evitarlo; Ingmar Bergman me deprime. Sus eternos problemas de pareja, las catástrofes conyugales, el sentimiento de culpa, de infidelidad, de tristeza.

En el fondo, yo creo que Ingmar Bergman es un predicador devorado por las brumas del norte y por el amor y el sexo no como diálogo purificador, sino como tragedia. O no, no lo sé. Después del ensayo es el testamento teatral de Bergman y  testimonio de su atormentada y conmovedora vida.

Creo que así lo ha entendido Juan José Alfonso y la versión de  Joaquín Hinojosa.   Hinojosa es un gran actor, aunque no se prodigue y ha hecho de Después del ensayo lo que se llama un instrumento verbal en forma de propuesta escénica.    Bergman es en esencia  hombre de teatro. Y aquí en Después del ensayo lo demuestra; teatro sobre teatro, metateatro, vida.  Amamos tanto a Bergman. Aunque me deprima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario